El resultado de las elecciones de España, celebradas este domingo, podría derivar en un bloqueo en la gobernabilidad del país ya que los candidatos de PP y PSOE no consiguieron los escaños parlamentarios suficientes para ser investidos claramente como presidentes del gobierno.
El candidato del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, ganó las elecciones generales pero sin cumplir las expectativas: ya que los 33 escaños conseguidos por su socio de extrema derecha Vox no alcanzan y no podrá gobernar. Tampoco el hipotético apoyo del diputado de UPN y de Coalición Canaria llegará a los escaños necesarios para la investidura de Feijóo.
Con 100% de votos escrutados, el bloque de la izquierda, por su parte, logró 153 diputados de los que 122 son del PSOE, con el presidente del gobierno Pedro Sánchez, y 31 de Sumar, la coalición de 15 partidos de Yolanda Díaz. Los "populares" fueron los más votados en nueve comunidades autónomas -Galicia, Asturias, Castilla y León, Aragón, la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia, Murcia y Andalucía- y en Ceuta y Melilla.
El líder del PP reivindicó la victoria en las elecciones españolas y reclamó formar gobierno
Pero para lograr los 176 escaños necesitarían un total 23 diputados más y sus aliados tradicionales en el Parlamento -ERC, Bildu, PNV y BNG- suman 19, por lo que la investidura de Pedro Sánchez dependería de lo que decidiera Junts, el partido de Carles Puigdemont. Y el expresidente catalán exiliado en Bélgica ya aseguró antes de iniciarse la campaña electoral que su formación no daría apoyo ni a Sánchez ni a Feijóo.
"El nuestro es un pueblo que aprovecha las oportunidades y esta es una oportunidad. Se abre una etapa para el cambio, recuperar la unidad. En Junts hemos mantenido la posición, pero ha valido la pena. Nosotros no haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada", dijo Míriam Nogueras, líder de Junts.
Si un partido consigue la mayoría absoluta en el Congreso –la mitad más uno– puede gobernar solo. Pero, si no lo consigue necesita establecer alianzas hasta que la Cámara Baja avale por mayoría simple a un candidato presidencial. Un ejemplo claro es el del Gobierno actual: el PSOE tuvo que pactar con Unidas Podemos para gobernar en 2020. Así, consiguió que 167 parlamentarios votaran a favor de investir a Pedro Sánchez como mandatario, frente a los 165 que votaron en contra.
De esta forma, podría producirse un bloqueo en el Parlamento que, de momento, permitirá seguir a Pedro Sánchez en Moncloa y podría desembocar en nuevas elecciones dentro de unos meses. Sánchez, que convocó estas legislativas anticipadas tras la derrota de la izquierda en las municipales de mayo, dijo que tal posibilidad sería "un retroceso para España", con la derecha y la extrema derecha prometiendo revertir buena parte de las medidas legislativas de estos últimos años.
Mónica González: "El Partido Popular ha blanqueado el crecimiento de la ultraderecha"
En sus primeras declaraciones tras las elecciones, el presidente del Gobierno de todas formas celebró el resultado obtenido por su partido: "Hemos sacado más votos, más escaños y más porcentaje que hace cuatro años", dijo. "El bloque involucionista de retroceso que planteaba la derogación de los avances de los últimos cuatro años ha fracasado", afirmó en referencia al PP y Vox.
Alberto Núñez Feijóo dijo que quiere "intentar" formar gobierno tras ser la fuerza más votada en las elecciones parlamentarias del domingo, pero tener menos opciones de tejer alianzas para gobernar que Sánchez. "Como candidato del partido más votado, creo que mi deber" es "intentar gobernar nuestro país", dijo Núñez Feijóo a los simpatizantes del PP congregados ante la sede del partido, tras lograr 136 diputados por 122 del PSOE.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, felicitó a Feijóo "como ganador de las elecciones" pero lamentó "lo que es una mala noticia para muchos españoles: Pedro Sánchez, aun perdiendo las elecciones, puede bloquear una investidura. Y, peor aún, Pedro Sánchez podría incluso ser investido con el apoyo del comunismo, del independentismo golpista y del terrorismo".
