Hoy, hace 80 años, Annelies Marie Frank, a quien todos conocimos en el mundo hispano como Ana Frank, comenzó a escribir su diario. Ese día, el 12 de junio de 1942, cumplía 13 años y le regalaron un cuaderno en blanco, para que escribiera en él lo que quisiera.
Y la historia quiso que ese libro que Otto Frank, su padre, publicaría en 1947 con el título La casa de atrás (luego rebautizado Diario de Ana Frank) fuera el testimonio de la vida en la clandestinidad de toda la familia Frank, en su propio hogar.
Los "mejores" días de Ana Frank
Ana Frank había nacido en 1929 en la ciudad alemana de Frankfurt del Meno, en Hesse. Con Margot, su hermana tres años mayor, y la madre Edith Hollanfrt, todos habían dejado su país natal cuando comenzaron las campañas antisemitas. Hasta entonces habían vivido en una comunidad de judíos pero tenían amigos católicos, protestantes y judíos, ya que –excepto la madre, no eran judíos ortodoxos.
El 13 de marzo de 1933, unas pocas semanas antes de la toma del poder por parte de Hitler, el Partido Nazional Socialista Obrero Alemán (NSDAP) ganó las elecciones municipales de Frankfurt del Meno y comenzó la campaña antisemita.
Otto Frank, que era ex militar del Ejército y entonces empleado de la empresa alemana Opekta Pectacon, vislumbró un horizonte negro y convenció a las mujeres de la casa de que se instalaran en Aquisgrán mientras él aceptaba la propuesta de Opekta para instalar y manejar una sucursal en los Países Bajos.
Frank conocía bien el paño: el nacionalsocialismo había confiscado el banco de su padre y los abuelos paternos de Ana vivían desde entonces en Basilea, Suiza, con quienes las nietas pasaban algunas vacaciones.
Opekta Pectacon fabricaba un producto a base de pectina, utilizado para preparar mermeladas caseras. En 1940, Otto Frank partió a Amsterdam y preparó todo para que se le uniera su familia.
Ana Frank y un Diario que la ayudó a crecer de golpe
Otto Frank alquiló a Van Pieron un local estrecho en Prinsengracht 263, construido en 1635 con vista al hermoso canal homónimo. Angosto como todos los espacios holandeses, el taller del frente ya había sido reformado para sumarle dos plantas superiores –oficina y almacén- y otro espacio trasero (“la Casa de atrás”) para almacenar suficiente mercadería.
Una escalera en la primera planta de la casa delantera conducía a una sala, donde más tarde, colocarían una estantería giratoria que camuflaría el acceso secreto a la casa de atrás.
Frank no trabajaba solo: tenía un empleado, Victor Kugler, -el Sr. Kraler en Diario de Ana Frank; la secretaria holandesa Miep Gies; un carnicero judío también expatriado, con quien se había asociado en la venta de especias, Hermann van Pels; y el contador Johannes Kleiman.
Astuto, Frank había registrado la compañía con los nombres de Jan Gies y Johannes Kleiman, para que no se la confiscaran por estar en manos judías.
Cuando el 5 de julio de 1942, Margot Frank recibió una convocatoria para ir a la "unidad central para emigración judía en Ámsterdam", desde donde la deportarían a un campo de concentración –ya se los había anticipado el tío materno-, los Frank decidieron mudarse a la parte trasera del local comercial de Prinsengracht.
El 6 de agosto, abandonaron la vivienda que alquilaban en Rivierenbuurt, un barrio al sur de Amsterdam que convocaba muchas familias judías. Dejaron todo desordenado, para que creyeran que se habían ido de apuro, y fue fácil para los vecinos deducir que habían huido a Suiza, con sus abuelos.
Ana Frank y el miedo día a día
Sólo el círculo íntimo de los empleados de Frank sabía que la familia se ocultaba en la casa de atrás y, supuestamente, guardaron el secreto. De todos modos, alguien los delató. La hipótesis más aceptada hoy es la que sostiene que los atrapó una patrulla que buscaba comercios ilegales.
Según la Organización Anne Frank, ni siquiera el dueño del local, Van Pieron, sabía que a la casa se le había añadido un depósito con fines comerciales en el fondo. Recién se enteró –dice annefrank.org-- en 1943 cuando vendió la propiedad por 14.000 florines y el comprador fue a conocer el local.
Ese día, el 27 de febrero 1943, Ana Frank tembló: “Una mañana, el nuevo propietario vino a ver la casa, acompañado con un arquitecto. Afortunadamente, el Sr. Kleiman estaba presente y les ha mostrado a los señores todo el lugar, excepto nuestra Casa de atrás”, escribió la niña.
