SOCIEDAD
Se necesitan polticas pblicas inclusivas

SIDA: las drogas efectivas no son accesibles

Los "cócteles" de medicamentos son más eficaces y posibilitan sobrevivir tanto como a los que sufren una enfermedad crónica, como la diabetes. Sin embargo, por sus costos y efectos secundarios, alrededor de la mitad de los infectados puede comprobar las mejorías.

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Las nuevas combinaciones de drogas parecen funcionar tan bien en muchas personas portadoras del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), que se espera sobrevivan tanto como quien tiene alguna enfermedad crónica, llámese diabetes, asma o hipertensión arterial.

Pero para alrededor de la mitad de los afectados, no es tan fácil: la cantidad de pastillas requeridas, los diferentes horarios en que deben ser tomadas y sus efectos secundarios (náuseas, diarreas), suelen determinar situaciones de cansancio que los llevan a suprimir algunas tomas, provocando así que el virus se multiplique, mute y cree nuevas cepas resistentes.

Otro grave problema es el costo de las drogas: aunque la producción de genéricos lo ha abaratado, si su administración no es afrontada como política pública, resulta imposible de soportar para muchos habitantes de países pobres y en desarrollo.

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Las investigaciones médicas determinaron que el VIH infecta las células T4 del sistema inmunológico, a las que luego utiliza para reproducirse: una mayor carga viral se corresponde con un mayor daño al sistema inmunológico y esto se evidencia por una menor cantidad de células T4 en la sangre.

Las drogas actualmente disponibles buscan mantener la cantidad de virus lo más bajo posible e impedir que pueda hacer copias de sí mismo, indicaron fuentes científicas. Son activas contra el VIH recién después que éste entra en la célula y atacan principalmente dos partes del virus: la enzima transcriptasa inversa y la enzima de proteasa.

Los nucleósidos análogos (AZT, ddC, ddI, 3TC y d4T) y los inhibidores de transcriptasa reversa no nucleósidos (nevirapina), bloquean la primera; y los inhibidores de la proteasa (indinavir, saquinavir, ritonavir y nelfinavir) bloquean la segunda.

La primera droga para combatir la enfermedad surgió en 1987 y se llamó AZT: no servía para tratar a personas con Sida, pero sí para alargar la vida de los portadores del virus y para impedir que el recién nacido se infectara durante el parto, lo que produjo una notable disminución de estos casos.

En 1996, cuando las drogas inhibidoras de las proteasas aparecieron, el panorama cambió rotundamente: enfermos terminales tratados con un cóctel a base de estos medicamentos y los anteriores, recuperaron la salud y modificaron las estadísticas.

Gracias a esto, en los Estados Unidos, el índice de muertes bajó en 1996 en un 23 por ciento y en 1997, en un 40 por ciento.

Tales cócteles también sirvieron para impedir que personas infectadas por VIH se enfermaran de Sida: en los Estados Unidos, los nuevos casos disminuyeron en un 6 por ciento en 1996, en 15 por ciento en 1997 y en 25 por ciento en 1998.

Más tarde se comprobó que administrado dentro de las primeras 24 horas, un cóctel semejante era efectivo para evitar el contagio en caso de violación o por manejo de material infectado.

La última novedad en medicamentos contra el VIH son los llamados "inhibidores de la entrada", que directamente evitan su ingreso a las células sanas.

Trabajan de una manera diferente a las restantes drogas: se adhieren a las proteínas de superficie de las células T y a las del propio virus. Para que el VIH pueda entrar a la célula, sus proteínas externas deben unirse a las de la superficie de las células T. Los "inhibidores de la entrada" evitan que este proceso ocurra.

Lo dicho constituye una muy buena noticia para quienes tienen resistencia a los otros medicamentos, pero por el momento sólo uno de esta especie ha sido aprobado por la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos (FDA): el Fuzeon (T-20), que ataca la proteína gp41 de la superficie del VIH.

Los nuevos desafíos radican en el diseño de drogas cada vez más seguras -como los inhibidores de la maduración y los inhibidores celulares, hoy en experimentación- capaces de impedir que enfermen las personas ya infectadas.

A su vez, para evitar que el VIH se transmita de un ser a otro, hará falta una vacuna, lo que hasta ahora no se ha conseguido debido a la alta mutabilidad del virus.

Mientras tanto, a la luz de las escalofriantes cifras mundiales que arroja como saldo el aún no terminado año 2006 -cinco millones de nuevos infectados y más de 3 millones de defunciones por Sida, entre ellos 570.000 niños- la mayor preocupación debería estar en la prevención.

Para no contagiarse ni contagiar, sigue siendo necesario usar preservativo, evitar la vida promiscua, realizarse el test de detección, extremar los cuidados en dadores de sangre y materiales de diálisis e inyectables, y desalentar el consumo de drogas.

Fuente Télam