SOCIEDAD
Protocolos haciendo equilibrio

Municipios de la costa: entre la nueva normalidad de los barbijos y el control de las fiestas clandestinas

Agentes municipales y policías recorrieron las playas y las zonas comerciales intentando dispersar juntadas y fiestas clandestinas en plazas y playas. Solo en Mar del Plata hubo quince denuncias en las últimas 48 horas.

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Balance. Aunque muchos jóvenes se reunieron en fiestas espontáneas, otra gente respeta el protocolo y llega al agua con barbijo. | cedoc

A pesar de la pandemia, el rebrote de coronavirus y los numerosos requisitos para viajar, la temporada en la costa atlántica ya empezó a tomar su temperatura de otros años. Con los primeros días soleados y calientes –ayer por la tarde 35 grados–, ni siquiera la revelación gubernamental sobre que se podría estudiar la eventual imposición de toques de queda “sanitarios” tuvo –hasta ahora– demasiado éxito. Y esta situación se reflejó en gente sin barbijos y sin guardar distancia y, sobre todo, en decenas de fiestas clandestinas, 

Justamente, en las últimas 48 horas, solo en la municipalidad de General Pueyrredón recibieron unas quince denuncias, de las cuales al menos seis eran eventos ilegales y fueron desactivados por equipos de la Secretaría de Seguridad de la comuna. Pero no fue fácil, tal como demostró una fiesta “espontánea” en una juntada de 1.500 personas en una playa pública de un balneario de zona sur. Los concurrentes consumían alcohol en vasos y picos compartidos y, por supuesto, bailaban sin respetar el distanciamiento. El personal municipal y los efectivos de la Comisaría 13a tardaron casi dos horas para lograr que los asistentes apagaran sus amplificadores y se retiraran con las bebidas.

Según autoridades marplatenses, esto se pudo hacer debido a que “por ordenanza está prohibido el consumo de alcohol y la amplificación de sonido en las playas”. Y agregaron que “en el marco de la pandemia no se puede bailar y es necesario mantener el distanciamiento. “Esos fueron los motivos que llevaron a frenar este encuentro masivo en la playa”.

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En otras zonas de la ciudad ocurrió lo mismo –aunque en escala menor–, como en Plaza España, donde se desarticuló un grupo de baile de unas veinticinco personas, que se movían juntos, sin tapabocas, mientras algunos de los asistentes compartían bombillas y mates.

En cumplimiento de los protocolos que indican un aforo máximo en diversas actividades, tanto al aire libre como en locales cerrados los equipos de inspección recorrieron paseos comerciales y gastronómicos como la peatonal San Martín, Rivadavia, Belgrano, Güemes, Constitución, H. Yrigoyen y Alem.

Los controles también se dieron en otras localidades. Según aseguró Martin Yeza, intendente de Pinamar, “en nuestra ciudad observamos que se están respetando los protocolos sanitarios, sobre todo en bares y restaurantes”. Y reveló que en la noche del 31 de diciembre hubo más de 50 lugares abiertos, aunque admitió que debieron clausurar tres “que sobrepasaron la capacidad máxima de personas admitidas”, contó el intendente en diálogo con radio Mitre.

Aforo. A pesar de las precauciones, todo parece vaticinar que los números de contagios seguirán subiendo, pese a que las diferentes localidades de la costa fueron estableciendo sus propios protocolos para actividades, tanto al aire libre como en ambientes cerrados. En ambos espacios la clave es el aforo: no superar la cantidad de gente permitida sea en la playa o en un restaurant. Para eso las autoridades de la municipalidad de General Pueyrredón pusieron controles aleatorios para el ingreso a los balnearios, recordando que nadie puede “bajar” a la playa sin barbijo y llevando alcohol, además de intentar ordenar el flujo para evitar las aglomeraciones en un único sector de playa. El concepto básico es que entre sombrillas y reposeras de cada grupo familiar haya una distancia de dos metros.

Finalmente, en este aún flamante verano también comenzó a reeditarse otro triste clásico de los últimos estíos, revelador del estado de  ánimo social: las peleas campales. En las últimas horas hubo un ejemplo que –como siempre– se viralizó a través de las redes. En esta oportunidad un picadito en la playa Las Toscas terminó con un amplio grupo corriendo a golpes y patadas a un guardavidas que les pidió que no siguieran jugando.