El envejecimiento de la población previsto para América Latina en 2050 plantea desafíos para los gobiernos locales, pero también oportunidades para recortar brechas. La incorporación de mujeres y sectores excluidos en el mercado laboral puede ser la solución para la mayor presión sobre el sistema jubilatorio y el sistema de salud.
El documento elaborado por Naciones Unidas y titulado Informe Social Mundial 2023: No dejar a nadie atrás en un mundo que envejece, afirma que para 2050 la región tendrá un promedio de 17% de personas mayores de 65 años entre su población. En la actualidad esa cifra es del 8,1%.
Éste no es un fenómeno nuevo en el mundo, pero la diferencia está en que ya no es una situación particular de los países más ricos, sino una realidad cada vez más generalizada debido a las menores tasas de natalidad y al aumento de la esperanza de vida.
Si bien el hecho de la planificación familiar y de los avances que nos hacen más longevos son positivos, también plantean retos. Sobre todo, en cuanto a los sistemas jubilatorios que se nutren de los aportes del trabajo presente.
Por eso, la ONU recomienda “ampliar las oportunidades de trabajo decente para las mujeres y otros grupos tradicionalmente excluidos del mercado laboral formal”, lo que permitirá, de alguna manera, solucionar el problema de la baja de la población económicamente activa.
El caso de las mujeres es particular, no solamente porque representan una menor proporción de la fuerza de trabajo (siendo en promedio el 47,4% frente a un 72,3% de los hombres), sino también porque por lo general se incorporan de manera más tardía en las actividades laborales o abandonan temporalmente en el caso de tener que dedicarse a las tareas de cuidado. Además, la esperanza de vida es mayor en las mujeres, por lo que probablemente entre su población existan más necesidades de acceso a pensiones y cuidados de salud.
En Argentina, según los datos del último censo de población, el 51,4% son mujeres, mientras los hombres representan el 47,89% del total.
Según el informe La participación de las mujeres en el trabajo, el ingreso y la producción, elaborado por el Ministerio de las Mujeres Géneros y Diversidad y el Observatorio de las Violencias y Desigualdades por razones de género, la tasa de ocupación de las mujeres es, en promedio, de 51,7%, mientras que es del 70,1% para los varones. Estas cifras no pueden verse por separado: las mujeres superan a los hombres como porcentaje de la población, pero aún tienen una tasa de actividad menor, con casi 20 puntos de diferencia.
Esto significa que, a pesar de que la brecha tiende a reducirse, aún persiste. Según el informe del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad esta diferencia “se redujo 2,3 puntos porcentuales respecto al mismo trimestre del año anterior”.
Otras brechas, en cambio, se profundizaron. El mismo documento señala que “la tasa de desocupación es del 7,8% para las mujeres, mientras que para los varones es del 6,1%”, lo cual significa “un aumento en la brecha de 0,3 puntos porcentuales con respecto al mismo período de 2021”.
Una participación más igualitaria en el empleo formal, advierte la ONU, es necesaria para enfrentar los desafíos de las próximas décadas. “La incorporación más temprana de las mujeres al mercado laboral en algunos países fue esencial para transformar positivamente las estructuras económicas”, asegura el documento, aunque advierte que la realidad sigue “reflejando roles de género y estatus social”.
Brecha en los salarios sigue en el 20% en todo el mundo
Esos roles de género también interfieren en la continuidad y cantidad de años de aportes que las mujeres pueden hacer al sistema previsional. En Argentina, “la tasa de actividad para personas de entre 25 y 60 años que son jefes de hogar y cónyuges se reduce notoriamente en las mujeres a medida que aumenta la cantidad de personas menores de 10 años en el hogar”, advierte el documento elaborado por el Ministerio.
En cuanto a la tasa de actividad de jefes de hogar y cónyuges según género, el informe afirma que mientras las mujeres sin hijos alcanzan el 76,6%, esta cifra se reduce al 75,8%, 63,7% y 49,9% respectivamente según tengan uno, dos o trse hijos. En el caso de los hombres es a la inversa: a mayor cantidad de hijos mayor tasa de ocupación, pasando de 92,8% en el caso de quienes no tienen, al 99,4% en el caso de quienes tienen tres o más.
La incorporación de las mujeres a este mercado que estará cada vez más necesitado de fuerza de trabajo también deberá enfrentar otro desafío: el de la redistribución de las tareas de cuidado y la resignificación de su importancia como motor del crecimiento.