Las principales figuras de las elecciones legislativas en España
Pedro Sánchez, el presidente del gobierno saliente
Dado por muerto políticamente en varias ocasiones, Pedro Sánchez, de 51 años, ocupa la presidencia del gobierno desde mediados de 2018, cuando desalojó del poder al conservador Mariano Rajoy mediante una moción de censura en el Congreso apoyada por varios partidos de izquierda e independentistas catalanes y vascos.
Su gobierno, al que entró como socio el partido de izquierda radical Podemos a principios de 2020, logró aprobar un abanico de leyes, para legalizar la eutanasia, rehabilitar la memoria de las víctimas de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) o permitir el cambio de género libre a partir de los 16 años.
Con un inglés fluido, este economista de perfil internacional aumentó la influencia de España en los asuntos de la Unión Europea (UE).
Político habituado a los golpes de efecto, espera desmentir los sondeos que pronostican su derrota en las legislativas del domingo, que convocó por sorpresa luego de que la izquierda cayera derrotada en las elecciones municipales y regionales de mayo.
Alberto Núñez Feijóo, el conservador favorito
Al frente del Partido Popular (PP) desde hace un año, Alberto Núñez Feijóo logró recomponer las filas de la derecha después de una de sus peores crisis internas.
Presidente de su región natal de Galicia (noroeste) durante trece años, el líder del PP, de 61 años, considera que ha llegado su momento de dirigir el país.
Favorito en los sondeos, su programa se resume en "derogar el sanchismo", en referencia al gobierno de Sánchez, al que la derecha acusa de haber cruzado líneas rojas.
Pone como ejemplo el indulto a los líderes independentistas catalanes condenados por la tentativa de secesión en 2017 o algunos acuerdos alcanzados para aprobar leyes con Bildu, un partido independentista vasco visto como heredero político de la organización armada ETA.
Político moderado, Núñez Feijóo sin embargo avaló alianzas de su partido para gobernar con la extrema derecha de Vox en varias regiones y municipios, tras las municipales de mayo. Un socio con posiciones que le incomodan, pero cuyo apoyo podría serle indispensable para formar gobierno si gana este domingo.
Yolanda Díaz, la comunista que unió a la izquierda radical
Número tres del gobierno de Sánchez, la ministra de Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, logró ensamblar Sumar, una plataforma con quince formaciones a la izquierda de los socialistas, entre ellas Podemos, tras superar unas muy rocosas negociaciones.
Virtualmente desconocida antes de llegar al ministerio en 2020, esta abogada de 52 años, de carácter afable, destacó rápidamente en el polarizado paisaje político español y se convirtió en la dirigente mejor valorada, según encuestas.
Apadrinó los planes de desempleo parciales para evitar despidos durante la pandemia, la revalorización del salario mínimo y una reforma del mercado de trabajo para reducir la precariedad, con un talante negociador que reconocieron sindicatos y patronal.
Díaz, que espera reeditar coalición de gobierno con Sánchez, tiene como medida estrella la propuesta de una herencia universal de 20.000 euros ($22.435) para todo joven de 18 años.
Santiago Abascal, el ultranacionalista
Si hace apenas un lustro era irrelevante políticamente, Santiago Abascal se sueña hoy indispensable para formar gobierno, incluso con él como vicepresidente, si los conservadores acaban necesitando los votos de su partido de extrema derecha Vox.
Este antiguo militante del PP de 47 años, de musculatura trabajada y barba impecablemente perfilada, resucitó una extrema derecha marginal desde el fin de la dictadura franquista en 1975.
Con una prédica de antagonismo frontal al separatismo catalán, recibida con simpatía por parte del electorado tras el fallido intento de secesión de Cataluña en 2017, Vox, nacido como escisión del PP en 2013, se convirtió en 2019 en la tercera fuerza política en el Congreso.
Más allá de defender a ultranza la unidad de España, su programa niega la existencia de la violencia de género, critica el "fanatismo climático" y es abiertamente antiLGBT y antiaborto. Unas posiciones ultranacionalistas y ultraconservadoras que lo acercan a su aliado húngaro Viktor Orban.