Un 30 de enero, pero de 1933 llegaba al poder Adolf Hitler, la persona que marcó la historia del siglo XX con su política anticomunista, antisemita y racista con la que justificó la persecución y el exterminio de los judíos.
Pese a que Hitler es considerado un dictador, él asumió el poder de manera legítima, pero sin ser elegido popularmente. De hecho, su asunción al poder estuvo impulsada por presiones políticas.
El Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), conocido como Partido Nazi, surgió con una ideología de extrema derecha en 1920 luego de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y la firma del Tratado de Versalles. En sus primeros años, el nazismo no tenía un gran apoyo e, incluso, en 1923 Hitler realizó un golpe de Estado fallido.
Para 1924, el NSDAP delimitó los puntos de su programa nacional, en los que proponía revocar el Tratado de Versalles, la pena de muerte para los delincuentes, así como también tenía varios puntos antisemitas.
En ese sentido, los judíos no eran considerados alemanes, puesto que no contaban con “sangre alemana”; por el contrario, eran “huéspedes” sobre los que se aplicaban otras leyes y debían ser expulsados del país.
Pasaron los años y su popularidad creció rápidamente. Alcanzó 18% de los votos en 1930 y dos años más tarde se convirtió en el partido político más votado al alcanzar el 37.3% y convertirse en la fuerza con mayor representación parlamentaria.
La asunción de Hitler al poder
Las grandes victorias electorales del NSDAP provocó que fuera difícil gobernar sin tener su apoyo. En consecuencia, Hitler exigió ser nombrado canciller, pero el en ese momento presidente Paul Von Hindenburg no estaba dispuesto a cederle ese poder.
Sin embargo, las presiones continuaron, así como las consecuencias económicas de la caída de la bolsa se hicieron cada vez más notorias. Por esto mismo, el 30 de enero de 1933 Von Hindenburg nombró a Hitler como canciller y dio inicio a una de las etapas más sangrientas de la historia mundial.
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De esta manera, el líder nazi llegó al poder de una manera legítima, ya que el canciller es nombrado por el presidente y debía contar con la aprobación del Parlamento. De igual forma, el reciente funcionario no se convirtió inmediatamente en un dictador.
“Parece un sueño: la Wilhelmstraße es nuestra”, escribió Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de la Alemania nazi tiempo después al recordar la llegada del partido al poder.
De canciller, a “Führer”: así Hitler se convirtió en un dictador
Al asumir, Hitler sólo tenía a dos miembros del NSDAP en el gabinete, pero ocupaban cargos claves. Uno de ellos era Hermann Göring que dirigía la Policía de Prusia, el área más grande de Alemania.
Poco a poco, el Partido Nazi comenzó a manipular el sistema político democrático alemán para conveniencia, aglutinando poder político. El camino hacia el dictador comenzó un mes después, el 24 de febrero de 1937 con el incendio del Reichstag, el Parlamento alemán.
Al día siguiente, Von Hindenburg suspendió los derechos civiles de la población, por lo que la libertad de expresión pasó a no ser un derecho inherente y la policía tenía la facultad de detener y allanar casas arbitrariamente. Así, comenzó una gran persecución a los opositores a un mes de que se celebraran elecciones legislativas.
En los comicios de marzo de ese año, le otorgan un buen colchón de votos a los partidos de izquierda, por lo que días después se prohibió el partido comunista y miles de sus miembros fueron arrestados.
Luego, el Parlamento autorizó a Hitler a promulgar leyes, sin la necesidad de que estas legislaciones contaran con el aval del presidente o de los parlamentarios.
Las medidas tomadas ya eran propias de una dictadura, pero el proceso culminó en 1934 tras la muerte de Hindenburg, cuando Hitler unificó las oficinas del presidente y el canciller para crear la figura del “Führer”, que se traduce como “líder”.
Holocausto, Segunda Guerra Mundial y la caída de Hitler
A pesar de que sus políticas antisemitas ya habían sido puestas en práctica con una gran persecución al pueblo judío y los comunistas, con la explosión de la Segunda Guerra Mundial en 1939, Hitler radicalizó aún más su accionar y comenzó a asesinar en masa a los miembros de estos grupos, así como también a los polacos. Se estima que más de 6 millones de judíos fueron asesinados.
Con la mentira de que un grupo de polacos “tomaron” una emisora alemana y enviar un mensaje en contra del Reich, Hitler inició la guerra contra Polonia y tomó así todo el territorio. Sin embargo, no pensó que Gran Bretaña y Francia se enfrentarían a él y comenzó así la Segunda Guerra Mundial, en la que el objetivo no solo era ganar tierras sino exterminar al oponente.
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Durante seis años, Hitler intentó destruir al Reino Unido y el territorio francés, así como también quiso avanzar sobre Rusia, en ese momento, la Unión Soviética, pero su escalada fallida contra los soviéticos fue el inicio del fin. Las tropas de la URSS comenzaron a avanzar sobre el territorio ganado por los nazis y en febrero de 1945 bombardearon Dresden.
En paralelo, los estadounidenses hicieron lo propio. Para fines de abril, Hitler había perdido mucho poder y territorio, por lo que se suicidó en Berlín antes de caer en manos de sus enemigos y Alemania se venció al poco tiempo.
En poco más de dos décadas, Hitler pasó de ser un político con muy poco apoyo, a ser el “Führer” y caer derrotado ante los soviéticos tras llevar adelante una de las masacres más grandes de la historia.
RdC / ds