“La cubierta se llama mirror glaze –baño espejo– y surge en Francia. Se hace con glucosa, chocolate blanco, leche condensada y gelatina. Se calienta a 36 grados, se vierte sobre el postre helado y en menos de un minuto se gelifica. Podés mezclar colores, hacer dibujos. Cuando vi esto me volví loca, me pareció una maravilla”. Sorprende escuchar a Nicola Costantino hablar como una auténtica pastelera. Pero esta es su nueva realidad. La artista plástica, que en 2013 participó de la Bienal de Venecia con una performance sobre la imagen de Evita, ahora pasa sus días realizando postres helados, a los que “pinta” a mano con esta especial cubierta.
“Me genera una adrenalina enorme. Yo siempre hice esculturas y trabajé con otras disciplinas pero nunca pinté cuadros. Para mí estos postres son mis pinturas”, comenta.
Estas pinturas volumétricas comestibles, tal como ella misma las define, son un nuevo modo que encontró de vincular el arte con la gastronomía, otra de sus grandes pasiones. “En muchas de mis inspiraciones y referencias la comida estaba presente. Me encanta cocinar, preparar banquetes en mi casa y muchas veces soñé con abrir un restaurante. Así que decidí unir las dos cosas. Hacer de la gastronomía un proyecto artístico. Me permite abrir nuevos caminos. Ya no es trabajar solo para un museo o una galería”, explica.
Según ella misma comenta, descubrió esta nueva actividad casi de casualidad. “Nunca pensé que iba a terminar haciendo postres. Pero encontré algo que realmente me rompió la cabeza. Todo empezó durante unas vacaciones familiares muy aburridas. Estaba hablando de cocina con mi hermana y me mostró esta tendencia europea. Me volví loca y me pasé todas esas vacaciones practicando”, asegura.
Inspirada en El jardín de las delicias, pintura realizada por El Bosco a comienzos del siglo XVI, Costantino comenzó con sus performances de arte comestible hace un año, y se presentó en la última edición de ArteBA y en La Noche de las Ideas, en Ostende. “Tendemos a dejar de lado el objeto valiosísimo que se vende y se colecciona, y estamos explorando que la experiencia sea lo más importante. Algo efímero, intenso, que te pega fuerte. Estoy diseñando un banquete que va a ser emocionante, inolvidable”, comenta.
Pero este proyecto de la gastronomía como experiencia artística va más allá de las performances. Costantino también vende sus postres por encargo a través de la cuenta de Instagram Costantinopla. Son postres helados con diversos rellenos. Su preferido es el de chocolate blanco infusionado con cardamomo, jengibre, limón y canela, con un centro de bizcochuelo bañado en vino dulce. También hay de chocolate amargo con frutos rojos, y de tiramisú.
Los vende por peso. Cuesta mil pesos el kilo y hay de diferentes formas y tamaños. Ahora está cerrando un acuerdo con una importante cadena de cafeterías que le permitirá llegar a un público más masivo.
“Todo lo hago en mi casa. Me compré equipamiento, aparatos especiales, y tres freezers gigantes. Yo también diseño mis propios utensilios: por ejemplo, hice un pico vertedor con ocho colores que lo imprimí en 3D”, explica la artista plástica.
Costantino hace todo ella sola; los postres y el baño, pero ahora, con el aumento de pedidos, tiene una ayudante que le prepara las tortas y ella se encarga de pintarlas.
Entre su lista de clientes famosos figuran Mauricio Macri, al que le hizo una torta para su último cumpleaños, y el diseñador francés Jean Paul Gaultier. “Por pedido de la gente de la Embajada de Francia, armamos una cena para Gaultier en mi casa. Le hice un pequeño banquete con mis mejores diseños. E incluso pintamos un par de tortas juntos. Le encantó”.
Mondongo y Vik Muniz
Hay varios ejemplos de artistas contemporáneos que utilizan alimentos para realizar sus obras de arte.
Uno de ellos es el brasileño Vik Muniz, cuyo nombre real es Vicente José de Oliveira Muniz, uno de los artistas contemporáneos brasileños más destacados del mundo. Es reconocido por sus collages realizados con azúcar, fideos, basura, chocolate, juguetes, mermelada y diamantes.
También el grupo argentino Mondongo, integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, ha trabajado con alimentos como galletitas, caramelos, miga de pan, que trata con una solución de resina para evitar su corrupción. Con ellos realizaron gigantescos retratos, como el de Eva Perón, hecho con miga de pan, o el de Lucien Freud, con carnes ahumadas.
El hombre es un animal cocinero
Graciela Audero
¿Por qué artistas como El Bosco, Tiépolo, Warhol o Marcos López se interesaron por la gula, los banquetes de la antigüedad, una lata de sopa o un asado en Mendiolaza?
¿Qué hay detrás de la representación de alimentos en estelas funerarias, cenas bíblicas, orgías romanas o picnics sobre la hierba?
¿Por qué los historiadores tratan la alimentación, la cocina, la mesa, la gastronomía?
Porque la comida es “un hecho social total”, dice el sociólogo Marcel Mauss. El hombre es un “animal cocinero”; la cultura misma encuentra su origen en el uso del fuego en la cocina.
En tanto hechos culturales, la comida y el arte están ligados a la historia de los hombres, al pasado y al presente, a la experimentación y la innovación, a los sentidos y las emociones.
Desde siempre, el arte y la comida cruzan miradas, revelan hábitos alimentarios de épocas y sociedades, afirman la identidad y dialogan con la extrañeza, nos nutren en sentido propio y figurado.
*Profesora de Francés, licenciada en Lingüística y en Historia. Autora de Arte y comida, Eudeba, Universidad Nacional del Litoral.