SOCIEDAD
Abusos en la Iglesia Católica

Inicia el juicio contra los "demoníacos" abusadores de menores del Instituto Próvolo

Dos curas y un laico fueron denunciados de una veintena de exalumnos sordos del instituto católico en Luján de Cuyo. Alegan que el Papa Francisco ocultó la historia.

Instituto Antonio Próvolo mendoza
El Instituto Antonio Próvolo para niños sordos y con problemas de audición de la localidad de Luján de Cuyo, en Mendoza. | Gentileza Diario Los Andes

Este lunes comienza el juicio contra los sacerdotes católicos acusados de abusar sexualmente de alumnos sordos del Instituto Antonio Próvolo para niños sordos y con problemas de audición de la localidad de Luján de Cuyo, en Mendoza.

Nicola Corradi, de 83 años y con prisión domiciliaria, se presentará ante el juez junto al cura Horacio Corbacho, de 59, y el laico Armando Gómez, de 63, acusados de abuso sexual agravado por el acceso carnal, abuso simple y corrupción de menores contra una veintena de exalumnos. Alejandro Gullé, jefe de fiscales de Mendoza, dijo a la agencia AP que este juicio es “inédito, uno de los más importantes en esta provincia y con una trascendencia que va más allá de lo nacional”.

Ezequiel Villalonga, de 18 años, es uno de los denunciantes. Sordomudo desde los 7 años, pasó años en el instituto dedicado a la enseñanza de niños con discapacidad auditiva o trastornos del lenguaje, que se convirtió en un infierno de abusos para él y sus compañeros. "Yo pienso que la Iglesia, todo adentro, es falso. Todo lo que nos hacen leer, decir, cómo debe ser la persona..."

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"Pienso que son falsos y demoníacos", dijo Ezequiel en lengua de señas. "Era muy mala la vida ahí adentro, nosotros no aprendíamos nada, no teníamos comunicación, no sabíamos lengua de señas, escribíamos y no sabíamos qué, preguntábamos a otros compañeros y, también, nadie entendía nada", contó Ezequiel, que permaneció en el Próvolo hasta los 16 años. El testimonio de Villalonga es uno de los relatos de una veintena de víctimas menores que se escuchará en el juicio contra Corradi, Corbacho  y Gómez, quienes podrían ser condenados hasta a 50 años de prisión.

Según la investigación, los agresores atacaban a los menores mientras pernoctaban en sus dormitorios de los dos sacerdotes, en los de los alumnos, en un altillo y en una capilla donde los chicos tomaban la primera comunión. “Uno declaró que había sido abusado, atado con cadenas; otro habló de precintos. Encontramos profilácticos y pastillas anticonceptivas” en los allanamientos realizados en el Próvolo de Mendoza, dijo el fiscal Gustavo Stroppiana.

A fines de 2016, dos testigos protegidos iniciaron la causa con su denuncia de abusos sexuales. Corradi llegó a la Argentina en 1970 proveniente de la sede del Próvolo en Verona (Italia) y se hizo cargo de la institución, primero en La Plata y luego, en 1998, en Mendoza, donde lo detuvieron preventivamente el 26 de noviembre de 2016. Antes de su llegada a la Argentina, el sacerdote ya había estado involucrado en episodios similares en Italia. El año pasado, el exmonaguillo Jorge Bordón, ahora de 50 años, fue condenado a 10 años de cárcel tras confesar abusos sexuales contra cinco víctimas en el centro educativo. Catorce imputados más serán objeto de otros dos procesos.

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Carlos Lombardi, abogado de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina, aseguró que "es imposible que [la Iglesia mendocina] desconociera el nombre de los sacerdotes, sobre todo el de Corradi, y por lo menos los hechos que se produjeron en Italia, porque su normativa canónica así lo exige". Por ese motivo, la red de sobrevivientes considera que "existe responsabilidad canónica" por parte del Arzobispado de Mendoza por la falta de control en los hechos. Según el letrado, "la autoridad eclesiástica tiene que conocer a los sacerdotes que están en su diócesis". Asimismo, "reconocieron que a Corradi lo presentaron al Arzobispo de Mendoza de ese momento que era [José María] Arancibia, por lo tanto tenían un conocimiento".

