Unos 100.000 manifestantes, 186 detenidos, 225 arrestos temporales y 476 policías heridos fue el saldo de las violentas manifestaciones que se vivieron en cumbre del G20 de 2017. Se celebró en la ciudad alemana de Hamburgo, donde las marchas de grupos de izquierda, activistas LGBT, anarquistas, ecologistas, feministas, indigenistas, antisistema y antiglobalización dejaron como resultado una violencia nunca antes vista en la cumbre de líderes mundiales que se celebra desde 2008.
"Hemos venido porque hay que decirle a los líderes del G20 que no estamos de acuerdo con sus políticas", explicaba un joven suizo, mientras un alemán sostenía un cartel que decía, en alemán, "Macri: Argentina no se vende". "Necesitamos un reparto equitativo de la riqueza en Alemania y en el mundo", reclamaba la Federación Alemana de sindicatos. En el frente, unos 20.000 policías a pie, a caballo, en motos y en helicópteros tomaron virtualmente la ciudad y cortaron el tráfico en torno al centro de convenciones de la cumbre y las cercanías de los hoteles en los que se alojaron los mandatarios entre el 7 y 8 de julio.
Tras una protesta de radicales de izquierda titulada "Bienvenidos al infierno" la situación escaló y durante tres noches y madrugadas, activistas y vándalos marcharon por varios barrios de la ciudad dejando una estela de destrucción. El barrio de Schanzen, cercano al sitio de la cumbre que reunió a líderes como Donald Trump, Angela Merkel, Xi Jinping, Vladímir Putin o Recep Tayyip Erdogan, amaneció el 9 de julio con automóviles quemados, vidrieras rotas, neumáticos quemados y veredas levantadas, los restos de las multitudinarias manifestaciones.
D.S.