A dos semanas de asumir como el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva participó de una importante ceremonia en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde el Papa Francisco le entregó el palio arzobispal junto a otros responsables de arquidiócesis metropolitanas.
El palio es un ornamento religioso que se utiliza durante las misas, que comenzará a dar en la Catedral metropolitana a partir de su asunción, el próximo 15 de julio.
La ceremonia se llevó a cabo este jueves 28 y estuvo encabezada por el Sumo Pontífice, que instó a García Cuerva y otros 29 religiosos de todo el mundo "a trabajar en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia y en la política". Fue en medio de un discurso en el que también expresó que "es hermoso si crecemos como Iglesia del seguimiento, como Iglesia humilde que nunca da por sentada la búsqueda del Señor".
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A dos semanas de la asunción del nuevo arzobispo porteño, el Papa lo animó junto con sus pares a que trabajen "con humildad y alegría: en nuestra ciudad de Roma, en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación".
García Cuerva, de 55 años, resultó elegido para reemplazar a Mario Aurelio Poli, que fue quien sucedió a Jorge Bergoglio en el Arzobispado de Buenos Aires tras ser elegido Papa. A fines de mayo se supo que el religioso que viene de prestar sus funciones en Río Gallegos, Santa Cruz, era el elegido para suceder a Poli.
García Cuerva integra el grupo de "curas villeros" o "curas populares", mote que se ganó por su tarea religiosa y social en varios lugares del conurbano bonaerense. Por ejemplo, fue vicario parroquial de Nuestra Señora de la Cava (1997-2005); párroco de Santa Clara de Asís (2005-2014) y párroco de Nuestra Señora de la Cava en Béccar, zona norte. También estuvo al frente de la Vicepresidencia de Cáritas diocesana de San Isidro, asesor regional de la Pastoral Carcelaria y secretario de la Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria de la Conferencia Episcopal Argentina.
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Oriundo de Río Gallegos, el nuevo arzobispo se formó académicamente con estudios en Filosofía y Teología. Una buena manera de definir su perfil bien podría ser abordar la historia de los religiosos a los que sigue por su legado. A modo de ejemplo, en su foto de WhatsApp tiene una imagen de San Oscar Arnulfo Romero, un obispo y mártir asesinado por un francotirador en marzo de 1980 en El Salvador.
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A Romero la dictadura salvadoreña lo señalaba como un "cura comunista". Lo veían con malos ojos producto de su intenso trabajo en defensa de los más desprotegidos y de los Derechos Humanos, militancia religiosa que inició hacia 1977, cuando el gobierno de ultraderecha intentaba combatir a la guerrilla del Frente Martí de Liberación Nacional.
Cuando eso pasó, fue noticia porque le pidió al entonces presidente norteamericano, Jimmy Carter, que deje de enviar ayuda miliar al país, de acuerdo a reportes de The New York Times.
Sin suerte en ese frente, Romero puso la cara para responsabilizar a la dictadura de El Salvador de los crímenes cometidos en el marco del terrorismo de Estado que tiñó con sangre la historia del país entre 1980 y 1992. En paralelo, el religioso se caracterizó por abrir la puerta de la Iglesia a comunidades de campesinos desplazados.
Arnulfo Romero fue santificado en octubre del 2018 por el Papa Francisco, año en que se cumplieron 101 años de su natalicio, fechado el 15 de agosto de 1917.
El recuerdo de su última homilía está presente en sus seguidores. Data del 23 de marzo de 1980 y lanzó otro fuerte grito en contra de la represión y la violencia estatal. "En nombre de Dios y de este pueblo sufrido... les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión", lanzó.
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Un día después fue asesinado de un disparo mientras oficiaba la Eucaristía en una capilla de la capital de El Salvador. El autor del disparo mortal fue un francotirador que era parte de los escuadrones de la muerte de la ultraderecha. Campesinos, obreros, estudiantes, hombres, niños y mujeres fueron parte de una multitudinaria manifestación y funeral para despedirlo.
El 13 de mayo de 2015 arrancó un proceso de justicia para los seguidores de Romero. Aquel día fue beatificado por el Papa Francisco, que reconoció que fue asesinado en odio por su fe. Dos años después, en 2017, el Santo Padre firmó los decretos que habilitaron su canonización. A San Romero, como lo declararon en 2018, le atribuyen el milagro de la curación de un cáncer a una persona, a la que no le encontraron explicación médica.
GI/fl
