Francia es el país ideal para pegar un volantazo y salir de las rutas convencionales. Así, fuera de agenda, se descubren lugares inolvidables. Por ejemplo la ciudad de Uzès, en la Provence. La encontrará tierra adentro, a una hora del Mediterráneo y con el acueducto más famoso que los romanos dejaron en Las Galias, el Pont Du Gard. Si realmente quiere apreciar esta obra inmensa, que se hizo para que el agua corriente llegara a Nîmes, puede alquilar un kayak, remar despacio por el río Gardón y pasar mansamente por debajo.
Regrese al auto y cuando ingrese al corazón de la ciudad no podrá creer en lo que ven sus ojos, porque Uzès està detenida en el tiempo, es una especie de Toscana gala, con vida rural, muros de hiedra y la única torre circular de toda Francia. En realidad, esta columna calada de 42 metros es más linda que la Torre de Pisa y no está inclinada. Es el campanario de la Catedral Théodorit, un templo del 1090 que sólo conservó un órgano después del saqueo de la Revolución Francesa; todavía está ahí, ahora protegido por persianas estilo Luis XIV.
Justo al lado, y como escondido en un patio detrás de calles retorcidas, hay un huerto medieval. Allí no crecen papas ni manzanas sino yuyos para brujas y hechiceros, muchas rosas y también flores de Lys (los símbolos del amor y la religión). Entrar sólo cuesta € 4 e incluye la consumición de un brebaje mágico. Si justo es sábado, vaya directo a la plaza principal, la Place aux Herbes, en donde se instalan puestos que venden los productos de toda la comarca, porque una de las mayores virtudes de Uzès es que sigue siendo un destino rural tranquilo, antiguo, respetuoso del medio ambiente y con alimentos Bio. Busque los vinos con sello de origen Côte-du-Rhône, verduras, miel, castañas, aceitunas preparadas de mil formas y también el queso de cabra que elabora uno de los puesteros más legendarios, Jean Pierre, un barbudo con boina francesa.
Justo detrás de la Plaza está el Palacio Ducal. Sepa que Uzès fue el primer ducado de Francia y que sigue perteneciendo a la misma familia de siempre, De Crussol, dueños de todo eso y más, pero al menos abrieron las puertas de su palacio para que algunos salones pudieran visitarse.
Recorrer la campiña francesa en bici, una propuesta de turismo "slow"
Por alguna razón, el escritor André Malraux, tenía predilección por Uzés y cuando fue Ministro de Cultura del presidente Charles De Gaulle logró aprobar una ley que obligaba al estado francés a financiar y ser garante de la cultura nacional. Gracias a esto, comenzaron a llegar fondos que repararon los daños que dejaron en Uzès el paso del tiempo, los conflictos religiosos y la Segunda Guerra Mundial. Por eso la ciudad brilla por todas partes.
Y a esta altura se preguntará si ya podría volver al auto y seguir viaje… yo le diría que haga una reserva en el Hotel Richelieu, que convirtió en hito turístico este Cardenal francés supersticioso y loco, cuando lo eligió para pasar la noche entre unos arcos ojivales góticos llenos de misterio. Apueste por un día más en la región de Languedoc. Cuando siga viaje, encontrará por el camino un montón de villas inolvidables… ideales para seguir perdiéndose hasta que deba regresar.
Mónica Martin