Unas horas antes de que el rompehielos Almirante Irízar alcanzara la Base Marambio, su última escala antes de retornar a Ushuaia, se extendió la noticia, aunque ya llevaba algunos días: la Antártida ya no era un territorio libre de Covid-19, pese a todos los esfuerzos que se habían hecho a lo largo de los últimos diez meses para mantenerla de ese modo. La forzada convivencia en lugares cerrados y los limitados recursos para atender casos extremos de un virus que se expandió a lo largo y ancho del mundo precisamente por su rápida capacidad de contagio, vuelven esta enfermedad una de riesgos potenciados en el continente blanco.
El brote se registró en la base chilena de investigación Bernardo O'Higgins, 36 casos en total, entre militares y trabajadores de mantenimiento, que fueron evacuados a Chile. A las 24 horas ya eran 58 los casos con la aparición de positivos también en Villa Las Estrellas, donde reside el personal civil de la base de la Fuerza Aérea “Teniente Rodolfo Marsh Martin”, una de las mayores bases chilenas ubicadas en la Isla Rey Jorge, que la Argentina reconoce como Isla 25 de mayo.
La noticia despertó inquietud entre las autoridades argentinas por cuanto se trata de uno de los países con los que más estrechamente colabora la Argentina. La base O'Higgins se encuentra alejada de las posiciones propias. Pero Villa Las Estrellas junto a la Base Presidente Eduardo Frei Montalva, la mayor de aquel país en la Antártida, comparten la isla con otras instalaciones de diferentes banderas y una de ellas es la Base Carlini, de la Argentina, en otra punta del territorio.
El brote se registró en la base chilena de investigación Bernardo O'Higgins, 36 casos en total, entre militares y trabajadores de mantenimiento, que fueron evacuados a Chile
Por ahora, no se registran casos entre los argentinos que ya desde febrero pasado habían implementado un rígido protocolo por el cual cerraron los contactos con las bases de otros países. Fue, de hecho, el primer protocolo anti-Covid19 que se puso en marcha en la Argentina dado los riesgos que conllevaba un brote en ese extremo del mundo. Se temía que el virus pudiera desembarcar también a través de los turistas que suelen elegir aquellos parajes vírgenes para vacacionar, la gran mayoría de ellos, chinos y estadounidenses.
La puesta en marcha de la Campaña Antártica de Verano, en tiempos en los que la luz se extiende por 20 horas al día en la parte más austral del mundo, demandó cuidados extraordinarios para evitar trasladar el virus con los recambios de personal. Incluyó, de hecho, una fase previa a la operación. En rigor, un estricto asilamiento preventivo de 14 días al que se sometió a todo el personal, militar y científico. A cada uno se le hizo un test de PCR al inicio y al final, además de una serie de controles médicos durante esas dos semanas, para ser autorizados a abordar.
"Lo particular de estos protocolos no es que se realizan para que no nos contagiemos Covid-19, sino para que no se propague en el continente antártico. Por eso la necesidad de estrictas cuarentenas y exámenes", comenta el segundo comandante antártico y jefe del componente terrestre, el coronel Adolfo Humarán. Y agrega: "Se quiso poner una barrera que impida la llegada del Covid-19 a la Antártida. Toda la campaña ha sido planificada con este fin. Por lo tanto, su planeamiento gira en función al cumplimiento de estos protocolos."
PERFIL contactó a Humarán a través de whatsapp mientras el Irízar visitaba Marambio, la última etapa de la fase uno de su travesía que comprendía el relevo de personal y el reabastecimiento en el norte de la península. Antes ya había hecho escalas en las bases Carlini y Esperanza. En la segunda parte, a lo largo de enero, recorrerán las bases al Este —Orcadas y Belgrano 2— y en la tercera, la base al suroeste de la península, la San Martín. Tanto en la segunda y la tercera fase, previo retorno al puerto de Ushuaia, volverán a pasar por Esperanza, Carlini y Marambio para completar los abastecimientos y completar el retiro de residuos. La duración de la campaña se extiende hasta abril de 2021.
