Luis Manuel Pondal, Fernando Ríos y Daniela Viña, los creadores de la Heladera Social recibieron el Premio Perfil a la Inteligencia de los argentinos en la categoría sustentabilidad, en una ceremonia realizada la noche del martes en la cúpula del Centro Cultural Kirchner (CCK). La iniciativa de los galardonados consistió en colocar una heladera pública en la que dejaban lo que no llegaban a vender en su restaurante para que el que lo necesitara, tomara de allí alimentos. El proyecto, que nació en Tucumán, ya tiene 120 réplicas en todo el país.
Entrevistado momentos antes de la entrega de premios, Pondal explicó cómo nació la 'Heladera Social': "Todo empezó hace unos años atrás, siempre nos revolvía esa idea de que nuestros locales gastronómicos son de dimensiones grandes y los desperdicios de comida o los sobrantes, o pedidos mal hechos, todos iban tirados a la basura. Entonces nos asesoramos y ese mito de 'no hagas nada aporque te pueden denunciar o hacer un juicio' siempre nos frenaba. Un día, después de charlarlo y pelear con nuestros abogados y amigos, terminamos la jornada con Fernando (Ríos) sentados en la vereda y vimos como un padre alzaba a su hijo para meterlo dentro de un contenedor de basura donde había basura que hacía veinte minutos había sido alimento", recordó.
"Ahí algo en nosotros se hizo un ruido muy fuerte y empezamos a pensar nuevamente las formas, porque lo que trabajábamos era ya alimento cocinado, procesado para ser servido en la mesa. Pusimos la heladera para que eso se conserve, como cualquiera puede dejar la milanesa que hizo de más en su casa, dentro de la heladera, y le colgamos un cartel que decía 'llevá lo que necesités'. En un momento la gente no entendía muy bien de qué se trataba, por eso la pusimos a un costado de nuestro negocio donde ni siquiera teníamos la posibilidad de ver quién iba. Nos dimos con la hermosa sorpresa de que hubo gente que la entendió y empezó a abrir para dejar (alimentos)", completó.
Fue en ese momento cuando "este proyecto toma un rumbo en el que no teníamos mucha idea y decíamos: '¿cómo hacernos cargo de la comida del otro?', porque nosotros podemos hacernos cargo de la comida que hacemos nosotros porque sabemos de dónde viene, pero ahí es donde el sentido común te dice no puedo decirle a la gente 'no me dejés las cosas que vos querés dejar porque yo me hago cargo de lo mío'. Ahí creamos un "protocolo" de guardado y cuidado, donde le pedíamos a la gente que ya que quería ser parte del proyecto, ponga (el alimento) en una bandeja con papel film y le ponga la fecha en la cual lo había cocinado", detalló Pondal.
Proyecto replicado. "Una vez que esto tomó una dimensión mediática y todo empezó a hacerse tan visible, no paramos de recibir llamados de parte de gente que quería replicar la idea. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que esto no tenía un reglamento, era cuestión de decir 'tengo la idea, la gente que quiere trabajar, y vamos para adelante'. Una de las grandes virtudes del proyecto es que se amolda a las personas que quieren realmente laburar y ayudar", precisó el creador del proyecto.
"Tenemos por suerte un montón de gente que trabaja con nosotros y capaz no nos puede dejar la comida elaborada pero nos deja los alimentos para que los cocinemos, tenemos un grupo de cocineros y de gente común que ocupa su tiempo particular, sus horas de descanso. Hoy tenemos una heladera en uno de los locales y hay otras en otros espacios (una fundación y un comedor, en Tucumán)", añadió.
Respuesta del Estado. "Creo que haber instalado esa idea de que 'la comida no se tira', de instalar esa inquietud, o como el proyecto 'Plato lleno', donde hacen un trabajo extraordinario al juntar la comida que queda del catering de los casamientos. Creo que lo que tenemos que hacer ahora es ir por la Ley de Donación de Alimentos que está olvidada y hay muchas empresas y cadenas de supermercados que no hacen las donaciones que pudieses hacer, por miedo a estas 'avivadas' o industria del juicio que puede existir por algún tipo de intoxicación", resume.
"Por suerte en nuestro negocio nos dimos cuenta de que no éramos grandes desperdiciadores de comida, pero sí nos dimos cuenta que en las familias había mucha comida que se tiraba e inclusive a nosotros no nos gusta llamarle 'desperdicio' porque es comida sobrante que se puede comer y que uno lo está tirando y hace que vaya al circuito de la basura cuando perfectamente puede hacer que siga siendo alimento y dárselo a otro", concluyó Pondal.