Todas las semanas, el argentino Marcos Hourmann se sube al escenario del Teatro del Barrio, en Madrid, expone su vida y se somete al veredicto de un jurado popular. No es actor, ni tenía nada que ver con el mundo del espectáculo. Es médico, cirujano cardíaco, y en 2005 se convirtió en el primer médico condenado por eutanasia en España, por haber ayudado a morir a una mujer de 82 años con un cuadro terminal que le pidió terminar con su sufrimiento.
Hourmann vive con su familia desde hace treinta años en ese país, cuando dejó su casa y vida en Buenos Aires, tras la muerte de sus padres. Tenía 29 años, había conseguido un trabajo en Madrid, y decidió empezar una nueva vida. Su tonada española delata que ya vivió más de la mitad de su vida allá, aunque para los españoles siga hablando como un porteño.
Como cirujano su vida pasaba por el quirófano. No se involucraba ni tenía ese grado de intimidad que alcanzan médicos de otras especialidades. Tampoco se había debatido acerca de la eutanasia a lo largo de su carrera. Pero en 2005 su vida dio un vuelco cuando ayudó a morir a una paciente que llegó al hospital con un cuadro irreversible, y que en dos oportunidades le suplicó terminar con esa tortura.
“Esa mujer y su hija me pusieron en otro lugar de la medicina, en una parte más humana, luego de haber actuado durante horas para sacarla adelante. Fue algo muy puntual, y lo hice convencido del sufrimiento innecesario, ante una situación irreversible de una mujer, y de su hija, que me pidieron acabar con ese sufrimiento más de una vez. Fue un punto de inflexión, no pensé que me haría tanto daño”, dice a PERFIL.
No lo escondió, porque no pensó que había hecho nada malo. Pero la dirección del hospital lo denunció, pese a que la familia de la paciente no, y eso derivó en una causa por homicidio y un pedido de la fiscalía de diez años de prisión. Finalmente, fue condenado a uno y a pagar una multa. Perdió todo, pero logró reinventarse, volver a ejercer, escribir su historia en un libro y ahora presentar Celebraré mi muerte, una obra de teatro documental que recorre su vida y plantea un debate sobre la eutanasia.
“No fue fácil. Fueron años muy dolorosos, creo que con echarme alcanzaba. No hubo denuncia por parte de la familia, ellos me apoyaban. Hoy el teatro me permite hacer una catarsis todos los días. La obra es una mezcla de imágenes y un texto potente, con un ida y vuelta sobre mi vida personal, cosas de mi infancia, de mis padres y de cómo la muerte marcó mi vida”, relata.
"Yo no vengo a buscar una absolución de nada, la idea es remover la conciencia, hablar sobre el tema, que se debata y que no esté escondido, que no tengamos miedo de hablar de esto".
Pese a haber alcanzado un acuerdo judicial en 2009, decidió irse a Inglaterra con su familia a empezar de nuevo. Consiguió trabajo en un hospital. Hasta que su historia salió en la tapa del diario sensacionalista The Sun, donde a su foto le agregaron la leyenda “killer doc” –médico asesino–, y de un día para el otro volvió a perderlo todo. “Me quedé sin nada, pero no hubo una destrucción total porque mi familia me apoyó siempre”.
De vuelta en España, con el tiempo logró volver a ejercer, pero de forma independiente. La falta de apoyo de sus colegas ante la denuncia de la dirección del hospital y todo lo que vino después lo hizo no querer volver a un hospital. “Los médicos somos seres humanos, con defectos y virtudes. No tengo rencor”, dice.
En 2017 publicó su libro "Morir viviendo, vivir muriendo", contando su historia, lo que lo llevó a dar entrevistas televisivas y charlas TEDx donde habla sobre la eutanasia. De una de esas entrevistas, de hecho, surgió la idea de llevar su vida a los escenarios y contarla cara a cara con el público.
En escena. Durante la primera parte, Hourmann relata la historia de lo que pasó aquel día en el hospital, y el debate sobre lo que se generó a partir de la denuncia. Habla sobre la sedación, un procedimiento que en España sí es legal; y la eutanasia, considerada un delito. A lo largo de la obra, además, una voz en off hace preguntas que él responde.
Las personas mueren dignamente bajo las creencias y las experiencias de la vida que cada uno tenga, pero todo hace que sea un drama, verlos intubados, no despedirse, el luto, el negro. No digo que sea un momento de alegría, pero se puede llevar a un camino que no sea tan dramático".
“El título tiene que ver con que tomamos la muerte como un drama. Las personas mueren dignamente bajo las creencias y las experiencias de la vida que cada uno tenga, pero todo hace que sea un drama, verlos intubados, no despedirse, el luto, el negro. No digo que sea un momento de alegría, pero se puede llevar a un camino que no sea tan dramático. En el fondo pienso que la gente que uno ama está siempre con uno, por eso me parece que es un buen título para entender que la muerte es un paso más, elemental, de la vida misma”.
Sobre el final, un jurado popular que se forma con ocho personas del público que se suben al escenario debate sobre sus pensamientos y emite un veredicto. “La idea es que no digan solamente si soy inocente o culpable, yo no vengo a buscar una absolución de nada, la idea es remover la conciencia, hablar sobre el tema, que se debata y que no esté escondido, que no tengamos miedo de hablar de esto”, dice.
Legalidad. En Europa la eutanasia es legal en algunos países como Holanda, Bélgica y Luxemburgo. En España existen intentos por despenalizarla, con proyectos de ley, pero aún es delito. Esta semana, la detención de un hombre que ayudó a morir a su esposa y fue detenido reencendió el debate (ver aparte).
Según encuestas de los distintos partidos políticos, el 80% de la sociedad española está a favor de su despenalización. El proyecto de ley incluye, por ejemplo, que haya una comisión evaluadora de médicos, psicólogos, abogados, para que analice cada caso. Que sea restrictiva. También contempla la objeción de conciencia de los médicos.
Para Hourmann, que la despenalización aún no sea un hecho tiene motivos que van desde la religión al miedo al abuso de poder que pudiera llegar a darse. “Pero la realidad es otra y la sociedad siempre va un paso adelante. Nadie quiere morir. Cuando te dicen que vas a morir, tu vida cambia. Y esto se trata de que a uno se le permita la elección de, llegado un punto donde no hay más nada que hacer, decidir si quiere o no vivir así”.
El caso que reabrió el debate
Esta semana, el caso de Angel Hernández, el primer ciudadano detenido en España por eutanasia, reavivó el debate que Hourmann lleva al teatro todas las noches. Hernández, un hombre de 70 años, ayudó a morir a su esposa, María José Carrasco, de 61 años, que se encontraba en la fase terminal de su enfermedad, luego de padecer durante treinta años una esclerosis múltiple que la dejó encerrada en un cuerpo en el que ya no podía moverse, hablar ni ver.
Tras varios pedidos de su mujer, Hernández la ayudó a terminar con ese sufrimiento, filmó un video con esa historia y lo hizo público, por lo que fue detenido y pasó las primeras horas tras la muerte de su esposa preso.
Que se hiciera público impulsó también una campaña en Change.org que en poco tiempo reunió 200 mil firmas pidiendo por su liberación y para que no se presentaran cargos contra él. “Los policías me decían que ‘es la ley’, pero que ellos habrían hecho lo mismo. Sí, es la ley, pero está equivocada, se tendría que haber solucionado hace tiempo”, dijo Hernández al diario El País, y reclama por una despenalización de la eutanasia.