"No guardamos bicicletas…" "Tenemos pocos lugares y se ocupan muy temprano, pasá otro día". "Por el momento no aceptamos bicis, el chico que las cuida se fue de vacaciones".
Las frases corresponden a las excusas con las que chocan a diario los ciclistas urbanos cuando intentan dejar sus bicicletas en los garajes del Microcentro porteño.
En la ciudad de los 100 kilómetros de ciclovías, donde se intenta desalentar el uso del automóvil, llegar con la bicicleta al Centro representa un problema: muchos estacionamientos se niegan a recibirlas y, en algunos casos, intentan cobrar una tarifa muy superior a la permitida según el Decreto 485/10, que establece que el costo para dejar una bicicleta en un garaje no debe superar el 10% de la tarifa fijada para los autos.