“Supuestamente había olvidado en su casa la llave de la puerta interna. El nuevo dueño del inmueble no preguntó nada más. Esperemos que no regrese y aún desee ver la parte de la Casa de atrás, porque entonces será un problema para nosotros," continuó Ana Frank.
Ana Frank, los últimos días
En ese escondite trasero, los Frank no estuvieron solos. La familia van Pels llegó una semana después que ellos y, en noviembre, se les unió el octavo refugiado secreto, Fritz Pfeffer, un dentista amigo de los Frank.
Ana fue enviada a Auschwitz el 2 de septiembre de 1944 y, el 31 de octubre, trasladada al campo de exterminio Bergen-Belsen, en donde murió de tifus –como sucedía con muchos de los detenidos- en febrero de 1945, dos días antes de que las tropas británicas liberaran del yugo nazi a los judíos que habían logrado sobrevivir.
Una tristeza doble, si se piensa que París había sido liberada tan solo veinte días después de que todos los Frank fueran capturados el 4 de agosto de 1944. Por entonces, el Tercer Reich ya tenía los días contados, asediado por las tropas aliadas que habían desembarcado en Normandía y por las tropas soviéticas que avanzaban desde el este europeo. Por otra parte, Ana y su hermana Margot murieron un mes después de que hubiera sido liberado el campo de concentración de Auschwitz.
El mundo según Ana Frank
Durante todo el cautiverio, ninguno de los refugidados en la Casa de atrás pudo salir a la calle ni hacer el mínimo ruido. Miep Gies les llevaba alimentos y también noticias de la guerra y la caza de judíos.
Esa convivencia obligada no fue fácil para nadie. En pleno despertar adolescente, Ana debió renunciar a la educación pública, sus amigas, sus salidas al cine, sus ganas de rebelarse.
Cuando los Van Pels llegaron a la Casa de atrás, se metieron en el Diario de Ana Frank como los Van Daan. Peter, de 16 años, le parecía tímido, pero terminaría despertando sus fantasías románticas. Fue una decepción cuando Fritz Pfeffer (Albert Dussel) también se incorporó al refugio y obligaron a la muchachita a compartir su habitación con él.
Ethel Frank sabía que se ofrecían recompensas por delatar a los judíos y era la más temerosa por el futuro de la familia; su escepticismo chocaba con la inocencia esperanzada de Ana, y discutían con frecuencia.
Así, encerrada en esa jaula de tensiones, Ana se convirtió en una lectora y escritora asidua, una costumbre que sustituyó las horas de escuela y mejoró su escritura. En sus diarios, Ana fue mitigando la necesidad de crecer de golpe en un mundo muy cruel. Compartir sus ideas y pensamientos con un lector imaginario le ayudó a sobrellevar mejor su cruz.
El último día que escribió fue el 1 de agosto de 1944, tres días antes de que la Grüne Polizei (la policía verde) los encontrara el 4 de agosto y los arrestaran.
El 2 de septiembre de 1844, toda la familia Frank fue obligada a subir a un tren en Westerbork que, tres días más tarde los dejó en Auschwitz.
80 reflexiones del Diario de Ana Frank
Tras el arresto, Miep Gies encontró escondido el Diario de Ana Frank y lo guardó emocionada. Nunca imaginó que casi un año más tarde podría entregárselo en mano al único sobreviviente de la familia, Otto Frank.
Estas son 80 reflexiones conmovedoras que le hicieron pensar cuánto podría la humanidad aprender de una niña de 15 años que, durante más de dos años, transitó cada día entre la vida y la muerte:
1. Aquel que es feliz puede hacer dichoso a los demás. Quien no pierde ni el valor ni la confianza, jamás perecerá por la miseria.
2. No me juzgues, sino considérame simplemente como un ser que siente a veces que la copa desborda.
3. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro, y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.
4. La hoja es mucho más paciente que los seres humanos.
5. Nunca creeré que los poderosos, los políticos y los capitalistas sean los únicos responsables de la guerra. No, el hombre común y corriente, también se alegra de hacerla. Si así no fuera, hace tiempo que los pueblos se habrían rebelado.
6. ¡Las mujeres deben ser respetadas! En términos generales, los hombres son reconocidos con gran aprecio en todas partes del mundo, así que: ¿por qué las mujeres no pueden ser consideradas también? A los soldados y héroes de guerra se les honra y conmemora. A los exploradores se les otorga fama inmoral y los mártires son respetados, pero ¿cuántas personas ven a las mujeres también como soldados?
7. ¿De qué sirve pensar en la miseria cuando ya eres miserable?
