“Blaquier” es un apellido con muchas connotaciones, pero en lo que refiere al mundo femenino, es sinónimo de belleza y poder. Lánguidas, con piernas larguísimas y facciones perfectas, las mujeres de esta familia aristocrática han cosechado durante años el matriarcado más distinguido.
Todo comenzó a mediados de siglo XIX, en Lobos. Allí fundaron la estancia “La Concepción” Juan Blaquier y Sagastizábal y Agustina Oromí Escalada, cuñada del General San Martín. El matrimonio tuvo nueve hijos. Uno de ellos fue Juan José Blaquier Oromí, quien se casó con la heredera de una de las mayores fortunas del país, Amalia Valentina Anchorena Castellanos.
Ella fue quien patrocinó la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento (hoy la Iglesia más top de Buenos Aires) y heredó el Palacio Anchorena. Pero el destino tuvo un final prematuro para ella y murió joven sin dejar descendencia alguna.
Juan José Blaquier volvió a casarse, esta vez con Mercedes de Elizalde Leal, hija de Rufino de Elizalde, ministro de Mitre. Adquirieron una mansión en la Avenida Alvear. Tuvieron un único hijo: Juan José Silvestre Blaquier.
Al crecer, Juan José Silvestre se ganó el apodo de “El pibe de oro” porque se decía que lo tenía todo: buen mozo, adinerado, seductor, destacado en el polo y en el tenis”. Era codiciado por todas las mujeres pero 1937 se casó con la más bella: Magdalena “Malena” Nelson Hunter.
En esa época, los casamientos de la alta sociedad se comentaban en la radio y el enlace entre estos dos cuasi-príncipes no fue la excepción. Malena había sido vestida por la modista más famosa de la época (Henriette) y su cortejo estaba compuesto por 16 personas. La pareja tuvo nueve hijos: Mercedes, Juan José, Malenita, Dolores, Teresa, Agustina, Eduardo, Marina y Julia Elena Blaquier.
La mujer más distinguida del país
El escritor Ovidio Lagos recuerda a Malena Nelson Hunter, que era conocida de su madre. "Era la mujer más linda de la Argentina. Tenía una belleza helénica, griega. Fue una mujer socialmente descollante pero intelectualmente no. Era el referente de la madre y la anfitriona perfecta. Además de ser bonita, venía en un estuche maravilloso".
Silvestre era un poderoso terrateniente y en los años ‘50 se convirtió en el presidente de la Sociedad Rural. Su estancia, La Concepción, era de gran atractivo para todas las personas de la alta sociedad. No sólo se jugaba allí al polo sino que se podía ver a las hermanas Blaquier, las mujeres más codiciadas de la sociedad. Malena Nelson de Blaquier lució allí su belleza y distinción ante personalidades como el príncipe Felipe de Edimburgo, Edward Kennedy, Henry Ford y Nelson Rockefeller.
Silvestre era aventurero y además tenía fama de donjuán. A los 43 años, desapareció en aguas de América Central cuando venía piloteando un avión desde Estados Unidos. Desde su muerte, su mujer se vinculó sentimentalmente con algunos hombres más jóvenes que ella como el corredor de autos Larry Rodríguez Larreta, veinte años menor, y Diego Jimmy Dodero.
Los hermanos Blaquier:
Sus hijos tomaron rumbos diversos. Eduardo Blaquier se unió en matrimonio con la modelo y corredora de auto Delfina Frers. De la pareja nacieron Delfina, Eduardo y Elina Blaquier Frers. Delfina Blaquier siguió los pasos de su madre y se convirtió en modelo. Al separarse, Eduardo Blaquier se casó con Lucía de Anchorena mientras que Delfina Frers hoy está en pareja con Alberto Rodríguez Saá.
Delfina Blaquier hoy vive en Estados Unidos con sus tres hijos y su marido, el polista Nacho Figueras (quien, según la revista New Yorker, es "el Brad Pitt del polo"). Modela para Ralph Lauren, entre otras marcas. De joven brilló como atleta, batió records en la disciplina de "salto en alto" y estudió paisajismo. Más tarde, comenzó a plasmar su arte en la fotografía y organizó su primera muestra en 2007.
Luego, Agustina Blaquier se casó con Martín Braun La Sala, hijo del historiador Ricardo Braun Menéndez y Mercedes La Sala. Juntos tuvieron a Martín, Magdalena y Agustina Braun, viuda del dirigente justicialista Julio Mera Figueroa. La pareja se divorció y Agustina Blaquier se volvió a casar con Costabile Matarazzo Priani.
Marina Blaquier, por su parte, se casó con Raúl Peralta Ramos y tuvo a Marina e Inés Peralta Ramos. Luego se separaron y ella se casó con Ignacio Zuberbühler, con quien tuvo una hija. Juan José Blaquier, por otro lado, se casó con Belén Carreras Saavedra.
Los matrimonios más cuestionados fueron el de Malenita, Mercedes y Dolores. Malenita se casó con Juan Reynal y tuvieron dos hijos, entre ellos, la modelo Ginette Reynal. Malenita luego se casó con Hernán Agote Lanusse, con quien tuvo tres hijos más. Ginette se casó primero con el polista Julio Zavaleta, más tarde con José Manuel Flores Pirán, con quien tuvo a Martín y Mía Flores Pirán (modelo), y luego con el polista Miguel Pando, quien falleció este año. Juntos tuvieron a Gerónimo Pando Reynal.
Dolores Blaquier se casó con el piloto de autos Andrea Vianini y tuvieron cuatro hijos: Paolo, Giuseppe, Astrid y Andrea. Su marido sufrió un accidente en los ‘70 que lo dejó paralítico. Dolores y él se separaron. La leyenda dice que era la más linda y se le atribuyeron numerosos romances. Luego se casó con el empresario brasileño Lair Cochrane y tuvieron a Concepción Cochrane Blaquier (hoy la chica “it” del país). Dolores estuvo presa tres meses por el cargo de tráfico de drogas.
Por otro lado, Mercedes se casó con Alberto Hoeffner, un escribano sin dinero con fama de playboy. Sus padres se opusieron a la boda pero ellos decidieron continuar con sus planes. El matrimonio no duró mucho y Mercedes se casó en segundas nupcias con Teófilo Bordeu Baliero.
María Teresa, por otro lado, se casó con Adolfo Zuberbühler mientras que Julia Elena se casó con Francisco Braun Lasala. Pero en 1974, Teresa y su cuñado, Francisco Braun, huyeron juntos a Europa. Julia Elena rehizo su vida y (quizás a modo de venganza) se casó con un primo de su ex marido, Fernando Braun Campos. Su hermana, Teresa, finalmente se casó con Francisco Braun.
Es que ni todo el dinero del mundo puede comprar la felicidad ni la fidelidad. Las mujeres Blaquier, hermosas pero también desdichadas, aún siguen dando que hablar.