“Apenas salió de la caja jugó con agua y se tiró tierra con su trompa como lo hacía en el Ecoparque de la Ciudad”, afirmaron emocionados los acompañantes de la elefanta Mara al describir los primeros momentos del animal en el Santuario de Elefantes de Chapadas Dos Guimarães, en el estado de Mato Grosso, su nuevo hábitat en el que pasará el resto de su vida. Se trata de un recinto sin jaulas y en un entorno natural donde la simpática elefanta podrá recuperar su comportamiento natural tras permanecer más de 50 años en cautiverio, de los cuales 25, pasó en el ex zoológico de Buenos Aires, ahora reconvertido en EcoParque.
Mara, uno de los animales más carismáticos y representativos del actual espacio educativo-ambiental porteño, era la única elefanta asiática del Ecoparque. Compartía su espacio con dos elefantas africanas, Kuky y Pupy -dos elefantas hermanas nacidas en el Parque Kruger de Sudáfrica-. Tiene entre 50 y 54 años, con una esperanza de vida en cautiverio para esta especie de hasta 75 años. Llegó al antiguo zoológico porteño el 16 de octubre de 1995 producto de un decomiso judicial por la quiebra del Circo de Rodas. Salió con destino a Brasil el pasado sábado 9 pasado a la tarde y luego de cuatro días de viaje llegó a su nuevo “hogar”. En todo momento fue acompañada por dos cuidadores y dos veterinarios, entre otros acompañantes, quienes destacaron la “tranquilidad y el buen ánimo”, que manifestó el animal en la travesía.
El trayecto de 2,700 kilómetros se realizó por tierra y contó con un protocolo de traslado especialmente adaptado a las exigencias sanitarias exigidas a raíz de la pandemia de coronavirus que se vive actualmente en la región. En este sentido, si bien no fue necesario que Mara realizara un proceso de cuarentena, ya que el mismo fue completado exitosamente en Buenos Aires, Mara deberá pasar un período de adaptación en el lugar que estará a cargo del personal técnico del santuario y tendrá que ver con su nuevo ambiente, dieta y manejo en general. El tiempo de la adaptación dependerá de la evolución de Mara en ese proceso.
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“Que Mara esté en Brasil es el resultado de una decisión que se tomó cuando se decidió transformar el antiguo zoológico en Ecoparque. Hace unos años se percibía este hito como algo lejano, casi imposible. De todas maneras, se trabajó cumpliendo con todos los requisitos y las regulaciones legales. Con la llegada de la pandemia se adoptó el protocolo, y Mara se dirigió hacia un ambiente natural por primera vez en su vida” aseguró Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad. “Mara es una animal muy querido, carismático y emblemático para los vecinos. Que pueda vivir el resto de su vida en ambiente natural es un mensaje y una lección para entender cuál es la relación que tenemos que tener con la naturaleza”, agregó.
Crónica del viaje. En la tarde del sábado 9 de mayo, Mara caminó lento por su recinto en el Ecoparque porteño e ingresó voluntariamente a la caja de traslado. Minutos más tarde fue despedida por sus cuidadores, veterinarios y personal que trabajó en su entrenamiento y cuidado. Viajó despierta y todo el trayecto fue monitoreada cada dos o tres horas por parte del equipo técnico que la acompañó, alimentó, limpió y la evaluó hasta Foz de Iguazú. En el viaje comió frutas y verduras, alfalfa, bambú y una nutrición suplementaria.
En lunes a la mañana se realizaron los trámites correspondientes en la Aduana. Luego, los veterinarios y cuidadores del Ecoparque entregaron a Mara a los especialistas del Santuario de Elefantes, que de ahora en más se encargará de su cuidado.
En la mañana del miércoles 13, la caja de traslado de Mara se cambió a un camión más chico y adaptado para las rutas brasileñas. Una vez que llegó al santuario, ya pasado el mediodía, Mara descendió voluntariamente de la caja y caminó tímidamente y por primera vez en un entorno natural.
