Dicen los que saben que Piriápolis, en Uruguay, es una ciudad mística, llena de vibraciones positivas y con una energía fuera de serie que une a los visitantes con el universo. Dicen los geobiólogos que el Cerro San Antonio, a diez minutos del centro, late a 23.000 Unidades Bovis; mucho si se piensa que un cuerpo sano vibra a un promedio de 8.500 UB. Dicen también que la Sierra de las Animas, ahí cerquita, rompe con muchos records, porque registra un mínimo de 80.000 UB –UB es la sigla que identifica a la Unidad Bovis, la unidad que mide las radiaciones que emanan el planeta y todos los cuerpos-.
Algunas de estas cosas son las que cuenta Carlos Rodríguez, el técnico en Bio-resonancia que trabaja para el municipio de Maldonado. No, no se lo imagine con bonete de mago y túnica de estrellitas, porque el hombre anda en bermudas y zapatillas y ofrece visitas guiadas de 4 horas de duración –y gratuitas- para entender la ecuación profunda que rige todas las cosas en Piriápolis. Porque el primero que se dio cuenta de todo esto fue Francisco Piria, en 1890, cuando fundó la ciudad, precisamente en el Cerro San Antonio. El hombre-leyenda, si bien era uruguayo, se había criado en Italia con un tío jesuita que le transmitió los saberes de los Templarios –que los jesuitas atesoraron-, entre los cuales estaba la alquimia.
Por eso, un buen punto de partida para entender el balneario es partir del Argentino Hotel, que Piria diseñó como un majestuoso palacio de la belle époque, pero en forma alquímica: tiene 365 habitaciones, fuentes de agua, 22 escalones –22 son los senderos del árbol de la vida-, diseño de basílica y montones de referencias simbólicas a los templarios. Con tantos secretos entre los muros añejos, este tótem es desde hace un tiempo Patrimonio Histórico de Uruguay y aunque aún conserva las suntuosas sillas Thonet, la vajilla de Limoges, las cristales de Murano y las alfombras turcas que saca a tomar aire para cada cena de Navidad y Año Nuevo, se aggiornó al turismo sumando un centro termal marino, shows, exposiciones, visitas guiadas, un casino, un Kids Club abierto hasta la medianoche e incluso varias combinaciones de paquetes especiales. Por ejemplo: 7 días para cuatro personas por 216 dólares.
Después salga y disfrute de la brisa fresca del Atlántico por la rambla costera de los Argentinos, llena de restaurantes que ofrecen pescado fresco. Pasará por el Hotel Colón, un petit Hotel francés en donde comienza el boulevard de los Ingleses, que llega hasta el puerto. Todos los años, en diciembre, siete chefs uruguayos y una legión de voluntarios, inauguran la temporada de verano con música en vivo y una paella popular que se cocina a fuego lento en una paellera gigante de siete metros de diámetro. En promedio, cuatro mil comensales van en busca de su cuantiosa porción. Y todos aplauden y festejan cada vez que la pala mecánica arroja los 350 kilos de arroz, los 600 kilos de mariscos, los 300 kg de cerdo y otro tanto de pollo, mientras los 700 litros de caldo saltan como fuente de chorros ornamentales de los vertederos del contorno.
A pocos pasos de este punto parten las aerosillas que suben 130 metros hasta el Cerro San Antonio. A mitad de camino del ascenso verá la escultura de la Virgen Stella Maris, la patrona de los pescadores, que de frente es claramente una figura femenina sobre una luna y, de atrás, Jesús con cabellera larga y una túnica caída. Desde ahí, trace una línea imaginaria hacia el interior de la ciudad, y unirá con una recta otras dos fuentes de agua: la Fuente de Venus y la Fuente del Toro. Por supuesto, también anegadas de significados ocultos.
Y eso es todo? No, porque Piriápolis da para mucho más. Si le picó el bichito del esoterismo, no se achique y visite el Castillo de Pittamiglio, sobre la ruta 71. Tiene ventanas donde deberían ir espejos, escaleras que no van a ninguna parte y sitios en donde su propia voz sonará como venida de la ultratumba. Si en cambio le gusta pescar, busque las rocas rojas de Punta Colorada, o las de Punta Fría y Punta Negra, que son excelentes pesqueros durante todo el año. Si prefiere el trekking, a 10 km de la costa está el Pan de Azúcar, el tercer cerro de Uruguay y puede escalarse. Y si lo suyo es hacer vida de lagarto, están esperándolo las arenas blancas de San Francisco y Playa Hermosa.
Aproveche las promociones y descuentos de verano que Uruguay pensó para los argentinos, cruce el Río de la Plata y luego regrese para contarlo.
Desde la Redacción de Diario Perfil, Mónica Martin para Radio Perfil.