“Con los años, los perros pasaron de ser mascotas que estaban atadas con una correa en una cucha, a vivir dentro de las casas con sus dueños, incluso a dormir en la cama con ellos, por eso cada vez más vieron que se necesitaba más limpieza y belleza, y ahí es donde entramos los peluqueros comerciales”, explica Roberto Nugnes, peluquero canino hace más de veinte años, dueño de una peluquería en Quilmes, e impulsor de la primera Asociación de Peluqueros Caninos, que ya nuclea cerca de 300 profesionales en el país, a través de la que buscan una vez que logren oficializarla, mayor reconocimiento, certificaciones y profesionalismo.
Este fin de semana, Nugnes y otros peluqueros caninos estarán en la 13a edición de la feria Nuestros caballos y nuestros perros, en La Rural, donde habrá un concurso de peluquería canina, Copa Groom, donde participarán 200 profesionales de varios países (ver aparte).
“Hace unos veinte años en Caballito o Quilmes había tres peluqueros profesionales, y hoy hay más de 300 en cada lugar, por eso queremos que se convierta en un oficio reconocido”, explica.
En su caso, el oficio le llegó porque se crió rodeado de animales. “Tuve una vida de perros”, dice, en relación con que en su casa había un criadero de caniches.
Así, primero fue peluquero de caballos, luego de toros de exhibición, hasta que se dedicó a los perros, a quienes preparaba para los shows de exhibición. Notó el crecimiento de la peluquería canina, y tras ponerse en contacto con otros peluqueros creó la asociación hace tres años, donde cerca de 300 asociados pagan una cuota anual de $ 600 a cambio de seminarios y capacitaciones gratuitas por parte de expertos en tendencias y cuidado de animales.
“El primer seminario que hicimos fue en mi casa, vinieron 150 personas. Ahí entendí que acá había algo. No sólo hablamos de estética y de cómo uno agarra la tijera, sino de cómo uno trata a los animales, del contacto que tenemos con ellos”, dice.
Crecimiento. Si bien todavía son pocos y por ahora se nuclean en Buenos Aires, quieren llegar a otras provincias, donde realizan competencias. El año pasado hicieron una competencia en la Sociedad Rural de Tucumán.
Según Nugnes, un peluquero canino debe saber desde cómo cuidar el manto de cada raza, cuánto pelo pierde cada uno, hasta cómo manejarse con perros agresivos y con animales ancianos o cachorros. Además de, claro, estar al día con las tendencias, tanto nacionales como internacionales, que varían con cada raza, y que muchos clientes les piden.
“Acá el 80% de las peluquerías trabaja con caniches, son la raza más popular, y para la que las clientas piden más cosas, como cortes con pompones que vieron en una revista, de todo”, cuenta.
Los precios de los cortes también varían con cada raza. Mientras el de un caniche puede costar entre $ 300 y $ 400, otras razas de talla mayor, como un Schnauzer gigante, pueden llegar hasta los $ 500 o $ 700.
“La gente siempre compara mal y dice, ‘cómo puede ser que yo en la peluquería gasto menos que el perro’; uno siempre le explica que el ‘peluquero humano’ corta nada más que la cabeza, al perro se le hace un trabajo de la punta de la nariz hasta la punta de las patitas”, agrega.
Tendencia en el mundo
En España, hace veinte años existe la Asociación Española de Estilistas Caninos, que se formó en 1999. Su objetivo, “valorizar y regularizar la figura del peluquero felino/canino, enmarcándolo en un ámbito social y laboral con un contenido profesional serio y de prestigio”, según indican en su página web. Austria, Bélgica, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos son otros países donde también existen este tipo de asociaciones. En la mayoría de los casos, se busca profesionalizar a los peluqueros, de modo que puedan, también, participar de competencias internacionales de Groom, como se conoce a la actividad. Así, cada asociación forma un equipo que luego representa al país.