Finalmente Messi10, el espectáculo del Cirque du Soleil que le rinde tributo al capitán de la Selección Nacional de Fútbol, llegó a Buenos Aires, previo paso por Rosario y Córdoba. Con entradas agotadas para el mes de octubre y dos funciones por día, este compendio de acrobacias y color ofrece una mirada lúdica a la trayectoria de un deportista querido y admirado, cuyas imágenes también están presentes en esta puesta.
Con un estreno demorado de Messi10 by Cirque du Soleil (se había anunciado para 2019, lo que permitió incorporar la gesta del último Mundial de Fútbol), una serie de acrobacias y osadas performances van representando al deporte que lo tiene como protagonista, tanto como la postura de Lionel Messi ante la actividad y la vida: esfuerzo, concentración, disfrute. Al fin y al cabo, son las cualidades que más admiramos de este hombre, especialmente su persistencia. Esas impactantes performances están apoyadas y acompañadas por un impresionante soporte tecnológico: desde dos pantallas gigantes móviles a luces y efectos de primer nivel, todo se conjuga para generar alegría en el espectador, especialmente cuando un adorable maestro de ceremonias nos hace cantar Muchachos. Pero en esta banda sonora, de cuya elección participó el propio Lionel, hay mucha argentinidad en baladas que son bien aprovechadas durante las ejecuciones, particularmente la hermosa Hijo de Los Cafres que eligió el protagonista del show.
Son 32 artistas de 15 nacionalidades diferentes quienes conducen al espectador por ese mundo mágico durante una hora y media. Es un gran espectáculo visual, con una previa en la que se puede patear al arco, comprar un balde de pochocho por $ 10.000 o saborear otro tipo de golosinas. Y esto es importante porque conviene llegar temprano porque el acceso al Complejo al Río (Juan Carlos Cruz 115, Vicente López) donde se brinda este espectáculo internacional hasta principios de noviembre, no es sencillo pese a que está a pasos de la General Paz. Si se va en auto las colas son eternas y escasea el espacio para estacionar. Pero acceder caminando es peor porque desde la Avenida del Libertador no hay paso directo (uno complejo de modernos edificios tiene cerrado el acceso) por lo que hay que pasar bordeando la autopista en un extremo caminar unas cuantas cuadras para ir y volver desde el norte. A la salida, por suerte, abren las rejas de esos edificios y se llega rápido a la avenida. Un detalle para tener en cuenta (especialmente ante el precio de las entradas).
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