“El Conejo” entró esposado y salió saludando irónicamente con sus dos manos en alto. “Cachila” recorrió la escena del crimen custodiado por policías y luego se fue gritando que era “un nuevo perejil”. El pastelero fue apuntado por todos y después de horas de declaración salió conmovido, triste, pero libre, y regresó a la Argentina. Dos personas apodadas “Huguito” fueron demoradas y al final no tenían nada que ver. Cuatro albañiles, un artesano, un pescador y hasta el hijo de la madrina. Los sospechosos por el crimen de Lola Chomnalez (15) se multiplicaron por decenas, pero en todos los casos el resultado fue el mismo: nada.
“No podemos dar a conocer a los medios hacia dónde va la línea de investigación. Es una causa abierta, compleja, y la policía sigue trabajando”, se limitó a decir el vocero de la Suprema Corte de Justicia de Uruguay, Raúl Oxandabarat, ante la consulta de PERFIL sobre el estado actual de la causa. A un año del homicidio de la joven, en la playa uruguaya de Barra de Valizas, no hay culpables.
Lola fue encontrada sin vida el 30 de diciembre de 2014 con el cuerpo semienterrado en la arena, a casi cinco kilómetros de la casa en donde estaba veraneando con su madrina, Claudia Fernández; su marido, Hernán Tuzinkevich, y los dos hijos de éstos. El hallazgo de una muestra de ADN en la mochila de la adolescente se convirtió en la esperanza de encontrar al asesino.
La madrina, Tuzinkevich y el hijo de 14 años de éste con un matrimonio anterior fueron los primeros en estar en la mira. Permanecieron detenidos un día, declararon ante la magistrada y luego recuperaron la libertad por falta de pruebas. Días después, se registró una seguidilla de detenciones que sólo duró unas pocas horas y los supuestos sospechosos se retiraron de la fiscalía gritando su inocencia y saludando a la prensa que se encontraba en el lugar.
En esta causa fueron detenidas 25 personas que luego fueron liberadas. Al menos 17 se sometieron al cotejo de ADN, con resultados negativos.
La última novedad en este caso se conoció el 10 de septiembre pasado con la detención de Huguito (ya habían demorado a una persona con ese mismo apodo que habían confundido con el hombre que buscaban). Después de ese día, el caso volvió a fojas cero, como hasta hoy.
Expediente. La causa estuvo a cargo de dos jueces y tres fiscales. La jueza Silvia Urioste asumió la investigación de la muerte de Lola el 13 de enero, suplantando a la magistrada Marcela López Moroy. Por su parte, la fiscal Soledad Barriola, que se encontraba de turno en los primeros días de enero en el marco de la feria judicial, dejó su puesto a Gabriela Sierra. El 10 de marzo, el fiscal Rodrigo Morosoli tomó el caso hasta la actualidad.
Los padres de la menor calificaron la investigación como un “chiste macabro” y se quejaron porque el fiscal Morosoli no les atiende el teléfono. “No hicieron nada. La investigación es un chiste macabro, creo que nos están tomando el pelo”, se enoja Diego Chomnalez, padre de la víctima, en una entrevista con Clarín. Mientras que la madre de la joven agrega: “No hay datos, no hay nada certero. El fiscal no nos atiende el teléfono, no nos sentimos acompañados. Es para volverse locos”. Ante esta situación, el
vocero de la Corte contestó: “Los padres no son parte del proceso penal, para eso tienen a un abogado que se puede comunicar con los representantes de la Justicia”.
PERFIL intentó conversar con la magistrada pero ella decidió no dar entrevistas. Mañana se cumple un año del crimen de Lola y este “chiste macabro” parece no tener un final.