Poco después de que el Papa Francisco admitiera que muchas monjas fueron maltratadas por sacerdotes e incluso utilizadas como "esclavas sexuales", docenas de católicos se presentaron para denunciar un fenómeno paralelo e igual de perverso: el abuso sexual por parte de las monjas a niños y niñas de escuelas y conventos en las que trabajan.
Una red de víctimas de abuso sexual denunció que decenas de monjas violaron niños dentro de la iglesia católica de EE.UU. y lograron ocultarlo durante décadas en lo que califican como un escándalo “tan grande como el de los sacerdotes pedófilos”. Solo en la última semana, docenas de personas se presentaron para denunciar haber sido abusadas sexualmente por monjas en su niñez ante la SNAP, la Red de Sobrevivientes de los Abusados por los Sacerdotes.
Los denunciantes aseguran haber sido fueron atacadas sexualmente por mujeres mientras vivían en orfanatos y escuelas católicas de los EE.UU. durante los últimos 50 años. Entre las presuntas víctimas figuran mujeres de entre 60 y 70 años que contaron sus historias por primera vez. "Este es el próximo gran problema para la iglesia: el mayor secreto jamás contado", dijo Mary Dispenza, directora de la SNAP, a The New York Post.
Dispenza, de 78 años, lucha desde hace más de dos décadas por las víctimas de abuso del clero y viajó al Vaticano, en coincidencia con la cumbre anti-pederastia organizada por el Papa Francisco, para exigirle que ayude a las víctimas del abuso de monjas y despida a cualquiera que haya encubierto los crímenes del clero católico.
"Queremos que se vayan de inmediato", dijo Dispenza al diario británico The Daily Mail. También quiere que el Vaticano exija a los jerarcas católicos que denuncien de inmediato nuevos casos de abuso, en lugar de alertar primero a los obispos locales u otras jerarquías de la iglesia.
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Dispenza, que fue monja durante 15 años antes de convertirse en activista contra la Iglesia Católica, dice que ella y su organización se preparan para “una avalancha” de denuncias contra monjas, que normalmente dirigen escuelas y orfanatos, y pasan exponencialmente más tiempo con los niños que los sacerdotes. Según Dispenza, unas 55.944 monjas "están en contacto con niños en la escuela todos los días de 9 a 3" en los Estados Unidos.
La activista detalló los abusos sexuales que sufrió a manos de un sacerdote católico en el arenoso vecindario del este de Los Ángeles donde creció. A pesar de las violaciones de la infancia por parte del sacerdote, en quien confiaba su familia, ella decidió convertirse en monja, solo para enfrentar un abuso similar por parte de una hermana superior mientras era novicia. "Me tomó la cara con las dos manos y me besó por toda la cara", recordó. "Me sentí perdida, abandonada, confundida, me sentí sola".
"En el pasado, las víctimas estaban muy avergonzadas y temían contar sus historias, pero ahora están empezando a manifestarse y esperamos que esto sea tan grande como el escándalo de abuso de sacerdotes", dijo Dispenza.
Entre estos denunciantes se encuentra Cait Finnegan, una mujer de 67 años que asegura que la Hermana Juanita Barto abusaba de ella rutinariamente en la Escuela Secundaria Mater Christi en Queens cuando era niña.
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Barto murió en 2014 y nunca se enfrentó a acciones legales. "Estaba obsesionada conmigo las 24 horas del día", dijo Finnegan. Durante años, no hizo nada por vergüenza, pero en 2004 se contactó con las Hermanas de la Misericordia e investigó su caso adecuadamente.
La monja denunciada lo admitió cuando fue interrogada por el abogado de la orden pero dijo que Cait “quería” ser abusada. La orden religiosa pagó para que Cait se sometiera a una terapia, dijo, pero no hicieron otra oferta.
Según contó al NYP, el abuso comenzó cuando Finnegan tenía 15 años y continuó a lo largo de sus años de escuela secundaria: ocurrió en autobuses escolares, en eventos deportivos fuera de la ciudad, en retiros religiosos en el estado de Nueva York, e incluso en la casa de Finnegan y en un convento de Long Island.
Ahora, a la luz de la Ley de víctimas infantiles que se aprobó la semana pasada en Nueva York y otorga a las víctimas de abuso sexual un plazo de un año para presentar reclamaciones civiles, Cait está considerando tomar medidas. "El dolor se reavivó", lamentó.
Por convocatoria de Francisco, los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo se reunirán del jueves al domingo en El Vaticano, para afrontar el problema de los abusos sexuales y la pedofilia en el clero, en el encuentro "La protección de los menores en la Iglesia". "Debemos hacer todo lo posible, cada uno en su papel, para que la Iglesia sea una casa segura y acogedora para los más débiles", dijo el arzobispo de Chicago Blase Cupich, miembro del comité organizador.
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