Al abrigo de nuestra costa rionegrina, un caballito de mar que hace un tiempo se creyó exclusivo de las aguas patagónicas, de ahí su nombre, pero que también crece en Brasil y Uruguay, está en peligro de extinción.
Se trata del vulgarmente denominado Hippocampus Patagónico, una especie de la familia Syngnathidae que encontró un clima apto para reproducirse en las aguas argentinas, próximas a la línea costera.
Quien mejor explica esta presencia que hasta hace poco se creía autóctona es su propio clasificador, el Lic. En Ciencias Biológicas Diego César Luzzato, actual director de Ambiente de la Municipalidad de San Antonio Oeste, en una entrevista concedida a la agencia Telam: "En 2004 constatamos que el caballito de mar patagónico, que tiene fuerte presencia en las aguas de San Antonio Oeste, tenía en realidad una distribución territorial bastante más amplia”. Fue un desafío: tuvieron que cambiarle el nombre e incluso la clasificación, porque ya no era exclusivamente un hipocampo criollo sino sudamericano. “Las aguas costeras de Río Negro permiten el desarrollo de un ecosistema bastante distinto al de la parte externa, que posee características propias de la Patagonia", explicó el ex investigador del Conicet.
Sin embargo, la urbanización, los hábitos humanos, los bañistas que arrojan residuos al agua y sobre todo la metodología de la industria pesquera son tan atroces que la población del Hipocampus fue diezmada en un 90% y el investigador Luzzato, desde su cargo, apunta directamente a un culpable mayor: la empresa pesquera Alcadis de la Patagonia (Alpat), la mayor de la zona.
Recordemos que la extracción de frutos de mar es la mayor actividad económica y comercial de la Bahía de San Antonio.
La vulnerabilidad del hipocampo patagónico es tal que, a diferencia de lo que sucede en Brasil, en donde la especie prolifera a 30 metros de profundidad, en Río Negro está prácticamente al alcance de la mano: “se lo puede encontrar durante la marea baja, cuando el agua llega a los tobillos”, graficó Luzzato a Télam. "El primer factor que afecta su existencia es la pesca, porque no es como cualquier pez, cuando se levanta uno ya no quedan más, entonces la densidad poblacional disminuye automáticamente".
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Pero además, la culpa no es siempre de los demás: también existe aún esa pésima costumbre depradatoria que prefiere verlos disecados colgando de una lámpara o de un atrapa-sueños. Y para eso no es necesario disparar contra la industria pesquera. Al desplazarse por aguas bajas, el hipocampo patagónico no tiene la posibilidad de camuflarse, es visible al ojo humano. Una presa fácil.
Cabe destacar que San Antonio Oeste dista tan solo 15 km de Las Grutas y a la vez, 60 km de San Antonio Este, importante puerto de frutos provinciales. El mismo municipio promueve el destino dentro de un tríptico turístico que enlaza a los tres.
“Conocer la pesca artesanal, observar los lobos marinos del puerto y juntar ostras, son sólo algunas de las opciones para hacer en San Antonio Oeste”, indica la página promocional de la ciudad que en febrero celebra la Fiesta Provincial de la Marea, “un evento que crece año a año convocando a más visitantes cada verano”.
El último verano, el municipio local de 17 mil habitantes logró declarar Monumento Natural al caballito de mar, con lo cual se volvió intangible y tocarlo, sacarlo del agua o pescarlo son acciones penadas por la ley. Por otra parte, el parlamento rionegrino recibió la propuesta de dos legisladores, Marilin Gemignani y Facundo Montesino Odarda, para que la especie sea considerada “fauna”, una nomenclatura clasificatoria que le permitiría recibir mayores cuidados, al menos jurídicamente.
Ahora, en invierno, los caballitos son “flotantes”: atan sus colas a algo que flote y se dejan llevar, migran hacia mar abierto. En septiembre comienzan a aparearse y se aproximan a la costa en busca de mayor temperatura. El proceso reproductivo de todos los hipocampos es una sorpresa evolutiva. Durante un baile de cortejo que puede prolongarse durante varios días, las colas de macho y hembra se entrelazan.
Créase o no, quienes eyaculan en el vientre del macho (una especie de bolsa incubadora) son las hembras. Ellas depositan en él unos mil “óvulos” y luego el macho inyecta allí su “semen”.
En ese vientre paterno, los embriones crecen hasta alcanzar los 7 milímetros, y luego de 20 días de gestación , nacen solamente 300 hipocampos bebés. La mayoría no sobrevive, ya que en el mundo marino también sigue vigente esa ley que reza “el pez grande se come al chico”. Los que salvan su pellejo pueden llegar a vivir cuatro años y medir 18 centímetros en la adultez.