SOCIEDAD
una plataforma permite reservar online

Familias y amigos eligen 'vivir' en el agua para pasar las vacaciones

Alquilan veleros y yates con los que van a Uruguay, al Delta o recorren el Atlántico. Dicen que les da más libertad y que abarata los costos de alojamiento.

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por el atlantico. Agustina Besada viaja con su marido. | prensa gPBA

“Vivir en el agua es como estar en una isla. Te sentís Indiana Jones”, afirma Josefina Goñi (34), que desde niña se sube al barco de su tío junto a toda su familia y navegan hasta Colonia para pasar las fiestas. “Anclamos el barco en el mar y nadamos hasta la orilla. Es algo hermoso”, cuenta Goñi sobre una opción “súper económica. Cocinamos de todo, menos carne, por el olor. Nuestro barco tiene seis camarotes y la amarra en Uruguay cuesta $ 900 la noche, que se divide entre todos”, detalla la joven, aunque también asume que las comodidades son menores que en un hotel, que en Colonia cuesta a partir de los $ 2 mil cada noche.

Al igual que ella, cada vez son más los que eligen pasar sus vacaciones en un barco para vivir la aventura náutica y porque los costos de alojamiento se abaratan más de la mitad que un viaje tradicional. También hay plataformas donde se ofrecen tiempos compartidos de embarcaciones en las cuales se puede alojar en un yate.

‘Airbnb náutico’. Popey es una plataforma creada por los uruguayos Emiliano Bar y Daniel Cleffi, que ofrece opciones para alquilar desde tablas de surf hasta yates para sesenta personas. Puede costar hasta los US$ 1.700 y se pueden alquilar por un día o semanas. “Conectamos a dueños de barcos que no los usan con gente que no tiene posibilidad de comprarse uno”, explica Bar sobre la plataforma. Popey tiene trescientas embarcaciones en 25 ciudades, como Rosario, Mar del Plata, Ushuaia, Punta del Este y Buzios. “En Brasil, la gente alquila veleros por un mínimo de 5 días y se hospedan ahí”, detalla Bar sobre la tendencia que se traslada hacia los argentinos.
“Viajar por el agua es la manera más libre de conocer los lugares. No estás delimitado por ninguna ruta y vas por donde querés, del mismo modo que las civilizaciones descubrieron las tierras hace cientos de años”, cuenta Agustina Besada, que viaja con su marido desde hace un año y cruzó el oceáno Atlántico en velero. Besada es diseñadora industrial y tiene un máster en sustentabilidad. Con su pareja “querían vivir de otra manera”, aunque también estudió los residuos plásticos en los oceános, a partir de la Fundación Unplastify, que ella misma creó. Mientras tomaba muestras de las pelotas de fútbol que se encontraban a cuatro días de tierra firme, la pareja cocinaba en el horno eléctrico que tiene en el Fanky. “Hacíamos pizza, carne y algunas veces pescamos”, detalla Besada.

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Tardaron 27 días hasta llegar al puerto de Gibraltar, al sur de España. “Allí las marinas –lugares donde se amarran las embarcaciones– nos costaban 10 euros por día. Vivíamos como si fuera un hotel e invitábamos amigos”, dice la mujer sobre un gasto que es “mucho menor a la mitad de un hotel. Hacíamos compras en el supermercado y nos abastecíamos”, cuenta Besada que después navegó por los canales de Portugal y España. “Pero no todo es romántico en el velero”, asume cuando recuerda la noche en que dormían y una ballena los golpeó. “Nos despertamos asustados por el impacto y controlamos que no entrara agua”, cuenta Besada tranquila de estar en tierra firme hace un mes.

Mientras algunos deciden pasar sus vacaciones en un barco, hay otros que lo eligen como un estilo de vida. Uno de ellos es Santiago Lange, el medallista de oro olímpico que vivió durante cuatro años en un velero. “Cuando me separé, no tenía un peso. Un amigo me prestó un velero que amarré en el Club Náutico de San Isidro y se transformó en mi casa”, cuenta a PERFIL. Para el deportista, “fue la etapa más linda” de su vida que compartió con sus hijos, aunque entiende que “muchos lo consideran algo sufrido”. “Vivíamos en contacto con la naturaleza”, recuerda.