"Se quiso poner una barrera que impida la llegada del Covid-19 a la Antártida. Toda la campaña ha sido planificada con este fin", asegura el segundo comandante antártico, el coronel Humarán
Pero ayer, 23 de diciembre, al momento de intercambiar mensajes y fotos con este medio, Humarán y el resto del contingente argentino se aprestaban a celebrar la Navidad allí, en Marambio, antes de retornar a Tierra del Fuego para Año Nuevo. "La noticia de la llegada del coronavirus a la Antártida nos sorprendió. En los foros internacionales se habló mucho sobre las posibilidades que esta enfermedad llegue al continente antártico durante este verano y las medidas precautorias que los programas antárticos debían realizar para evitarlo. El saber que, a pesar de las medidas que debe haber adoptado Chile, la enfermedad se manifestó en una de sus bases, nos impulsa a reforzar el cumplimiento de nuestros protocolos, y a no relajarnos. Aún no se sabe todo sobre la propagación de esta enfermedad, por ello es necesario extremar las medidas precautorias", indicó el militar.
La ejecución de la Campaña Antártica de Verano consiste en el relevo y reabastecimiento de las bases en paralelo a los planes científicos que lleva adelante la Dirección Nacional del Antártico (DNA). Es, por ende, una operación de gran escala que contempla la coordinación entre la Cancillería y el Ministerio de Defensa pero es el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas el responsable de ejecutarla a través del denominado Comando Conjunto Antártico.
Muchos países debatieron largamente la realización de esta campaña. Algunos, incluso, la suspendieron. El titular de Defensa, Agustín Rossi, negó que eso fuera una opción para la Argentina. "Creemos que eso no es factible, y decidimos hacerla con todos los cuidados y el protocolo correspondiente. Argentina tiene una enorme historia de presencia ininterrumpida en la Antártida. Es uno de los países que mayor cantidad de bases tiene, con científicos que participan todo el año, y todo esto significa una operación logística de gran despliegue que realizan nuestras Fuerzas Armadas", afirmó durante la presentación de la Campaña y operatoria en tiempos de pandemia, en octubre pasado.
La edición 117° de la Campaña Antártica también presenta otras particularidades. Quizás la más notoria de todas sea que se limita a las seis bases argentinas permanentes (Marambio, Esperanza, Orcadas, Belgrano II, San Martín y Carlini) mientras que no se abrirán ni las siete temporales (Primavera, Melchior, Cámara, Brown, Matienzo, Decepción y Petrel), ni los refugios y campamentos que utilizan los científicos. También la orden es evitar las bases extranjeras, el contacto con turistas y, en caso de ocurrir una emergencia en la cual se deba intervenir, se activarán otros protocolos específicos que no se difundieron.
Muchos países debatieron largamente la realización de esta campaña. Algunos, incluso, la suspendieron. El titular de Defensa, Agustín Rossi, negó que eso fuera una opción para la Argentina
Humarán detalló que solo el personal de las dotaciones que va a ir a invernar y aquellos que deban cumplir tareas en ella, como la descarga de materiales, descienden a las bases y por tiempo mínimo. Subrayó que no debe haber contacto entre los diferentes grupos, todos deben llevar tapaboca y las cargas desembarcadas deben ser sanitizadas y permanecer almacenadas por un tiempo determinado para evitar la posible propagación del virus. "Si hay un grupo de personas que debe embarcar, como por ejemplo las dotaciones salientes, se las aísla dentro del buque y rápidamente se los saca por modo aéreo hacia la Argentina", aclaró.
A través de la Resolución 2020/ 373, el Ministerio de Defensa de la Nación también exhortó al Estado Mayor Conjunto a reducir los miembros de la Campaña por lo que se dispuso que la Escuela Dr. Raúl Alfonsín, de la Base Esperanza, la única que mantuvo la cursada en formato presencial cuando todas las escuelas de la Argentina estaban vacías este año, permanezca cerrada durante el ciclo lectivo 2021. También se intimó a la Dirección Nacional Antártica a que minimice el número de científicos en esta ocasión y se prohibió el traslado de las nueves familias que invernan en la Base Esperanza desde 1978, entre ellas, la de los maestros .
"Debe considerarse que este objetivo se relaciona directamente con las limitaciones médicas que hay en las bases y, en especial, las relacionadas con las dificultades para realizar evacuaciones médicas a cada país. La Argentina no escapa a estas dificultades. Por tal motivo se coordinó que solo participe de la Campaña Antártica de Verano el personal esencial para cumplir las tareas logísticas y actividades científicas en los buques, y el personal logístico y científico de dotaciones de las bases a ser relevadas", especificó el jefe militar.