El pasado viernes 9 de Julio, la Confitería del Molino festejó los 105 años de apertura. Para su celebración decidió abrir sus puertas para que se pueda apreciar el avance de las obras de restauración que se vienen llevando a cabo desde que pasó a manos de la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación, tras su expropiación aprobada en 2014, y luego de permanecer cerrada unos 24 años.
Más allá de exhibir los trabajos de restauración, la movida también se realizó de cara a su futura reapertura prevista, según adelantaron las autoridades de la Comisión Administradora del Edificio del Molino, para fin de este año.
En este sentido, Ricardo Angelucci, secretario técnico de la Comisión Administradora, señaló a PERFIL que “una vez terminada la restauración de la planta baja del edificio, el salón del primer piso y la terraza, el plan es avanzar con un modelo de concesión que permita reabrir al público en general la Confitería. La idea es tener todo listo para reabrir a fin de año”, aseguró el funcionario.
Entre las tareas ya terminadas se cuentan la restauración total de la azotea y la torre cúpula, que incluyó la puesta en marcha e iluminación de las aspas, la restitución de los leones alados y de los ocho paños vitrales retroiluminados. Según explicó Angelucci, la idea es incluir a la terraza del edificio en los pliegos para que allí funcione un bar de altura, tal como ocurre en diferentes edificios y hoteles de la Ciudad.
En el salón de la planta baja, en tanto, se exhibieron objetos históricos de la Confitería inaugurada en 1916. Allí se pudieron observar moldería original, servilletas, botellas y cajas de entrega de pastelería originales, que fueron donadas por viejos clientes del lugar.
La marquesina. En esta oportunidad, el foco de atención de las obras restauradas fue la marquesina de hierro, sus luminarias y los vitrales que bordean externamente el perímetro de toda la Confitería. Por ahora solo está terminado el sector de la ochava de Rivadavia y Callao que se descubrió especialmente para ser exhibido en el aniversario de la emblemática confitería porteña. Como se recordará, la marquesina fue restaurada en Astilleros Río Santiago.
“La restauración de la marquesina llevó cuatro meses de trabajo, que llevó a cabo el equipo de vitrales del Molino. En este sector se colocaron los vidrios originales, mientras que en el resto se colocaron los vidrios nuevos. El próximo paso es colocar las lámparas y los copones”, explicó María Paula Farina Ruiz, asesora especialista en reparación de vitrales.
Según explicó la reconocida vitralista, la marquesina tiene 160 metros cuadrados y más de 150 paños de vitrales, además de dos copones de 4 paños de vitrales cada uno y 16 lámparas que la iluminan.