8. ¡Qué ciertas fueron las palabras de papá cuando dijo: ‘todos los niños deben cuidar de su propia educación!. Los padres sólo pueden dar buenos consejos o ponerlos en el camino correcto, pero el final la formación del carácter de una persona se encuentra en sus propias manos.
9. ¿Quién más que yo va a leer estas cartas?
10. A la larga, el arma más poderosa de todas es un espíritu amable y gentil.
11. A pesar de todo, pienso que la gente es buena de corazón.
12. Cada uno tiene dentro de sí mismo algo bueno. La buena noticia es que ¡no sabes lo grande que puede ser! ¡Cuánto puedes amar! ¡Lo que puedes lograr! ¡Y cuál es su potencial!
13. Creo firmemente que la naturaleza puede brindar consuelo a todos los que sufren.
14. Cuando escribo, puedo deshacerme de todos mis problemas.
15. Debe ser horrible sentir que no se es necesario.
16. Desde que la vida empezó, la regla se estableció: ¡Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos!
17. Donde hay esperanza, hay vida. Nos llena de coraje fresco y nos hace fuertes de nuevo.
18. El amor no puede ser forzado.
19. El mejor remedio para los que tienen miedo, se sienten solos o infelices, es ir fuera, a algún lugar donde puedan estar tranquilos, solos con los cielos, la naturaleza y Dios. Porque solo entonces uno siente que todo es como debería ser.
20. El que es feliz hace feliz a los demás, el que tiene valor y fe, nunca estará sumido en la desgracia.
21. El ser humano puede sentirse solo a pesar del amor de muchos, porque para nadie es realmente el más querido.
22. En el futuro no le tendré miedo a la verdad, puesto que cuanto más se la pospone, tanto más difícil es enfrentarla.
23. Es realmente una maravilla que no hayan caído todos mis ideales, porque parecen tan absurdos e imposibles de llevar a cabo.
25. Esta semana he estado leyendo mucho y haciendo poco trabajo. Esa es la manera en que deben ser las cosas. Eso es sin duda el camino hacia el éxito.
26. Ganarse la felicidad significa hacer el bien y trabajar, no especular y ser perezoso.
27. He encontrado que siempre hay una belleza que queda en la naturaleza: sol, libertad, en ti mismo.
28. He llegado al punto en el que casi no me importa si vivo o muero. El mundo seguirá girando sin mí, no puedo hacer nada para cambiar los acontecimientos de todos modos.
29. La formación final del carácter de una persona reside en sus propias manos.
30. La gente puede fácilmente ser tentada por dejadez… y por el dinero.
31. La gente siempre seguirá un buen ejemplo; sé el que pone un buen ejemplo, no pasará mucho tiempo antes de que otros lo sigan.
32. La música me mueve hasta lo más profundo de mi alma.
33. La pereza puede parecer atractiva, pero el trabajo da satisfacción.
34. La riqueza, la fama, todo se puede perder, pero la dicha en el corazón a lo sumo puede velarse, y siempre, mientras vivas, volverá a hacerte feliz. (…) No mires las casas y los tejados, sino al cielo.
35. La única manera de conocer verdaderamente una persona es discutir con ellos. Porque cuando discuten en su punto más álgido, revelan su verdadero carácter.
36. Las desgracias nunca vienen solas.
37. Las mujeres son soldados mucho más valientes y heroicos, que combaten y padecen dolores para preservar a la humanidad, mucho más que tantos libertadores con todas sus bonitas historias…
38. Las personas que tienen una religión deben estar contentos, porque no todos tienen el don de creer en las cosas del cielo.
39. Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás, y no solamente judíos.
40. Los débiles morirán y los fuertes sobrevivirán y vivirán para siempre.
41. Los muertos reciben más flores que los vivos, ya que el pesar es más fuerte que la gratitud.
42. Los que tienen coraje y fe no deberían perecer nunca en la desgracia.
43. Los recuerdos significan más para mí que los vestidos.
44. Me puse a hojear en mi diario y me topé varias veces con cartas que tratan el tema de la madre con tanta vehemencia, que me asusté y me pregunté: Ana, ¿eres tú la que hablabas de odio?
45. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.
46. Nadie debe saber que mi corazón y mi mente están constantemente en guerra uno con otro.
47. Nadie se salva. Los enfermos, los ancianos, los niños, los bebés y las mujeres embarazadas marcharon hacia la muerte.
48. No creo que construir castillos de arena en el aire es una cosa tan terrible de hacer, siempre y cuando no te toman demasiado en serio.
49. No pienso en la miseria sino en la belleza que aún permanece.
50. No puedo dejar que vean mis dudas, o las heridas que éstas han infligido sobre mí.
51. No quiero haber vivido en vano como la mayoría de la gente. Quiero ser útil o llevar alegría a la gente, incluso a las que nunca conocí. Quiero seguir viviendo incluso tras mi muerte.