“Y ahí te dicen lo que ningún padre o madre quiere escuchar...”

Paola González recuerda con horror el momento en que le confirmaron que su hija Milagros, actualmente de 16 años, había sido abusada en el prestigioso colegio gratuito en el que había confiado. "Si vos hubieras visto su cuerpito y estatura cuando entró. Era muy chiquita. Yo no entiendo, no puedo concebir tanta maldad. ¿Cómo son capaces de hacerle daño a un ser tan frágil?", se pregunta. "Le pregunté (si había sido abusada). Lo único que hizo ella fue sentarse y hacer la seña de que le desprendían el pantalón y se lo bajaban y bajó de nuevo su mirada", recuerda con precisión.

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Una médica forense dijo que no se veían lesiones externas y Paola sintió alivio, pero recordó: "Y ahí te dicen lo que ningún padre o madre quiere escuchar: que tu hijo ha sido abusado por mucho tiempo. Delante de tu hija no podés llorar, por más amor (que sientas). Es ella, son ellos los que pasaron todo eso. A partir de ese momento es convertir el dolor en lucha".

"Es una gran victoria que la causa se ha elevado a juicio", valora Paola. "La Iglesia ni siquiera ha respondido a la justicia, ha entorpecido también, ha ocultado pruebas y ha atacado de manera despiadada, desestimando los testimonios de los sobrevivientes", denuncia Paola.

"No hay suficientes palabras para solidarizarnos con el horror que han vivido y que les ha lastimado tanto. Y sobre eso hay que pedir perdón y tratar de sanar de la mejor manera posible, sin odio", expresó monseñor Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata, quien fue designado comisario apostólico por el papa Francisco en julio de 2017 para actuar como interventor de la Compañía de María, de la que surgieron los institutos Próvolo.

"Cuando me nombraron, lo primero que quise hacer fue acercarme a las víctimas para pedir perdón, y me sacaron volando. Hasta el día de hoy no lo pude hacer. Habrá que esperar que termine el juicio", declara Bochatey, quien dice estar "muy feliz de que empiece el juicio" e invita a diferenciar lo que llama "las víctimas verdaderas" de los que se aprovechan.

El precedente del Próvolo en Italia

El Instituto Provolo fue fundado en Verona en 1895 y, gestionado por religiosos de la Compañía de María, en sus centros se encarga de la educación de chicos sordomudos o con dificultades de expresión. En los años 80, surgió una ola de denuncias de abuso sexual a menores por parte de los religiosos, muchos de los cuales fueron enviados a la Argentina, entre ellos Corradi.

Una investigación de la revista italiana L'Espresso de 2009 incluye macabros testimonios exalumnos del Instituto que fueron forzados sexualmente por parte de los sacerdotes. Los problemas de comunicación les dificultaban denunciar los hechos. Las violaciones se dieron entre los años 50 y los 80 y se estima en al menos un centenar las víctimas.

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El Vaticano envió en 2017 a dos sacerdotes argentinos a investigar lo ocurrido en Mendoza, según una investigación de AP, que cita al vicario judicial Dante Simón, uno de esos responsables, al decir que los hechos denunciados son “horribles” y “más que verosímiles”. En un informe que elevó en junio de ese año al Vaticano, Simón pidió la aplicación de la máxima pena para Corradi y Corbacho, es decir, “que sean dimitidos directamente por el Santo Padre”, una decisión que todavía está por ser revisada por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Simón señaló que se reunió poco después con el pontífice, quien le expresó que “estaba muy preocupado por esta situación y que se iba a obrar”. "El Vaticano sabía de esta historia porque el papa Francisco nombró una comisión en 2013 para ver estos temas. Pero no llegó a ningún lado porque el sistema de encubrimiento de la Iglesia Católica permanece intacto", opina Lombardi.

D.S.