Mientras se espera que a primera hora del lunes la feligresía católica pueda acceder a la capilla ardiente del papa emérito Benedicto XVI, que falleció este sábado a los 95 años, la prensa vaticana difundió este domingo algunas fotos del cadáver del pontífice, que permanecerá en un sector de la Basílica de San Pedro hasta el próximo miércoles, y cuyo funeral encabezará el papa Francisco el próximo jueves.
La ceremonia de sepultura de Benedicto XVI obliga al Vaticano a improvisar en numerosas cuestiones protocolares, porque al tratarse del primer papa que renuncia al timón católico global en 700 años, no hay una organización precisa que indique los pasos a seguir como se estila cuando muere el papa en actividad. Allí entonces están pautados los diferentes pasos de velaotorio y funeral, pero al tratarse esta vez de un papa emérito, se dará la particular situación de que un pontífice despida a otro.
Por lo general, la muerte del papa desencadena la rápida convocatoria de un cónclave, durante el cual los cardenales de todo el mundo son convocados para eligir a su sucesor. Ese paso ha sido excluido esta vez, ya que Francisco reina desde 2013 tras haber sido elegido pontífice por la renuncia en 2013 de Benedicto XVI.
El anuncio de la muerte de Joseph Ratzinger este sábado por la mañana, tras una agonía de varios días, no cuenta con un protocolo específico, por lo que se seguirían algunos de los pasos para un pontífice en ejercicio.
Según la Constitución Apostólica promulgada en 1996 por Juan Pablo II, un Papa debe ser enterrado entre cuatro a seis días después de su muerte, un detalle que será fielmente respetado. El funeral de despedida será presidido el 5 de enero por Francisco en la plaza de San Pedro, cinco días después de su muerte, a las 8.30 de la mañana romana.
Luego del funeral, el féretro de Benedicto XVI será conducido a las grutas vaticanas, donde descansan los papas desde hace siglos, y si bien el detalle no fue confirmado, se especula que los restos del papa emérito seran ubicados en el lugar que ocupaba Juan Pablo II, de quien fue estrecho colaborador. La tumba de Juan Pablo II quedó vacía desde que su ataúd fue trasladado a una capilla de la Basílica de San Pedro, tras su beatificación.
AFP/HB