A tres días de haber salido de Buenos Aires, tengo un primer e inmediato objetivo: bajar las revoluciones. Es fundamental vaciarme del ruido porteño y de las expectativas y preguntas acerca de cómo resultara este viaje para poder subir más liviana (por tierra y mentalmente).
Nuestro viaje comenzó el 20 de junio a las 13.30, cuando salíamos de Ciudadela con 9 cajas de madera acomodadas de forma horizontal en el furgón de la camioneta Kangoo, 3 tiras de gomaespuma que se transformarán en la cama dos plazas -y nuestro nuevo hogar-, almohadas, acolchado, ropa, computadoras, heladerita, algo para picar y dale que arrancamos, dale que se puede.
Antes de antes: La idea de recorrer Latinoamérica nació hace un año y medio, cuando regresábamos de un viaje en carpa por el sur de nuestro país. Fue en la ruta que nos llevaba de vuelta a la rutina de Buenos Aires. Podría haber quedado en mero efecto placebo, en sueños que solo sueños son para extender la felicidad vacacional. Pero no, continuamos y se transformó en proyecto, luego en posibilidad y ahora en realidad.