SOCIEDAD
con técnicas y ejercicios prácticos

Enseñan cómo 'domar' las pantallas para lograr un detox digital sin desconectarse

Incitan al uso de apps de bienestar, una agenda con recreos diarios y una comunicación adecuada. “No es necesario tirar el celular al mar. Sí, ponernos límites y respetarlos”, dicen los autores.

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Momentos. Según los autores, resulta clave hacer sprints de trabajo y no dormir pegado al celular. | shutterstock

Ahora mismo, mientras se escribe esta nota, en la computadora hay abiertas al menos cinco pestañas más: el whatsapp, varios portales de noticias y, por supuesto, el correo electrónico y el Twitter, que parece indispensable para tomar el pulso de las conversaciones en tiempo real.

Además -y esta cronista se hace cargo de lo que confiesa-, la procrastinación que provoca saltar de una pestaña a otra, o de una pantalla a otra si se combina, por ejemplo, el uso de la PC con el celular, hace que una tarea que podía demandar, digamos, una hora, se convierta en al menos el doble frente a la pantalla.

Pero no sólo eso: según plantean quienes serán los guías en este texto que pretende acercar algunas primeras aproximaciones a tratar de evitar la “dispersión infinita” que provoca la necesidad real que tenemos de estar conectados, hay varias -y a veces casi imperceptibles- ‘trampas’ que se pueden evitar para lograr tener una relación más saludable con nuestras propias pantallas.

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Martina Rua y Pablo M. Fernández son periodistas e investigadores. Hace años se dedican a la innovación y la productividad, y su primer trabajo conjunto, La fábrica del tiempo, enseñaba justamente eso: técnicas para optimizar el bien más escaso de la vida moderna.

En este ciclo de pandemia, encierros, aislamientos y, sí, aún más dependencia de las pantallas, Rua y Fernández pensaron ahora una guía práctica para intentar “domarlas”, sin desestimar su carácter de indispensables en la vida cotidiana de (casi) cualquier persona que viva, trabaje, estudie e interactúe con los demás. “Justo cuando empezábamos a entender cómo mejorar nuestra relación con las pantallas, y el home office empezaba a ser una posibilidad real y tentadora para muchos, el destino lo impuso con fuerza: las plataformas tendrán un impacto mayor en nuestras vidas y será necesario hacer frente a los nuevos malestares que ya nos aquejan. La misma tecnología que nos abrió un mundo de posibilidades puede hoy abrumarnos”, esbozan en su libro editado por Conecta (Penguin Random House).

Renovar acuerdos. Con las nuevas restricciones impuestas por la segunda ola, además, muchas familias debieron volver a convivir 24x7 y compartir espacios y recursos para trabajar y estudiar. “Lo primero que se me ocurre para retomar una rutina que parecía que había quedado supeditada al año pasado es hacer nuevos acuerdos con todos los ecosistemas con los que convivimos digitalmente -familia, trabajo, relaciones sociales-, y renovarlos en forma periódica”, explica Rua a PERFIL.

En la medida de lo posible, asegura, otra forma de cuidarse para no sucumbir ante la hiperconectividad es organizarse nuevas rutinas y respetarlas a rajatabla: “Establecer con quienes nos contactemos reglas claras de por dónde y en qué horarios ser contactado. También establecer con uno mismo -y con los equipos de trabajo, por ejemplo- qué necesidades tengo y comunicarlas. Luego, tomar turnos de trabajo: sabemos desde antes de la pandemia, pero ahora más aún, de gente que trabaja de 6 a 10 de la mañana, o cuando los chicos se acostaron ya, tarde en la noche. Hacer turnos internos, si fuera posible, con los convivientes”, detalla Rua.

Y algo clave: guardar las energías para no darlo todo de una vez y luego quedar agotados. “Nosotros le decimos a eso ‘sprints de foco’, como si fueran pequeñas carreras cortas en lugar de una de fondo: tener momentos de foco agudo, pero muy limitados de tiempo. Por ejemplo, tengo 25 minutos para resolver esta tarea y lo hago con mucha claridad y sin distracciones”, agrega.

Su coautor refuerza como premisa algo que parece obvio, pero no siempre tenemos en cuenta: “No estamos trabajando (o estudiando) desde casa, sino que vivimos una pandemia mientras trabajamos desde casa. Hay que tenerles más paciencia a los demás y pedírselas en retribución”, dice Fernández.

Y comunicar, comunicar, comunicar: “No demos por sentado ni obvio que los demás saben las condiciones en las que trabajo: tengo a mis hijos en casa, o un perro que ladra cuando tocan el timbre; mi conexión de wifi no es suficiente y falla; quizá tenga que ausentarme antes de la videollamada porque tengo que recibir un paquete. Decir todo esto con claridad realmente funciona y ahorra estrés”, asegura.

Para los expertos, el manejo del tiempo -también el digital- es fundamental: “Para sobrevivir en este momento más hiperconectado que nunca y no enloquecer en el intento, hay que tener en cuenta además dos cosas: primero, darse tiempo para imponderables y luego, no organizarse jornadas maratónicas de 8, 10, 12 horas. Y más en pandemia”, agrega Fernández.

Recuperar el sosiego. Según Rua y Fernández, cómo resignificamos el uso del tiempo y los momentos de bienestar pueden contribuir realmente a lograr esa ‘desintoxicación’ que se anhela: “Los breaks (recreos) saludables son necesarios y muy importantes. Y para poder respetárnoslos, tenemos que armarnos nuestras propias ‘zonas seguras’”, dice la periodista.

Hay, claro, que comunicarlos, y también gestionárselos dentro de la agenda del día: salir 15 minutos a tomar sol al balcón, hacer una pausa para salir a caminar o meditar, apagar los dispositivos durante un período determinado, usar apps de control del tiempo en pantalla y que limiten el acceso a las redes sociales en determinados momentos del día, entre otras herramientas, son efectivas y funcionan, aseguran.

“Otro ejercicio que resulta efectivo es usar las apps preinstaladas de bienestar digital, que tanto Android como Apple traen. Tenemos que saber cuántas horas usamos el celular pero también, cuántas veces lo desbloqueamos por día. Es sorprendente enfrentarse con esos resultados”, dice Fernández.

“No hay que tirar el celular al mar, eso no es necesario. Pero sí tomarse un café con uno mismo y pensar qué se quiere lograr. Ponerse metas realizables, límites, y sobre todo no autoengañarse”, agrega. Parece difícil, sí, pero ellos aseguran que se puede. Habrá que intentarlo.