El papa Francisco iniciará una histórica visita de seis días a Canadá, un viaje "penitencial" con el que busca sanar heridas del pasado y pedir perdón por los abusos cometidos contra las poblaciones autóctonas -hoy en día el 5% de la población- en los internados católicos. Las investigaciones y los hallazgos de cientos de tumbas anónimas revelaron que miles de niños de las Primeras Naciones Indígenas canadienses fueron violados, maltratados y asesinados en esas instituciones.
Durante el viaje internacional número 37º que realiza desde su elección en 2013, el papa se dirigirá sobre todo a los nativos, a los pueblos amerindios ancestrales, los métis y los inuits, que representan el 5% de la población de Canadá, ante quienes reconocerá públicamente los errores y horrores cometidos durante décadas por la Iglesia.
"Para los pueblos indígenas y, de hecho, para todo Canadá, es esencial que las disculpas se pronuncien en suelo canadiense. Será más poderoso y tendrá un mayor impacto, sobre todo porque en las culturas indígenas la tierra de los antepasados es de particular importancia", dice Marie-Pierre Bousquet, directora de Estudios Indígenas de la Universidad de Montreal.
El descubrimiento en los últimos meses de unas 1.300 sepulturas de niños sin marcar, un testimonio de la segregación histórica que sufrieron los menores indígenas, sacudió a Canadá.
La Ley Indígena separó a 150.000 niños de sus familias para "civilizarlos"
Aprobada en 1876, la Ley Indígena allanó el camino para que el gobierno canadiense tratara a las poblaciones indígenas de Canadá sin los derechos otorgados a los colonos blancos. Otorgó al Gobierno el "derecho exclusivo de crear legislación sobre los indios y las tierras de los indios".
Siete años después, en 1883, el primer ministro Sir John A. Macdonald autorizó la creación de escuelas residenciales. "Para educar adecuadamente a los niños, debemos separarlos de sus familias. Algunas personas pueden decir que esto es difícil, pero si queremos civilizarlos debemos hacerlo", anunció.
Este sistema para suprimir la identidad de las minorías amerindias e imponerles las "Prácticas culturales europeas" permitió la creación de internados financiados por el Estado y gestionados por organizaciones religiosas que forzaban la separación de los niños y sus familias y se llevaba a cabo una política de asimilación que les impedía hablar su idioma o practicar su cultura.
Desde 1883 hasta la década de 1996, unos 150.000 inuit, mestizos o integrantes de los pueblos originarios (dene, mohawk, ojibway, crie, algonquin, etc.) fueron ingresados a la fuerza en los 139 internados de todo el país. Un 46% de estos internados estaban dirigidos por instituciones católicas.
Aislados de sus familias, su lengua y su cultura, miles de esos niños sufrieron abusos de todo tipo, como episodios de violencia con fines punitivos o intimidatorios, encarcelamientos, hambre, frío y violaciones por parte de directores y profesores.
La primera advertencia sobre el trato abominable que sufrían los niños indígenas se produjo en 1907, cuando el inspector médico de Asuntos Indígenas P.H. Bryce advirtió que las condiciones en las escuelas eran un "crimen nacional". Pero una década más tarde la asistencia a las escuelas residenciales se hizo obligatoria para los niños indígenas de entre 7 y 15 años.
Se calcula que, entre 1880 y 1970 más de 6.000 niños murieron, principalmente de desnutrición, enfermedades como la tuberculosis o negligencia, en lo que el Comité para la Verdad y la Reconciliación (TRC) definió como un "genocidio cultural".
El informe de la Comisión decía: "Muchos estudiantes que fueron a la escuela residencial nunca regresaron. Se perdieron para sus familias. Murieron a tasas mucho más altas que las experimentadas por la población general en edad escolar.
Muchos de los que sobrevivieron a las escuelas sufrieron enfermedades crónicas y discapacidades.
"Sus padres a menudo no estaban informados de su enfermedad y muerte. Fueron enterrados lejos de sus familias en tumbas abandonadas durante mucho tiempo", agregaba el informe.
"Este fue un crimen contra la humanidad", dijo el jefe Bobby Cameron de la Federación de Primeras Naciones Indígenas Soberanas en Saskatchewan, quien agregó que espera que se encuentren más tumbas en los terrenos de las escuelas residenciales en todo el país: "No nos detendremos hasta que encontremos todos los cuerpos".
Tumbas sin nombre claman justicia
En mayo de 2021, las autoridades descubrieron los cadáveres de 215 niños de la minoría étnica Tk'emlúps te Secwépemc cerca de lo que una vez fue la Escuela Residencial Indígena Kamloops (Columbia Británica), una de las instituciones del llamado sistema de "escuelas residenciales indias", que funcionaron desde fines del siglo XIX hasta 1978.