52. No soy rica en dinero ni en bienes terrenales; no soy hermosa, ni inteligente, ni lista; ¡pero soy feliz y lo seguiré siendo! Soy feliz por naturaleza, quiero a las personas, no soy desconfiada y quiero verlas felices conmigo.
53. Nuestras vidas se forman gracias a nuestras elecciones. Primero hacemos nuestras elecciones. Entonces nuestras decisiones nos hacen a nosotros.
54. Para amar a alguien, tengo que admirarlos y respetarlos.
55. Piensa en toda la belleza que aún hay a tu alrededor y serás feliz.
56. Podrán callarnos, pero no pueden impedir que tengamos nuestras propias opiniones.
57. Qué maravilloso es que nadie tenga que esperar un momento antes de empezar a mejorar el mundo.
58. Quienes no escriben no saben lo bonito que es escribir. Antes siempre me lamentaba por no saber dibujar.
59. Quiero escribir, pero más que eso, quiero llevar a cabo todo tipo de cosas que yacen enterradas profundamente en mi corazón.
60. Quiero que algo de mí perdure después de la muerte.
61. Realizar una cosa fácil no demanda ningún esfuerzo. Hay que practicar el bien y trabajar para merecer la dicha, y no se llega a ella a través de la especulación y la pereza. La pereza seduce, el trabajo satisface.
62. Si la gente quisiera, tendría en sus manos el hacer un mundo más grande, más hermoso y mejor, pero se ocupa de cosas superficiales, sin pensar en la belleza real.
63. Siento las cosas de modo distinto a cuando las digo.
64. Simplemente no puedo construir mis esperanzas en una base de confusión, desgracia y muerte. Pienso que la paz y tranquilidad volverán de nuevo.
65. Sé muy bien que en ese caso el círculo de personas en torno a mí se reduciría bastante, pero ¿qué importaría que no me quedaran sino unas pocas personas? Pocas, pero sinceras.
66. Tengo ganas de escribir y aún más de sondear mi corazón sobre toda clase de cosas.
67. Todos vivimos con el objetivo de ser felices; nuestras vidas son diferentes y aún las mismas.
68. Una conciencia tranquila hace la fuerza.
69. Una persona puede sentirse sola, incluso siendo amada por muchas personas.
70. Vivo en un tiempo loco.
71. Y, por último, me dio un giro el corazón otra vez, de modo que ahora el mal está en el exterior y el bien en el interior, y sigo tratando de encontrar una manera de llegar a ser lo que me gustaría ser, y podría ser…
72. Yo sé lo que quiero, tengo un objetivo, una opinión, tengo una religión y amor. Déjame ser yo misma. Sé que soy una mujer, una mujer con fuerza interior y un montón de coraje.
73. Y sin embargo todo sigue siendo tan difícil, ya sabes a lo que me refiero, ¿verdad? Deseo fervorosamente que me dé un beso, ese beso que está tardando tanto. ¿Seguirá considerándome solo una amiga? ¿Acaso no soy ya algo más que eso? Tú sabes y yo sé que soy fuerte, que la mayoría de las cargas las soporto yo sola.
74. Una y otra vez me pregunto si no habría sido mejor para todos que en lugar de escondernos ya estuviéramos muertos y no tuviéramos que pasar por esta pesadilla, y sobre todo que no comprometiéramos a los demás. Pero también esa idea nos estremece, todavía amamos la vida, aún no hemos olvidado la voz de la naturaleza, aún tenemos esperanzas, esperanzas de que todo salga bien. Y ahora, que pase algo pronto, aunque sean tiros, eso ya no nos podrá destrozar más que esta intranquilidad, que venga ya el final, aunque sea duro, así al menos sabremos si al final hemos de triunfar o si sucumbiremos.
75. Quiero ver el mundo y hacer todo tipo de cosas emocionantes, y un poco de dinero no dolerá.76. Un día vacío, aunque claro y brillante, es tan oscuro como una noche cualquiera.
77. Te amo con un amor tan grande que simplemente no podía seguir creciendo en mi interior, pero tuvo que saltar y revelarse en toda su magnitud.
78. Sólo hay una regla que hay que recordar: ¡se ríen de todo y luego todos olvidan! Puede sonar egoísta, pero en realidad es la única cura para los que sufren de autocompasión.
79. Simpatía, amor, fortuna, todos tenemos estas cualidades, pero tendemos a no usarlas.
80. Siempre y cuando esto exista, este sol y este cielo sin nubes, y siempre que pueda disfrutar de ellos, ¿cómo puedo estar triste?