CULTURA
Reparación histórica

Obras de arte robadas por los nazis vuelven a ser exhibidas

Hitler quería fundar un gran museo con producciones de Van Gogh, Klimt y Picasso. Ahora fueron recuperados.

Nazi obras
Obras de arte que habían sido robadas por los nazis. | Cedoc
Desde 1933 hasta 1945 los nazis expoliaron miles de obras de arte. Cuadros, libros, esculturas y hasta orfebrería de los más conocidos artistas del mundo como Vincent van Gogh,  Gustav Klimt o Pablo Picasso cambiaron de manos o desaparecieron. Conocidos como “el agujero negro” para la comunidad artística, en esos 12 años se robó arte para un proyecto de Adolf Hitler: un gran museo artístico en la ciudad austríaca de Linz. Esas obras ahora fueron recuperadas y ahora se pueden ver en museos de Suiza y Alemania.

El gran robo lo planificaron Hitler y Hermann Goering, comandante supremo de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. Durante la guerra, se atacaron bibliotecas y colecciones de arte públicas y particulares de manera sistemática en los países ocupados. Desde 1937 en Alemania se ejecutó un proceso político de “limpieza artística” en la cual se ordenó retirar de las colecciones privadas y estatales las obras de los artistas judíos, alemanes perseguidos, comunistas o vanguardistas.

Algunas piezas se destruyeron, desaparecieron o fueron quemadas, pero la mayoría terminó como propiedad del Estado.  Según Phillip von Neufforge, licenciado en Bellas Artes y barón alemán, los nazis sólo se interesaron por el arte germano o nórdico el cual fueron a buscar hasta a países como India. El arte que no fuera ario le desagradaba a Goering y a Hitler, quien dedicó un capítulo entero de Mi lucha al arte germano.

Con aquellas piezas expropiadas, provenientes de artistas judíos, comunistas o de corrientes vanguardistas se realizó una “Exposición de Arte Degenerado” organizada en Múnich en julio de 1937 por el Tercer Reich. El propósito de la muestra era exhibir las piezas para burlarse de ese tipo de arte. Un comprador fue el que hizo que esta exposición pase a la historia mundial, Hildebrand Gurlitt, un experto en el que los nazis se apoyaban. Gurlitt murió en un accidente en 1956 y su hijo Cornelius se hizo conocido como “El heredero del arte”, su fortuna ascendió los 1340 millones de dólares.

Cornelius vivió sin muchos lujos de la venta de obras que no llamen la atención de la prensa, manteniendo la colección de su padre oculta al mundo por más de siete décadas en su departamento.  Rodolfo del Bene, historiador, aseguró: “Luego del descubrimiento de este tesoro artístico guardado por los Gurlitt el mundo empezó a ver al Arte Degenerado entendido como una profunda fascinación que sintieron los alemanes por estas obras. Si no es imposible de explicar el interés por la conservación durante tanto tiempo, lo hubieran quemado como hicieron con miles de piezas”.

La colección fue descubierta en el año 2012, contaba con más de 1400 obras de artistas como Picasso, Matisse, Modigliani o Dix. Tras la muerte del heredero en 2014, los cuadros se expondrán a partir de noviembre de 2017 en museos en las ciudades de Berna en Suiza y Bonn en Alemania, bajo el nombre de “Colección Gurlitt”.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas fijaron las bases legales para la devolución del material robado. El doctor Orlando Arozarena, aficionado del arte, explicó: “Los derechos legales de una obra de arte es un proceso extremadamente complejo y largo, es complicado determinar si Cornelius Gurlitt cometió un delito ya que la propiedad de las obras robadas durante la guerra son extremadamente difíciles de decretar”. Asociaciones de familias judías reclaman hace años que se investiguen las piezas para ser devueltas a sus propietarios originales.

El periodista Héctor Feliciano publicó en su libro El museo desaparecido: los nazis y la confiscación de obras de arte, una aproximación de datos en números: unas 300.000 obras de arte fueron robadas en Europa Occidental y sólo en Francia, más de 40.000 aún continúan desaparecidas. Ante ciertos descubrimientos de piezas artísticas los museos estatales se las adjudican ignorando a los legítimos dueños. Otra consecuencia del nazismo en el mundo: la pérdida de un gran patrimonio artístico y literario.