"Acá no viaja nadie nunca", suelta un pasajero. Uno de los tres que están sentados a lo largo de todo el modernísimo tren que va, atravesando Puerto Madero, desde la Av. Independencia hasta la Av. Córdoba en 12 minutos. Perfil.com es el cuarto pasajero. Así, la tripulación del convoy iguala a los usuarios. También son cuatro: el conductor, el guarda, una señora policía y una mujer de limpieza. El “Tranvía del Este” no es un tren bala pero es una formación digna del siglo XXI. Brillante y cómoda. Aunque vacía y con aire fantasmal.
Equipado con la más alta tecnología, el trencito abre sus puertas pulsando un botón luminoso color verde que se enciende cuando el conductor lo habilita. Tiene capacidad para transportar unos 300 pasajeros. Y además, tiene bajo consumo energético y es “respetuoso” del medio ambiente en términos de contaminación ambiental, visual y sonora.
Lo inauguró Néstor Kirchner el 14 de julio de 2007. El corte de cinta lo hizo junto a su mujer, Cristina Fernández, todavía senadora pero en plena campaña presidencial. También estuvieron presentes el entonces jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman y el cuestionado secretario de Transporte, Ricardo Jaime, entre otros funcionarios del Gobierno.
“Que tengan muchísima suerte quienes van a trabajar en él, quienes han invertido y los ciudadanos de Buenos Aires que lo van a gozar y disfrutar”, exclamó el entonces presidente ese día, sin sospechar que los que efectivamente disfrutarían del trencito –a más de un año de su puesta en marcha- no alcanzarían los 1000 pasajeros por día a un valor de $1 cada boleto.
La ecuación es fatídica. Las obras para poner en marcha el “Tranvía del Este” significaron, según un informe de Ferrovías (empresa que, junto con Metrovías, se encarga de la operación del servicio), una inversión del Estado de 47 millones de pesos y un gasto anual de 350.000 euros por los 2 trenes modelo Citadis 302 (hoy funciona sólo uno) que el Gobierno le alquiló a la empresa francesa Alstom, cuestionada en estos días por pagar sobornos millonarios para conseguir contratos en distintos países, incluyendo la Argentina. Además, la Ciudad habría aportado 1.500.000 pesos para financiar la iluminación y los cruces de semáforos.
A pesar de este panorama fantasmal, el Gobierno va por más. El 14 de marzo de este año, Cristina Kirchner y el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, anunciaron la obra de extensión del recorrido del tranvía que, con una inversión aproximada de 70 millones de pesos (financiados por la Nación), podría unir La Boca con Retiro.
A tal fin, el 17 de julio la Secretaría de Transporte llamó a “Licitación Pública Nacional e Internacional con Financiamiento” para la contratación del desarrollo, fabricación y provisión de 15 nuevos trenes del tipo Tranvía. El presupuesto oficial estimado es de180 millones de pesos.
"Es un salto a la modernidad en serio", se entusiasmó la Presidenta durante su discurso. Sin embargo, a seis meses de aquel anuncio, las obras de extensión vial no comenzaron y el llamado a licitación para la adquisición de los nuevos tranvías se prorrogó hasta el 19 de este mes “dada la importancia y magnitud de la obra”.
Ante la consulta hecha por Perfil.com acerca de este tema, la Secretaría de Ricardo Jaime prefirió el silencio.
(*) redactora de Perfil.com