SOCIEDAD
ENTREVISTA A ANA ROSENFELD, ABOGADA DE LAS ESTRELLAS

"Sus maridos quieren divorciarse de mí"

Tras 32 años de profesión, su estilo glamouroso y atrevido logró imponerla en los tribunales y en los medios de comunicación como una abogada que no tiene competencia. Atiende a muchas famosas –Pampita, Moria–, se titula defensora de las “mujeres de maridos ricos” y construyó su prestigio diferenciándose de sus clientas, a las que reconoce en una posición débil. Con un carácter fuerte, trabajo y honorarios altos, montó una lujosa oficina donde atiende a un muro de su marido. Dice que va a donar lo que gane por juicios de injurias y explica por qué no es todavía más mediática.

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ESTRATEGA. Su padre fabricaba televisores, su madre era ama de casa y ella termin la carrera de Derecho a los 19 aos. Hoy tiene enfrentamienos con canal 9, Telefe y America. | Cedoc
Intenta reprimir el glamour y se cubre el pecho con el cuello desbocado del vestido negro. Sabe exactamente cuántos pares de zapatos tiene pero no lo va a decir porque no le parece serio: es abogada. ¿De quién? “Casi el 80 por ciento de mis clientes son mujeres –responde Ana Rosenfeld, convencida– porque siempre me puse del lado del que no tiene todos los recursos y las posibilidades a su mano, y pienso que la mujer es la más débil.”

A diferencia de sus defendidas, Ana Rosenfeld se define como una mujer fuerte. “En un día puedo cambiar el casete 50 veces y discutir con cada caso en su terreno sin ningún tipo de confusiones”, sintetiza.

—¿Cómo definiría a su clientela?
—Son las esposas de maridos de alto poder adquisitivo, de maridos ricos, y por carácter transitivo ellas también deberían ser ricas.
Su base de operaciones queda en pleno Microcentro, pero lo que se escucha es el roce del zapato con la alfombra, el de sus pulseras cuando chocan con el reloj y el incesante teléfono que parece un grillo en celo.

En su despacho no tiene computadora (dice que chequea los mails en la de su secretaria y luego reconocerá que se marea con los botones del control remoto de la tele) y exhibe fotos como trofeos de ella con Moria Casán, Marcelo Tinelli, Daniel Scioli, Ramón “Palito” Ortega y Evangelina Salazar, entre otras figuras del espectáculo y la política.

A un muro de por medio está el despacho de su marido, que maneja la parte administrativa del estudio y colecciona cajitas de fósforos (tiene jarrones llenos). “Nos llevamos bárbaro –afirma Rosenfeld– porque yo tengo un carácter maravilloso. Estoy siempre de buen humor. Cuando digo que del trabajo no hablamos me convierto en esposa.”

Su padre fabricaba televisores, su madre era ama de casa y ella terminó la carrera de Derecho en un año y siete meses y a los 19 ya estaba recibida. “Lo primero que hice fue alquilar una oficina, contraté una secretaria, tenía dos líneas telefónicas y un montón de despachos. Estaba sola y no tenía un solo cliente. Empezaron a venir por recomendación de padres y amigos y por los avisos. Me acuerdo que yo citaba a todo el mundo a las dos de la tarde porque pensaba que si venían todos, en la sala de espera la gente iba a decir ‘qué bueno, mirá cuánta gente que tiene’, y si no venía nadie a las tres me iba.”

—¿Por menos de cuánta plata no trabaja?
—Te vas formando una clientela que se va pasando de boca en boca, y que sabe el target. A lo mejor no terminás ganando el dinero que esperabas pero te da satisfacción. Alguna vez te viene un asunto en el que decís: “¡Qué suerte, voy a cobrar muchísimos honorarios!”, pero soy como una ginecóloga, una obstetra, porque si me necesitás un sábado o un domingo me tenés.

—¿Cuál es su estrategia?
—Siempre digo que en el Derecho hay que saber explicar muy bien los hechos.

—¿Es de gritar?
— No, hablo fuerte. En el campo de batalla soy conocida por lo peleadora y brava, porque sé lo que digo y lo que hago. Tengo mucha personalidad y experiencia. Se crea una situación tan particular que el hombre termina divorciándose de mí.

Más odio que amor en televisión
Ejerce la profesión desde hace 32 años y su popularidad fue creciendo por la cartilla de sus clientes y la magnitud mediática de los casos. “Defender a gente del mundo artístico trae problemas porque el grado de exposición es mucho mayor y la que queda en el medio soy yo.” Pero aclara: “Yo no soy mediática en tanto no opino de cualquier caso, hablo solo de lo que mis clientes quieren que se sepa”.

Está enfrentada con Canal 9 por un juicio contra Confianza ciega, con Telefe por Gran Hermano y a América por Intrusos. “Hay programas de TV que me adoran porque saben que me manejo con mucha ética y profesionalismo, y otros me agreden constantemente , porque estoy en contra de ellos.”

La primera figura del espectáculo que representó es María del Carmen Valenzuela. Luego conoció al productor y representante Darío Arellano, quien le presentó a Moria Casán, y en ese momento ya era la abogada de Ramón “Palito” Ortega y Evangelina Salazar. Dice que no anda repartiendo tarjetas en los eventos sociales.

Más allá de que defienda a artistas y sus casos muchas veces pasen primero por la televisión que por los tribunales, Ana Ro-
senfeld no va a dejar que la fama opaque su prestigio. Pero no por eso se va bajar de los tacos rojos porque sabe cuáles son sus armas: “Creo que como mujer podés ser mala y seductora, enérgica y simpática. Si hubiera sido hombre, alguno ya me hubiera pegado una piña”. Y concluye: “¿Fama? Puede ser, pero es efímera.”

Peligrosa y encantadora
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Tiene 51 años .
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Está casada hace 23 años con Marcelo Frydlewski, con quien tiene dos hijas: Pamela (19, estudia abogacía) y Estefanía, de 16.
* Destinará sus honorarios de los juicios por injurias a la entidad de bien público que el juez determine.
* No sabe cocinar, le gusta la naútica y ama el sushi.
* No tiene cirugías: "Estoy contenta conmigo, tendría miedo de mirar el espejo y decir: 'Uia... no soy la que conozco' ".
* Está con el caso de divorcio de Pampita y el de Laura Fidalgo contra Florencia de la V.