Una de las más grandes del país, comenzó a operar a fines del siglo XIX bajo la dirección de la Iglesia Católica antes de pasar al control del gobierno en la segunda mitad de la década de 1960 y cerrar sus puertas en 1978.
Allí, los niños a menudo fueron sometidos a abusos sexuales y físicos, y muchos de ellos pagaron con sus vidas por ser considerados diferentes.
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Las condiciones de vida estaban tan plagadas de enfermedades, abuso y abandono que las probabilidades de morir en las escuelas residenciales canadienses eran casi las mismas que las de aquellos que sirvieron en el ejército de Canadá durante la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los sobrevivientes de la escuela de Kamloops, el jefe Harvey McLeod de Upper Nicola Band, dijo que el espantoso descubrimiento le había traído recuerdos dolorosos de su tiempo allí, adonde fue llevado en 1966 por sus padres, con siete de sus hermanos, para permitirles escapar de la pobreza. El hombre hoy confiesa que sufrió abusos físicos y sexuales.
"He perdonado, he perdonado a mis padres, he perdonado a mis abusadores, he roto la cadena que me retenía en esa escuela, no quiero vivir más allí pero al mismo tiempo asegurarme de que las personas que no regresaron a casa son reconocidos y respetados y llevados a casa de buena manera", dijo.
En junio de 2021 se encontraron 751 tumbas sin nombre, principalmente de niños indígenas, en los terrenos de la antigua Escuela Residencial Indígena Marieval (Saskatchewan), un instituto para niños indígenas que funcionó desde 1899 hasta 1997 y hasta la década de 1970 bajo el control de la Iglesia Católica.
Tras el hallazgo, la iglesia de Canadá asumió su responsabilidad y pidió formalmente disculpas, pero no pudo evitar una ola de vandalismo contra diez templos que acabó con el incendio de otras ocho.
En febrero de este año, una comunidad indígena anunció el hallazgo de otras 54 tumbas de niños nativos en los terrenos de dos antiguos internados católicos que funcionaron en la Primera Nación de Keeseekoose (provincia de Saskatchewan) o en sus alrededores, desde 1895 hasta 1969. de Fort Pelly y las otras doce en St. Philips.
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Cuarenta y dos tumbas infantiles fueron encontradas en el emplazamiento de la antigua escuela de Fort Pelly, fundada en 1895 por el reverendo Jules Decorby, de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, y que funcionó hasta 1913. Esa escuela recibió financiación federal a principios del siglo XX hasta que cerró.
Según el Centro Nacional para la Verdad y la Reconciliación, el director de la escuela en 1910 dijo que no recibía suficiente dinero del gobierno para alimentar adecuadamente a los estudiantes.
Cómo será el viaje de Francisco a Canadá
El 1 de abril pasado, Francisco pidió perdón por la "deplorable conducta" que tuvieron los miembros de la Iglesia católica en el sistema de asimilación forzada de la cultura europea en Canadá.
"Siento dolor y vergüenza por el rol que distintos católicos con responsabilidad educativa tuvieron en todo los que os ha herido: en los abusos, en la falta de respeto a vuestra identidad y cultura e incluso hasta en vuestros valores espirituales", dijo ante representantes de las comunidades indígenas.
Debilitado por un dolor de rodilla, llegará este 24 de julio a Edmonton y visitará Quebec y Iqaluit, en el archipiélago ártico.
La "peregrinación penitencial", como la definió el mismo papa, comenzará el lunes con una escala en la localidad de Maskwacis, a unos 100 kilómetros al sur de Edmonton, donde Francisco se encontrará por primera vez con los pueblos indígenas. Se prevé que unas 15.000 personas asistan al encuentro, entre ellas ex alumnos de internados de diferentes partes del país.
El martes, Francisco celebrará una misa en un estadio con capacidad para 60.000 personas en Edmonton, tras lo cual se dirigirá al lago de Sainte-Anne, meta de una importante peregrinación anual. Luego viajará a Quebec del 27 al 29 de julio, donde se reunirá con el primer ministro Justin Trudeau y celebrará una misa en el Santuario Nacional de Sainte-Anne-de-Beaupré, uno de los mayores lugares de peregrinación de América del Norte.
El 29 de julio, el jesuita argentino viajará a Iqaluit (Nunavut), ciudad al extremo norte de Canadá, donde se concentra el mayor número de inuit del país, para reunirse con antiguos alumnos de los internados, antes de regresar a Roma.