El sentido del humor bien podría ser catalogado como el sexto sentido humano. ¿Quién no se ha reído al ver dibujos animados o no ha enfrentado un problema acudiendo al humor? Hay quienes se ríen en los velatorios, quienes se contagian al ver una cara sonriente, y quienes no le ven la gracia a nada.
“No querría entrar a un club que me aceptara como miembro”, dijo Groucho Marx en uno de sus destellos de ironía. Sin embargo, no todos los que se ríen son iguales. Sigmund Freud se ocupó del chiste y su relación con el inconsciente. Tras analizarlos, descubrió que los chistes están vinculados con aspectos reprimidos ligados al sexo. Pero entre los seres amargos y los que ríen a carcajadas puede haber mucho más de lo que se creía hasta ahora.
Nuevos estudios revelan que la sensación gratificante de un gag está determinada biológicamente. Y si es verdad que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, esto también se refleja a la hora de reír.
Como las drogas, el sexo y la comida, el buen humor está enraizado en el circuito cerebral del placer. Según las neuroimágenes que acaba de publicar el psiquiatra Allan Reiss, de la Universidad de Stanford, en la revista de la Academia Norteamericana de Ciencias (PNAS), las personas que se ríen ante un chiste o un cómic, estimulan sus centros cerebrales del buen humor, empezando por la amígdala del sistema límbico hasta el núcleo accumbens, el área tegmental ventral y otros lugares relacionados con la sensación
de gratificación. Todos estos centros cerebrales están vinculados por medio de la dopamina, el transmisor químico que lleva señales de una neurona a otra.
¿Puede generar adicción la risa? Reiss no lo cree. “Aunque puede estar involucrado en la adicción, el centro de la recompensa ha evolucionado para aumentar el aprendizaje y el comportamiento y para mejorar su funcionamiento en el entorno lo más óptimamente posible”.
Parecidos y diferentes
“Hay razones para creer que hombres y mujeres son muy parecidos en su funcionamiento cerebral, pero con ciertas diferencias selectivas”, dice Reiss. “Pensamos que una de esas áreas se refiere al procesamiento de los estímulos emocionales que vienen del ambiente. Especulamos que nuestros descubrimientos reflejan esa diferencia”, desliza con extremo cuidado el psiquiatra desde California.
Durante el experimento, en el cual se le mostraron 70 historietas en blanco y negro a 10 hombres y 10 mujeres mientras se les escaseaba el cerebro, Reiss descubrió que no sólo se activan distintos centros cerebrales en ellos y ellas. También notó que, como las mujeres esperan reírse menos de un cómic, cuando llega el “punch” del final, se ríen más que los hombres, y sus cerebros sienten una mayor oleada de placer.
Los cerebros femeninos también son más sensibles al procesamiento de las palabras y la memoria, cuyas neuronas se concentran en la corteza prefrontal. El humor de las mujeres, sugiere Reiss, es más analítico e intenso que el de los hombres. “ Ellos esperan que un chiste sea gracioso desde que se lo empiezan a contar, así que no se sienten tan gratificados cuando llega el remate”, explica Reiss.
El psiquiatra y especialista en imágenes de resonancia magnética sostiene que su descubrimiento explicará los tipos de personalidad más proclives al humor y los secretos de la depresión. “Uno de los síntomas de la depresión es la falta de sensación de gratificación ante situaciones que antes resultaban placenteras. Diagnosticar cómo responden los centros cerebrales de la recompensa puede convertirse en la forma más simple y directa de identificar a los que sufren de desórdenes del ánimo”, dice.
Polémica
Las diferencias sexuales en el cerebro tienen una polémica historia científica, reabierta cuando el presidente de la Universidad de Harvard, Lawrence Summers, dijo públicamente que existen diferencias que hacen a los hombres mejores candidatos para estudiar y brillar en las matemáticas. Más allá de los críticos y defensores de Summers, lo cierto es que hay nuevos descubrimientos sobre las diferencias cerebrales entre los sexos. Tachadas de prejuiciosas y reduccionistas, las evidencias se acumulan.
Los cerebros de hombres y mujeres difieren incluso antes de ver la luz. Es que la acción de las hormonas sexuales (andrógenos y estrógenos) es clave durante la gestación, determinando si un feto se tornará masculino o permanecerá femenino por default.
Lo más sorprendente es que la actuación de las hormonas sobre las emociones y actividades cognitivas del cerebro se prolonga durante toda la vida, de acuerdo con una reciente investigación también publicada en la revista PNAS.
Endocrinólogos y psiquiatras de New York obtuvieron imágenes por resonancia magnética de mujeres en distintos momentos de su ciclo menstrual. Así, probaron que en los días premenstruales, la corteza órbitofrontal femenina se torna especialmente sensible a los estímulos emocionales negativos.
Pasados esos días, los cerebros de las mujeres retoman el control de las emociones. “Hombres y mujeres difieren en el procesamiento de las emociones, incluyendo la percepción, la experiencia y la expresión. Todo lo cual se refleja, especialmente, en la mayor agresividad masculina”, explican Ruben y Raquel Gur, de la Universidad de Pennsylvania, en la revista Cerebral Cortex. Según estos psiquiatras norteamericanos, ellas tienen una corteza órbitofrontal más grande que ellos, y esto tiene consecuencias en la modulación del comportamiento emocional. La agresividad masculina también se observa a nivel del cerebro (amígdala y corteza occipitotemporal).
Formas de ser
La personalidad de base es un factor esencial a la hora de encontrar algo divertido. Los extrovertidos tienden a ser optimistas y sociables, mientras que los que están en el polo del neuroticismo, según las clasificaciones psiquiátricas, suelen ser ansiosos, inseguros y preocupados por todo. Los escaneos de cerebros de voluntarios revelan, como era de esperar, que los extravertidos tienen una mayor irrigación sanguínea en la corteza órbito frontal y en la temporal. Los introvertidos, en cambio, muestran una mayor activación de la amígdala en ambos hemisferios. En cuanto a los cerebros de los neuróticos-ansiosos, no parecen alterarse especialmente ante las historietas humorísticas. Las personalidades más risueñas son las que activan mayormente las zonas frontales del cerebro y las que activan las regiones mesolímbicas del placer (los extrovertidos y los estables emocionalmente, respectivamente).
Hasta ahora, se pensaba que el humor estaba relacionado con lo racional o con lo afectivo. Ahora, las evidencias muestran que, en ciertas personalidades, las dos vías se activan para comprender un chiste y reír.
“Creo que el humor está altamente correlacionado con ese rasgo humano esencial que llamamos resiliencia”, reflexiona Reiss, haciendo referencia a la capacidad de enfrentar los problemas con otros y salir fortalecido de las crisis.
La batalla de los sexos se dirime hoy en el terreno de la biología y muchas veces son los prejuicios sociales y los aprendizajes culturales los que determinan las tan mentadas diferencias cognitivas y emocionales entre hombres y mujeres. “Las similitudes son mucho más amplias que las diferencias. Hombres y mujeres se parecen más al hermafrodita al que aludía Platón, que busca en el amor la mitad complementaria de su ser, que a criaturas de Venus y Marte”, concluyeron los psicólogos Tor Wager y Kevin Ochsner, de la Universidad de Columbia, tras revisar la montaña de estudios que se apilan sobre los unos y las otras.