SOCIEDAD
histórica institución deportiva

Tigre: buscan declarar Monumento Histórico Nacional al club de remo Canottieri Italiani

Uno de los más antiguos clubes de remo ubicados en el Tigre le solicitó a los técnicos de la Comisión Nacional de Monumentos del Ministerio de Cultura la declaración de su sede deportiva como Monumento Histórico Nacional. Son edificaciones centenarias que recrean un viejo palacio antiguo veneciano. Es el único de su estilo en toda América Latina. Posee vitrales instalados a principios del siglo XX, mantiene frescos en buen estado de conservación y exhibe una monumental escalinata de madera antigua. Cómo evolucionó el concepto de preservación de la historia.

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Histórico. El tradicional club de remo de Tigre se fundó el 1º de enero de 1910. La sede es un palacio gótico, proyectado por el arquitecto italiano Gaetano Moretti. | Sergio Piemonte

Uno de los más tradicionales y antiguos clubes de remo del Tigre, el Canottieri Italiani, está a punto de ser declarado Monumento Histórico Nacional. El club –ubicado a la vera del rio Tigre, a metros del río Luján– tiene su sede deportiva y operativa, desde hace ya 113 años, localizada en un magnífico palacio de estilo veneciano. Este edificio –aseguran los expertos– es la única construcción de este tipo que se encuentra en toda América Latina y por eso, hace ya un año, la Comisión Directiva del club presentó ante la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos del Ministerio de Cultura de Nación la solicitud para que el predio y sus edificaciones sea declarado “Monumento Histórico Nacional”.

La fundación del club fue allá lejos y hace tiempo. La anécdota que repite una y otra vez los socios en el quincho de la institución, da cuenta que. allá por 1909, Luis Saboya, duque de Abruzzi, visitó la Argentina. Entre los numerosos agasajos en su honor le tocó en suerte presidir una regata organizada sobre el río Luján. Durante la competencia el aristócrata notó la ausencia de remeros de la colectividad italiana. Así, en los discursos finales, invitó a la comunidad a ser más activa y tener un club que los representara. Dicho y hecho, el 1° de enero de 1910 se constituyó el Club Canottieri Italiani y al cabo de apenas tres meses, la flamante institución ya contaba con 780 socios activos. Décadas más tarde, en su apogeo llegó a superar los 3 mil socios.

Pero los cambios de las costumbres sociales familiares hicieron que las cosas cambien. “Actualmente integramos el club entre 450 y quinientos socios”, le dijo a PERFIL Tomás Gally, quien se sumó a la institución hace un par de años, pero que hoy es uno de los responsables de organizar muchas de sus actividades. Según Gally, estos números de aportantes, las cuotas y los altos costos de mantenimiento de las sedes y actividades deportivas, explican buena parte de las dificultades que experimentan de estas instituciones esenciales para financiarse y poder encarar restauraciones y mejoras edilicias que les permitan una mejor preservación cultural y social.

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Palacio. El edificio que es hoy la sede deportiva es un verdadero palacio gótico veneciano, con un diseño arquitectónico único en toda América Latina. Fue proyectado por el arquitecto italiano Gaetano Moretti y su construcción se hizo entre 1921 y 1928. Por supuesto, la decoración, interior y exterior mantuvo la línea artística y el edificio cuenta con dos frescos muy importantes y altos vitrales que por las tardes proyectan una luz de ensueño sobre la amplia escalinata central de madera. Los vitrales, que hoy están en plena restauración, fueron hechos por los maestros de casa Casanova, un atelier reconocido de principios del siglo pasado.

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Si bien en el Canottieri hay diversas opciones deportivas. Los pocos socios no afectos al río optan por combinar el disfrute de la sede con fútbol, gimnasio, pileta y –otro deporte “vintage” de estas épocas­– una de las últimas canchas cubiertas de pelota-paleta.

Pero claramente, el fuerte del club sigue siendo el remo, gracias a su flota de cerca de doscientos botes. Entre ellos, muchos son los tradicionales, de noble madera, aunque cada vez más le pisan los talones y las preferencias las embarcaciones de plástico y fibra, más livianas, más fáciles de mantener. Además hay canoas y kayaks. Algunos se usan para competición, pero la gran mayoría de los socios los emplea para travesías y paseos por el Delta.

Justamente, desde el club organizan desde hace ya cuatro décadas, la regata considerada “la más larga del mundo”: la Zárate-Tigre, que invita a remar 60 kilómetros del río Paraná y que en su última edición sumó más de ochenta botes compitiendo. Por otra parte, Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero –socios del Canottieri– fueron los dos únicos remeros de la historia deportiva argentina que lograron medallas de oro en una competencia olímpica (Helsinki, 1952).

“La intención de la Comisión Directiva con esta declaración es simple”, le resumió a PERFIL un jovial Omar Esper, actual vicepresidente del “Cannoto” y socio orgulloso desde 1953. “Queremos que sea declarado Monumento Histórico Nacional para poder preservar nuestro club de la mejor manera posible, para que nos trascienda y para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo tanto como los fundadores y como nosotros”.

Memoria, identidad y monumentos

Cuando un espacio o edificio es declarado Monumento Histórico pasa a tener una estatus de conservación especial ya que cualquier futuro plan de refacciones, renovación o refuncionalización que quieran encarar sus propietarios debe previamente ser aprobado por las autoridades y el cuerpo técnico de la Comisión. Según la Ley actual de Preservación, que data de 1940, un espacio puede ser declarado Monumento Histórico Nacional a partir de una iniciativa legislativa o por la acción de un particular o asociación interesada.

“Hoy manejar cuestiones patrimoniales no es un tema sencillo ya que no todo lo antiguo es digno de preservación. O, por el contrario, a veces con preservar apenas la fachada de un edificio no alcanza para cuidar la memoria y la identidad de un espacio”, le explicó a PERFIL Mónica Capano, antropóloga y especialista en patrimonio cultural. Capano, quien preside actualmente la Comisión Nacional de Monumentos, agregó que en todo el mundo se discute sobre la “inflación patrimonial” ya que “para mucha gente todo objeto antiguo debería ser declarado “patrimonial”. Pero eso no solo no es posible, sino que para poder proteger algo en forma real, la comunidad tiene que haberlo “apropiado” y sentirse representada”, mucho antes que un bien reciba la declaratoria burocrática.

Según Capano actualmente Argentina cuenta con unas 4 mil construcciones, espacios o lugares catalogados como “Monumento”, “Lugar”, “Poblado” o “Bien” de interés histórico. Completar este trámite incluye aportar numerosa documentación que debe ser analizada por los expertos que también pueden visitar el sitio.