Mientras las grandes cadenas como Starbucks, The Coffee Store, Café Martínez y Havanna aumentan su presencia en la ciudad, los bares y cafetines porteños más clásicos siguen firmes y compiten de igual a igual contra las nuevas formas de comercializar café, en una guerra que se desató hace un par de años.
Lo cierto es que los bares y cafés –referentes indiscutidos del espíritu porteño más cabal– cuentan a su favor con tres valores genuinos que tal vez difícilmente puedan alcanzar con el tiempo estas cadenas: tradición, pertenencia y reconocimiento por parte de sus clientes, según coinciden los expertos.
Y esa “fidelidad” llega a ser tal que en varias ocasiones se puede identificar a todo un barrio por tal o cual café. Hay varios casos: Bar de Carlitos en San Cristóbal, el Café de García en Devoto o el bar El Progreso en Barracas.
Así y todo, hay que destacar que el desembarco y surgimiento de estas cadenas –algunas internacionales– no significa una amenaza directa para los negocios de estos cafetines autóctonos, muchos de ellos ubicados en barrios alejados de las luces del Microcentro y declarados como Notables o Sitios de Interés Cultural, por décadas de trayectoria.
Todo parece indicar, por lo tanto, que ambos estilos de bares y cafés, ya sean tradicionales o modernos, pueden convivir tranquílamente en el ámbito de la Ciudad.
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