"El rock. Un guerrero inhiesto en una lucha encarnizada con el sistema. Resistiendo uppercuts, ganchos y directos sobre su mandíbula de rebeldía y ansias de libertad. Pero cae. Y vuelve a atacar, cantando esa canción que nos pertenece. Y vuelve a caer. Y la canción enmudece. `Peter Capusotto y sus Videos´ es ese protector bucal que te ayuda a resistir mejor y vencer finalmente al enemigo”, puede recitar con voz funesta Peter Capusotto, reubicando la mística revulsiva del rock en el mismo contexto de industrialización vacía que rige también sobre buena parte de lo que la televisión suele considerar humorístico. Pero no para Diego Capusotto (48) y su coguionista y productor artístico Pedro Saborido (45).
Para los creadores de “Peter Capusotto y sus Videos”, el 2009 fue el año de consagración definitiva para la quinta temporada de una fórmula de humor absurdo, códigos propios y referencias donde la música, la política y lo popular saben conjugarse en un mensaje crítico, lúcido y a la vez desopilante sobre la sociedad.
Además de alzarse con todos los premios de la industria, desde Canal 7 se convirtieron en un programa de culto –con un rating promedio de apenas 4 puntos y picos de 5–, y demostraron que calidad y cantidad no sólo son parámetros a veces incompatibles, sino también insuficientes para entender el fenómeno: a dos meses de haber terminado el ciclo 2009, Peter Capusotto se sigue multiplicando en canales de cable y en una infinidad de productos de merchandising –alguno oficial y legal, otros no– cuya última perla (oficial) es un libro con un repaso por los clásicos del ciclo.
“Hay material preparado especialmente con temas y personajes del programa en base a historias y cuentos que no daban para la tele”, cuenta Pedro Saborido, la otra mitad creadora del fenómeno, para quien, además, el éxito del merchandising no oficial con frases y reproducciones de personajes como Pomelo o Micky Vainilla –en remeras, mochilas y carpetas, de venta callejera y por internet– es un síntoma clave de una repercusión que demuestra “que no somos los Redonditos de Ricota ni Tinelli, pero que hay un impacto por lo que el programa se instala sin acotarse a un solo sector sociocultural; hay una masividad en la que, por supuesto, no aspiramos a vender libros como Luis Majul o Dan Brown”, explica.
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