SOCIEDAD
La segunda muerte de Javier Messina

Psicosis social, burundanga y estigmatización: la historia detrás del suicidio del Dios Punk

El periodista rosarino Nicolás Maggi creó un podcast en el que indaga qué pasó con el músico de 37 años que decidió saltar de un edificio empujado a renunciar a una de sus preciadas premisas: “No te rindas”.

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Javier Messina el Dios Punk | Gtlza. Nicolas Maggi

“La segunda muerte del Dios Punk”, es el nombre que eligió el periodista rosarino, Nicolás Maggi, para su podcast en el que indaga sobre la vida de Javier Messina, un músico, también oriundo de esa ciudad santafecina, que se quitó la vida a los 37 años. 

Esta historia comienza por el final. Como las grandes historias basadas en hechos reales, el desenlace no es el interrogante, sino cómo se llega hasta ahí. A sangre fría de Truman Capote, no pierde su virtud si el lector sabe que la familia protagonista será asesinada, incluso su primer capítulo se titula “Los últimos que los vieron vivos”. O lo mismo pasa con Operación Masacre de Rodolfo Walsh, que sin mediación dispara: “Hay un fusilado que vive”. En el podcast ideado por Maggi lo primero que sabemos es que El Dios Punk se suicidó.

“Para mí lo importante era problematizar el hecho y acercarnos a saber por qué había pasado lo que había pasado y también desanudar eso que había pasado ni bien se supo de su muerte, que fue echarle la culpa a Luciana”, afirma Maggi en diálogo con PERFIL.

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El 10 de noviembre de 2019 Javier Messina, autodenominado “El Dios Punk”, terminó con su vida. Un año atrás se había viralizado un audio que lo acusaba de drogar a una chica y lo vinculaba con una red de trata. Hubo una denuncia en la que nada se comprobó y la causa se cerró con su muerte. El resultado del análisis toxicológico de la joven que lo había denunciado, Luciana, se conoció dos días antes del suicidio de Messina. Había dado negativo.

El relato cronológico es el siguiente: una mañana al regresar de dar un examen en la Universidad de Rosario, Luciana se sube a un micro y un chico le ofrece un fanzine. Ella lo acepta y él le ofrece un auricular para que escuche su música, pero en ese instante Luciana empieza a marearse, sentirse mal, asustarse y una mujer la socorre y acusa a esa persona que le había dado su publicación artesanal: Messina.

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Esta mujer le dice a Luciana que es médica y que seguro este hombre la había drogado y que fueran a un hospital y también a hacer la denuncia. Luciana atemorizada le avisa en un audio a su amiga que hay una persona que droga chicas en la zona de la Universidad y que comparta el mensaje para prevenir, además los policías le habían dicho que esta persona andaba con gente en una Trafic para secuestrar mujeres.

“Me subo al colectivo y le agarro la revista para leerla, así de buena onda y después me invitó a que yo escuche su música con los auriculares, claramente le dije que no. Me arranqué a sentir mal, o sea como que me iba; y le dije a la señora que estaba conmigo, que justo era médica, que me sentía mal, que me habían drogado, que claramente fue ese chabón. Fue, le avisó al colectivero y el chabón se bajó rápido. La médica me trajo acá al HECA. Fue en la parada de Pellegrini y Alem, cerca de la Facultad, hablé con la Policía ya y me dijeron que estaba cazando así chicas y que avise, así que difundan si quieren este mensaje, para cuidarnos entre todas, y que tengan cuidado”, fue el audio que se viralizó rápidamente.

Un relato verosímil, sugestión y estigma

“¿Para qué sirve contar una historia tan triste si no sirve para generar un poco de concientización y de debate?”, se pregunta Maggi quien, a partir de estos datos que se habían hecho públicos y la noticia del suicidio, comienza a cuestionar afirmaciones que se habían hecho en el vacío.

El podcast consta de nueve capítulos y un bonus track -a mitad de año tendrá una segunda temporada- presenta varios elementos a profundizar, uno de ellos es que Messina tenía algunos padecimientos mentales diagnosticados ante los que la sociedad suele reaccionar con rechazo más que con comprensión.

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Se había armado un relato en el cual loco quedaba pegado con degenerado”, reflexiona Maggi y continúa: “Entonces se había inventado que él iba por la calle, por ejemplo, con ropas con agujeros para poder sacar su miembro en el espacio público, cosa que no era cierta”.

Por otro lado, Maggi busca también quitarle responsabilidad a Luciana, autora del audio viral porque “la chica tenía 18, venía a estudiar a una ciudad que tiene fama de peligrosa, porque ella venía de San Nicolás y se le acerca Javier que tenía ciertas dificultades para comprender códigos sociales y podía resultar invasivo, entonces ella que encima venía de rendir un examen se asustó”.

O sea que una persona que era vista con cierta sospecha por vivir de tocar en la calle, tener algunos comportamientos sociales “no normales”, el miedo real y concreto de una chica ante un posible abuso, la sugestión de esta “médica” que declaró con ella y de los policías que la asustaron, todos ingredientes que sumados transformaron a un chico punk en un peligro para la sociedad.

El fantasma de la burundanga

A Messina lo escracharon públicamente, un grupo de personas fue a la pensión donde se hospedaba y le quemaron las cosas. Nunca nadie se hizo eco de que el primer policía que lo detuvo en el momento no encontró nada sospechoso entre sus pertenencias, o que la chica no había sido intoxicada y que él nunca quedó detenido. Solo era responsable de su particular forma de habitar el mundo. 

Pero en el medio se metió el fantasma de la burundanga. “Burundanga se le llama a cualquier sustancia que se usa para cometer un delito. Acá se empezó a usar para aludir a la escopolamina: un alcaloide”, explica una toxicóloga en el podcast.

Es importante destacar la psicosis social vinculada a la burundanga como una droga de contacto, que es otra de las patas importantes en esta historia”, explica Maggi.

“Lo que corroboramos es que cuando aparece uno de esos casos de manera resonante aparecen 3 o 4 seguidos, lo que es un indicador de que la gente se sugestiona, marca la pauta de que algo juega ahí, incluso todos los casos que encontramos, que son todos denunciados mediáticamente sin presentación judicial”, detalló

Para el tratamiento del tema, Maggi se inspiró en el podcast Serial que trabaja sobre casos policiales reales en formato sonoro y logra en bloques de entre 10 y 15 minutos una progresión dramática atrapante que abre varios temas para seguir debatiendo. Además de la segunda temporada, el sábado 23 de abril reunirán a la banda que tocaba con él y le harán un homenaje con sus canciones en Rosario.  “Va a ser gratuito porque Javi era muy hincha con eso, para hacer un cierre más celebratorio también”, cierra el periodista.

cp