En medio de la desazón por el resultado de las elecciones del último domingo, el Partido Popular guardaba una última carta: la posibilidad de "cambiar el tablero" si conseguían un escaño en Madrid que los socialistas habían ganado por apenas 1.700 votos. Es que faltaban todavía escrutar más de 200 mil votos del exterior, y este viernes la Junta Electoral le dio ese valioso escaño al partido de derecha de Alberto Núñez Feijó, que pasó en consecuencia a tener 172 votos junto a Vox, contra 171 del socialismo y sus aliados.
El Partido popular fue el gran perdedor del domingo, porque no pudo cumplir con las encuestas que lo daban como favorito a quedarse con la mayoría absoluta. Así la formación derechista quedó sin posibilidades de alcanzar los 176 escaños necesarios para formar gobierno. Sin embargo, si en una primera votación se necesita mayoría absoluta para llegar al poder, en el caso de una segunda votación basta con mayoría simple. Sánchez, pro su parte, confiaba en mantener ese escaño por encima del PP y Vox (172-171), y el resultado de este viernes ha sido duro para los socialistas.
La importante de ese escaño de Madrid ahora sumado al PP resulta crucial, y ahora Sánchez no puede acordar con los separatistas catalanes para que se abstengan, sino que necesitaría que los representantes del partido del refugiado Carles Puigdemont voten a su favor, manos alzadas que de acuerdo a los primeros sondeos tendrían un precio altísimo, al punto que en el PSOE lo consideraron "reclamos inconstitucionales y políticamente suicidas".
Los de Puigdemont quieren hacer valer el hecho de ser la llave de todas las ecuaciones y exigirían a cambio amnistías para todos los dirigentes del separatismo catalán, condenados oportunamente por el intento separatista de 2017, que obligó a Puigdemont a refugiarse en Bélgica. Y además reclamarían que se permita en Catalunya un nuevo referéndum de autodeterminación, esta vez avalado desde Madrid, condición que el gobierno socialista considera "imposible".
Con ese cuadro, no está claro cómo podrá Sánchez salvar su permanencia en el poder. De los 2.3 millones de expatriados inscritos en el censo electoral, algo más de 233.000 (alrededor del 10%) votaron el 23 de julio, ya sea por correo o acudiendo al consulado español en su país de residencia.
En general ese voto de estos españoles en el extranjero "no ha tenido una gran influencia", más bien ha sido "anecdótico", explicó a la AFP David Sabater Giménez, politólogo y consultor de la firma Atrevia. Sin embargo, con los resultados apretados de este domingo, ese porcentaje de votos se convirtió en trascendente. Y este viernes el escaño que pasó de los socialistas a la derecha del PP fue el gran tema político de la jornada. Es que si finalmente Sánchez no acuerda con los separatistas catalanes, se vería forzado a llamar a nuevas elecciones.
Los votos de los españoles en el extranjero se contabilizan en las provincias en las que están electoralmente inscritos y, por lo tanto, tienen impacto si la diferencia entre el ganador de un escaño y el siguiente contendiente más próximo es mínima. Nueve circunscripciones se encontraban en esta situación, especialmente el escaño en Madrid que ha pasado del PSOE a las manos del PP este viernes.
En las elecciones del domingo, el PP ganó con 136 escaños, que con el apoyo de los 33 de Vox y par de pequeños partidos regionales llegaba a 171 legisladores. Ese número, ahora ha quedado en 172.
En tanto, el PSOE obtuvo 122 escaños, lejos del total del PP, pero estaba en mejor posición para llegar a 172 escaños, sumando 31 de su aliado de izquierdas radical Sumar y otros 19 escaños obtenidos por diversos partidos regionales, principalmente vascos y catalanes.
Claro que en esa cuenta hacía falta que los siete diputados del partido independentista catalán, Junts per Catalunya (JxCat), aceptaran como mínimo abstenerse.
Catalanes intransigentes
Los líderes de JxCat participaron en el fallido intento de secesión de Cataluña en 2017, por lo que recibieron duras sanciones, y no están dispuestos a dejar pasar esa oportunidad dorada para volver a la carga con sus demandas separatistas. El Gobierno de Sánchez, sin embargo, descartó en un principio hacer concesiones "políticamente suicidas".
Los socialistas decían no tenían prisa en entablar conversaciones con los partidos independentistas catalanes antes de la constitución del próximo Congreso de los Diputados, el 17 de agosto. Pero ese escaño perdido trastoca todo, porque ese 17 de agosto también tendrá lugar la elección de la presidencia del Congreso de los Diputados, posición estratégica que los socialistas quieren mantener. También allí los siete diputados de Junts podrían ser decisivos. Queda por ver entonces hasta donde está dispuesto el socialismo a conceder para conseguir esos votos separatistas, que le darían a Pedro Sánchez otros cuatro años en el poder. Y desde el PP apuestan a que, sin esos votos, Sánchez se vea obligado a llamar a nuevas elecciones.
AFP/HB