“En 2002 en plena crisis mi mamá se dedicaba a joyería y productos importados. Cerró su empresa y yo justo había tenido un bebé. Buscaba ropa distinta a lo que ofrecía el mercado y así decidimos armar algo chico en Galerías Pacífico”, cuenta Anabella Tisser.
Claro que los términos “algo chico” y “Galerías Pacífico” no resultan compatibles si no se entiende la época: la calle Florida era un lamento y la mitad del coqueto centro comercial estaba vacía. Practicamente “regalaban” los alquileres.
Así nació Zuppa, con una góndola y productos de diseñadores chicos de ferias, con una inversión de alrededor de 1000 dólares y tres modelos de remeras. Cuando el negocio fue creciendo (alrededor de un año y medio después), Ana, su cuñada, decidió dejar su trabajo en IBM y sumarse al proyecto junto a Anabella y Nelly, su suegra, quien hoy es la que se encarga de la administración y las finanzas de la empresa.