Es un problema que afecta a mujeres y hombres por igual, no importa el peso o la altura: por mucho o poco, es difícil conseguir en la Argentina talles adecuados a los cuerpos de la mayoría de la población. En el país, no existe aún una ley nacional de talles, y varios proyectos que coexisten en el Congreso aspiran, este año, a unificarse y convertirse en una normativa única. En el país existen, actualmente, 14 leyes de talles entre regionales y provinciales.
Este miércoles, en el Senado, se dio media sanción por unanimidad al Sistema Unico Normalizado de Identificación de Talles, que busca determinar, mediante un estudio antropométrico, cómo es efectivamente el cuerpo de los argentinos y poder, a partir de allí, obtener las medidas corporales que permitan salir de la escala de talles únicos o estándar (S-M-L) que no contemplan los cuerpos reales; y que respondan, además, a los intereses de la industria textil y de indumentaria, que reclama que no hay variedad de talles porque en el país no hay mercado suficiente como para hacerlos.
Ese estudio, llevado adelante por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ya se viene realizando en distintas regiones del país pero aún no está finalizado, según informan autores de los otros dos proyectos: uno corresponde a la diputada Victoria Donda (Somos), acompañada del colectivo AnyBody Argentina, que brega por que los talles dejen de regirse por las normas Iram que poco tienen que ver con la realidad: según un informe que realizaron el año pasado, siete de cada diez personas dijeron “tener problemas para encontrar los talles adecuados” para vestirse.
El otro, firmado por la diputada Lucila Lehmann (Cambiemos), propone además que no todos los locales tengan todos los talles, sino que garanticen al menos un modelo de las prendas que comercialicen en al menos todos los talles. Los rangos irían al menos tres o cuatro por encima de los estándares, para arriba y para abajo.
“Actualmente los talles que se comercializan no se asemejan a la contextura física de los clientes, sino que estos se sienten obligados a adaptarse a lo que encuentran en dichos establecimientos, los cuales responden a estereotipos de belleza más delgados que los de nuestro país y algunos de ellos determinados conforme a sistemas de talles basados en estudios antropométricos de otros países del mundo”, aclara Lehmann a PERFIL.COM.
Esta situación causa dos problemas fundamentales que los proyectos pretenden combatir: “El primero es el incremento de enfermedades y desordenes alimenticios que se generan en los consumidores de prendas, entre los cuales se destacan las mujeres adolescentes”, sostuvo la diputada. “Según una encuesta de la organización Anybody, el 65 por ciento de las personas tienen dificultad para conseguir ropa adecuada a su talle. De esa proporción, el porcentaje llega a 95 por ciento cuando se trata de prendas femeninas”, agregó.
A su vez, el proyecto busca la armonización de la innumerable cantidad de sistemas de talles existente, dado que en la actualidad depende de cada proveedor, lo cual no solo confunde al consumidor, sino que hace aún más insostenible el fundamento en los cuales estos proveedores se basan al momento de definir los talles de sus prendas.
C.F.E./D.S.