En Los Raros (una particular evocación del libro homónimo de Rubén Darío de 1896), sus editores, básicamente Galíndez, se dieron el gusto de ser los primeros "en introducir las ideas del ultraísmo en Argentina", según apunta Martín Greco en el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (ahira.com), donde recientemente se rescató la publicación en versión digitalizada. Había quedado "olvidada" -añade Greco- por los historiadores culturales "hasta que fue exhumada por Adolfo Prieto" en el tercer número del Boletín de literaturas hispánicas, de 1961, a través de un artículo titulado "Una curiosa revista de orientación futurista".
"El director, y redactor prácticamente único de la revista, es Bartolomé Galíndez, poeta prolífico, cultor del énfasis y las formas suntuosas, a quien Borges, en la humorística clasificación que propusiera en 1927, (Nosotros, 'Página sobre la lírica de hoy'), ubica en la 'Escuela de la fina cursilería de Flores'", escribió Prieto, citado en el website del Ahira. "La preocupación principal del autor pareciera ser la de dar cuenta del ultraísmo, escuela flamante de la que posee suficientes noticias, pero por la que no se muestra seducido", señalaba el artículo del Boletín de literaturas hispánicas.
”Salomón, el rey libertino de mil y tantas esposas, fue simbolista”
"Como conclusión -dice Greco-, Prieto observa que Los Raros exhibe con claridad un significativo momento de transición entre el modernismo y la vanguardia, cuando 'mediaron numerosos ensayos e infinitos fracasos, experimentados tanto en la mente de los poetas signados por el éxito, como en la de anónimos inquisidores de la magia verbal'.
Antes de ser compartida digitalmente por el Archivo Histórico de Revistas Argentinas, la revista había sido objeto, en el 2012, de un estudio publicado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Los Raros. Revista de orientación futurista tuvo una duración "brevísima, pues solo vio la luz un único número que, hoy en día, prácticamente ha desaparecido de las bibliotecas y archivos, por lo que constituye una verdadera rareza anticuaria", destacó el editor del estudio presentado por la universidad platense, Hanno Ehrlicher.
El curioso volumen, agrega Ehrlicher, se "sigue prolongando básicamente la visión de Rubén Darío" sobre el futurismo. El intento de Galíndez, sigue, "es integrar el futurismo italiano en el 'eterno' fluir de una modernidad literaria que, en su esencia, sería un simbolismo que varía solo en apariencia".
"Todo es simbolismo, amigos míos, Rimbaud y Mallarmé son simbolistas, como simbolista es Huidobro, como lo son Reverdy y Apollinaire, Cocteau y Rivoire, Cannell y Holley, Blaise Cendrars y Cansinos Assens, Priets y Ruche, Decarisse y Salomón... Sí, amigos míos; Salomón, — 1020-962 — antes de Jesucristo, Salomón el rey libertino de mil y tantas esposas, fué simbolista hace dos mil novecientos cincuenta años; y aún hoy se le imita", exclamaba Galíndez, nacido en 1897 y fallecido en 1959.
“El opio, los clorales, la cafeína, clavan sus uñas”
La lectura de los textos de Los Raros es fructífera aunque a veces agobiante. En cambio, los pocos artículos cortos en las páginas finales de la revista saben más a signos de los tiempos y se pueden disfrutar de manera casi arqueológica, como si se estuviera espiando a Galíndez cuando dejaba de ser un escritor pretencioso y se convertía en un editor ilusionado.
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CASA DE DESCANSO MENTAL PARA ESCRITORES POBRES
No hace mucho, un conocido médico decía a una de las personas de esta casa, que los escritores deberían escribir tres meses y descansar otros tres meses. Nuestro compañero de tareas, acostumbrado a hacerlo todo el año sin descanso, se sonrió y le consultó sobre este tópico: ¿Hipofos? ¿Sosa? ¿Hierro? ¿Manganeso? ¿Fitina? ¿Estricnina? ¿Genciana?...
- Campo, amigo mío. Descanso, campo...
Por desgracia los escritores conocemos tan poco el campo! Una mano para la pluma y la otra dedicándola al libro que leemos, estamos atados a la biblioteca y a la mesa de trabajo. Empiezan los primeros síntomas, los insomnios, las palpitaciones, los fosfatos que se escapan de cuatro a cinco gramos por día y, por último, la debilidad cerebral que postra a Vargas, que ha postrado a Pérez Galdós, que ha llevado a jóvenes estudiosos a casas de salud. Entonces empiezan los calmantes; a los calmantes siguen los excitantes, la morfina, el bromuro, el alcohol el anmidrooximethelenfosfato de cal, y la vida se hace desgraciada, si una gran voluntad no vence, si el sistema nervioso no reacciona. Hamlet aparece. Por otro lado, pasa la Caravana de los vencidos: Verlaine, De Quincey, Rimbaud, Musset, Poe, Nerval, Baudelaire, Chopin, Wilde y con ellos, diez, cien, mil. Los vicios muerden la carne. El opio, los clorales, la cafeína clavan sus uñas. Y los infelices van cayendo uno a uno. Este, en mitad de una calle, como Poe; aquél, loco, como Rollinat; aquel otro sifilítico, como Verlaine; aquél baciloso, como Chopín; bajo aquél, sodomita, como Oscar Wilde.
Se hace necesario, indispensable, constituir en la Argentina un lugar de recreo, de salud, de descanso, de reconfortación física y mental. Estamos seguros de que a ello contribuirán muchos hombres pudientes, de que los diarios generosamente prestarán sus columnas y se harán eco, de que todo artista lo apoyaría. Un pequeño hotelito edificado en Sierras de Córdoba, en los valles de los Andes, un pequeño hotelito de diez habitaciones bastaríanos. Su costo no puede exceder a la suma de veinte mil pesos, cantidad fácil de alcanzar por medio de beneficios, donaciones, contribuciones directas, ya por ayuda oficial. En él deben abundar toda clase de deportes sanos y útiles, materiales de gimnasia para ejercicios físicos higiénicos que organicen el equilibrio celular, den energías a todo el organismo vistiendo de vigor, como quien cambia de traje, a los cuerpos cansados. Naturalmente, y es fácil explicarse, que faltar debe la biblioteca.
La permanencia de los huéspedes en él podría turnarse, ya sea en cantidad de quince, treinta o sesenta días, fijando un máximum de días. En fin, eso requiere una gobernación apta.
Bueno, bueno; esto es muy noble, muy sincero, muy necesario. ¿Dejará de ser un sueño? Quiéranlo los Dioses tutelares. Ojalá algún día podamos, hermanos pobres, ser propietarios de una casa en tierra sana y poseedores, así, de una nueva vida!