Jean Michel Blanquer no es solo el ministro que mejor mide en el gabinete del presidente francés, Emmanuel Macron, sino también el encargado de una reforma revolucionaria en uno de los países fundacionales de la cultura occidental: a partir del año próximo, la educación bajará tres años su obligatoriedad –el ingreso pasará de los 6 a los 3 años– ya que, según el experto, “lo fundamental en el conocimiento es asegurar la primera infancia”. Acompañado por su par argentino, Alejandro Finocchiaro –ambos participaron del grupo de trabajo en materia de Educación para el próximo G20, una novedad introducida por Argentina como país anfitrión–, Blanquer aseguró ayer que “en esta nueva civilización de la ciencia y la tecnología, hay que apuntar más al espíritu científico, y la tecnología no debe ser considerada una divinidad. Hay que usarla, pero reducir casi a cero la exposición de los más chicos a las pantallas”.
“La escuela debe ocupar el lugar de la racionalidad y apelar al respeto por el otro. Aunque lo tecnológico puede ser muy bueno, hay que ver lo positivo y negativo”, dijo Blanquer sobre el lugar que debe ocupar la tecnología en el nivel inicial. El ministro explicó que la ciencia cognitiva demostró que “no es bueno exponer demasiado a los niños ante las pantallas”, aunque resaltó la utilidad de la inteligencia artificial combinada con lo pedagógico, “como programas para entrar a la lectura y robots que facilitan conocimientos básicos en geometría”.
Blanquer se manifestó “enamorado” de América Latina e hizo referencia a la brecha entre la educación pública y privada en su país: “En Francia, solo el 20% de la matrícula va a escuelas privadas, que de todas maneras tienen, en su mayoría, contratos con el Estado, que paga a los maestros”. Dijo que “hay dos factores claves para la evolución de todo el sistema escolar: la formación docente y el segundo es la confianza con las familias”.
