BERSA es la única fábrica de armas del país, que produce unas 90 mil pistolas que son exportadas a 36 países, entre ellos, Estados Unidos, el mayor comprador. Emplazada en Ramos Mejía, la firma espera la mayor facturación de los últimos diez años
“Son un mal necesario”. Benso Bonamidami, uno de los tres socios fundadores de BERSA, que explica con su visión particular la cuestión moral que subyace en torno a su negocio: las armas de fuego. “Si alguien toma un auto y provoca un accidente, las marcas no pueden hacerse responsables”, compara y prefiere destacar las características positivas de la única fábrica argentina de armas portátiles en el país que, este año, cumplió 60 años de producción nacional ininterrumpida, motivo de orgullo para la firma y razón por la que abrió sus puertas a la prensa, por primera vez en su historia.
Ubicada en Ramos Mejía, en el oeste del Conurbano bonaerense, la empresa cuenta con las máximas medidas de seguridad y un mandamiento inobjetable entre sus trabajadores: “Calidad significa hacer lo correcto cuando nadie está mirando”. La frase de Henry Ford, el padre de las cadenas de producción, aparece pegado en uno de los vidrios blindados de la fábrica y ya es tan cotidiano para todos los operarios como lo son las visitas de “La Chechu”, una gata que pasea, hace más de una década, entre las correderas, cañones y empuñaduras que produce la fábrica, ajena a los números que enorgullecen a sus responsables: Cada cinco minutos, los 365, días del año, en algún lugar del mundo, se vende una pistola BERSA.
En la actualidad, exporta el 60 por ciento de su producción a 36 países. Su mayor mercado es Estados Unidos, donde se dirigen un aproximado de 70 mil armas desde la fábrica emplazada en Ramos Mejía; unas seis mil son adquiridas por usuarios civiles en Argentina y unas 24 mil son destinadas a las distintas fuerzas de seguridad del país. Además de la extrema calidad con la que son manufacturadas, la marca destaca la “garantía de por vida” que ofrece a sus usuarios y la búsqueda estética de sus líneas.
Las inversiones y ganancias millonarias -desde 2017, BERSA lleva invertidos más de 18 millones de pesos en maquinaria, tecnología y capacitación; y espera en 2018, una facturación de 345 millones de pesos, la mayor de la última década- superaron ampliamente la ambición de Bonamidami, Savino Caselli y Ercoli Montini, los jóvenes italianos que fundaron Tecnofres, en 1958, en un galpón alquilado que, por las noches, funcionaba como gallinero.
En promedio, tardan 28 minutos en fabricar una pistola
Bonamidami, el más joven de los socios, aún recuerda la primera pistola que elaboraron, casi, por casualidad. Un hombre acudió a ellos para la elaboración de piezas. No sabían para qué servían, hasta que uno de ellos descubrió que se trataba de repuestos para pistolas. No tardaron en copiar un modelo y el propio Bonamidini se subió a una Siambretta prestada y recorrió Avenida Rivadavia hasta dar con una armería. Cuatro años más tarde, los tres fundadores deciden cambiar el nombre de la empresa por el actual, uniendo las iniciales de sus nombres.
Hoy, las TPR 9mm, BP9CC y Thunder 380, las más solicitadas, llenan cajas con rótulos de diversos países del globo y de la policía. Antes de ser empaquetadas, pasaron por un sistema de manufactura que combina la más avanzada tecnología y el trabajo artesanal.
Sus operarios son los encargados de asegurarse, una por una, el correcto funcionamiento de las armas, probar su calidad y precisión. En promedio, tardan 28 minutos en fabricar una pistola. Por día, embalan 300 armas. Este año habrán apilado en los estantes del depósito unas 90 mil cajas.