Elena Reymondes (70) se mueve por el Hospital Presidente Perón de Avellaneda con la naturalidad que sólo tiene quien pasó años en un mismo lugar: primero como residente, luego como jefa y ahora como una de las directoras del hospital donde se operó Eva Perón.
“Yo me retiré, me jubilé, pero se necesitaba un cambio en la dirección, y entre los compañeros y jefes de servicios me preguntaron si podía volver y volví. Querían alguien que conociera el lugar”, cuenta a PERFIL esta médica cirujana que se mezcla entre los residentes, y pregunta a los pacientes cómo los tratan mientras recorre los pasillos.
Su caso es ilustrativo de la realidad de los hospitales públicos bonaerenses, donde según un informe de la cartera de salud nacional más de la mitad de los médicos tiene más de cincuenta años, y donde cada año quedan vacantes cerca de 300 puestos de residentes. Ya sea porque no hacen la residencia o porque eligen hacerlas en el sector privado, la falta de personal repercute en que áreas críticas como pediatría, neonatología, terapia intensiva o salud mental de varios hospitales se queden sin profesionales.
“Hoy no todos los médicos hacen la residencia, por varios motivos, pero en el caso de los que sí la hacen, terminan y se vuelcan al sector privado, entonces la salud pública no logra retener a los especialistas que forma y eso hace que la población médica vaya envejeciendo”, explica Leonardo Busso, Director Provincial de Hospitales. Reymondes agrega que: “los sueldos no son competitivos con las clínicas privadas, se hacen concursos pero tardan en efectivizar cargos, las guardias en las zonas álgidas. Hemos tenido una generación que se ha ido yendo a la parte privada, y eso deja como resultado el faltante de ahora”. “Antes el hospital era sagrado”, agrega.
Al comienzo de este año, varios hospitales bonaerenses tenían áreas de terapia cerradas, como el Lucio Meléndez en Adrogué, o el Vicente López en General Rodríguez, y de 71 hospitales, más de cincuenta tienen condiciones de infraestructura que requieren obras urgentes.
Si bien hay especializaciones como cirugía, donde la residencia es casi una obligación, muchos que terminan la carrera eligen hacer cursos más cortos o volcarse al sector privado donde ganan el doble que en la Provincia (un sueldo promedio de un ingresante no supera los $ 17 mil).
Como ejemplo vale citar el caso de un residente de primer año que hace guardias de 36 horas, gana menos que un médico que hace jornadas diarias en una ambulancia (ver aparte). Así, el déficit de profesionales ya alcanza los 1.500 enfermeros y mil médicos, pese a que cada año se ofrecen 1.500 puestos, el equivalente a la oferta de 19 provincias juntas.
Iniciativa. “Hace treinta años la Provincia era la que mejor pagaba”, asegura la ministra de Salud bonaerense, Zulma Ortiz, quien anunció el plan “Quiero ser residente” para el año que viene, que busca motivar a los jóvenes a que vuelvan a elegir los hospitales de la Provincia para formarse en su especialización. “Hicimos acuerdos con los municipios, para mejorar las condiciones laborales, tanto en términos salariales, como en el proyecto de formación académica y de vida, para que esa persona pueda pensar en quedarse en esa institución y en esa ciudad”, explica.
La historia de Lorena Moreno (40) podría ser un caso testigo de este proyecto. Médica pediatra, acaba de ser nombrada flamante coordinadora de la terapia intensiva del Hospital de Niños de Tandil, donde se trasladó con su familia desde La Plata, luego de aceptar el cargo que le ofreció el municipio para reabrir esa terapia. “Cuando hice la especialidad en pediatría había muchísimos postulantes, al punto que no entré a la residencia y tuve que hacer la concurrencia. Volví a rendir al año siguiente y entré al Hospital Gutiérrez de La Plata, que lo considero mi hospital. Ahí veíamos todo, lactancia, partos, niños sanos ”, cuenta y marca una diferencia con la situación de la especialidad que existe hoy.
Para ella, si bien es un sacrificio, “la residencia es importantísima en la formación de un profesional, en esos cuatro años todos los días te llevás algo y aprendés algo, desde el inicio que es hacer una historia clínica, hasta interactuar con la familia”.
Dos años a la espera de un nombramiento
Hace dos años que Julieta Cittadini (33) concursó para un cargo en el Hospital Presidente Perón de Avellaneda, luego de haber hecho allí su residencia en cirugía y haber sido jefa de residentes. Todavía espera su nombramiento, y mientras tanto no puede ni trabajar ahí ni hacer otra residencia. “Estos procesos tan lentos hacen que los jóvenes se sientan expulsados del hospital”, dice Mirta López (60), también directora del hospital.
Así sucede en muchos de los hospitales de la Provincia, donde las ganas de especializarse son el motor de los residentes, pese a que las condiciones son poco atractivas: ingresan ganando $ 21 la hora, menos que lo que se gana en la Ciudad de Buenos Aires o en el sector privado, tienen la obligación de pagar IOMA y aportes a la caja de previsión (algo que en CABA no sucede). Además de hacer 36 horas de guardia. Quienes hacen la concurrencia (mismo sistema, pero ad honorem y con un día libre para poder trabajar fuera del hospital), pueden ganar más trabajando sólo un día en una ambulancia del PAMI, por ejemplo.
Y si bien no son obligatorias, hay ciertas especializaciones donde la residencia es un requisito y todos coinciden en que lo que se aprende en los hospitales públicos no se aprende en ningún libro o clínica privada. Sin embargo, hoy muchos eligen hacer cursos de especialización más cortos (la residencia son cuatro años), o concurrencias. Cada residencia debería contar con médicos de planta dedicados a la formación de los futuros especialistas, algo que según la ministra Ortiz no sucede en todos los hospitales, sobre todo al interior de la Provincia.