Gastón Giráldez, más conocido como “Budatom” o “El Buda” es el artista callejero del rock nacional. Fito Páez, Mercedes Sosa, León Gieco, Luis Alberto Spinetta y tantos más están, gracias a Gastón, literalmente a los pies de su público: Gastón los retrata sobre el asfalto de la calle, por donde su público camina.
Es más, Gastón Giráldez es hasta la fecha el artista plástico callejero que más veces le rindió homenaje a Charly García a través de sus dibujos llenos de vida y, sobre todo, llenos de alegría de vivir.
El mes pasado, para celebrar a solas el cumpleaños número 70 de Charly García -el 23 de octubre-, El Buda armó 70 dibujos de su ídolo. No uno ni diez, sino 70, uno por cada año que había vivido el autor de Nos siguen pegando abajo.
“Básicamente, elegí hacer 70 dibujos de Charly, porque muchos dibujantes iban a hacer solo un dibujo. En general, esto es lo que hacen cuando hay un evento, uno y ya está; y como Charly tiene muchas caras y pasó por muchas cosas, me pareció que festejar sus 70 con esa cantidad de imágenes icónicas de él, era lo más justo”, explica El Buda Gastón.
El Buda Gastón, sin embargo, no conoce “todavía” a Charly García. Sabe que algún día sucederá. “Ya tuve el honor de hacerle llegar varios cuadros que le hice, gracias a la generosidad de Nora Lezano, que es una de sus fotógrafas personales”, anticipa Gastón Giráldez.
Homeless por propia voluntad
“El Buda" Gastón no es cualquier artista plástico. Durante más de cinco años vivió en la calle, en la Capital Federal. Desde entonces y hasta hoy, su único bien es una mochila de cuando era boy-scout, una experiencia de la infancia que le enseñó entonces a superarse y, ahora, a sobrevivir.
No siempre estuvo en la calle. Antes, cuando su vida era “normal”, tenía un trabajo estable en un local comercial, había perdido a su padre y vivía con su madre, portera de un colegio.
Gastón no era cualquier homeless: hablaba inglés, había hecho el colegio secundario, y siempre le gustaron el cine y los libros. Hasta que la historia de Buda llegó hasta él y la vida de Siddharta Gautama, el príncipe indio que estaba llamado a ser un asceta y un rey, lo condujo a su propio destino. Decidió seguir sus pasos, desprenderse de afectos y apegos materiales y deberle solamente su vida al arte, su gran pasión.
La primera noche a la intemperie fue muy difícil. Llovía y durmió en la puerta del Teatro San Martín. No durmió, tampoco comió. Y lloró, y lloró. Como los días que siguieron al primero. Sin embargo, un pochoclero escuchó su historia y le dio trabajo. Su suerte y sobre todo su ánimo comenzaron a cambiar. Había buena gente en la calle.
“Si vivís en la calle, tu vida está en loop, todo el tiempo se repite un mismo día. Para mí, progresar fue salir de ese infierno de la rutina de no hacer o no tener, que era como yo me vi cuando dejé todo y me fui literalmente a la calle, sin nada”, cuenta el hombre de 47 años, que se siente y se ve como si ya hubiera atravesado un tupido calendario.
Comenzó a dibujar en cartones ante la mirada indiferente, cuando no atónita de los caminantes que pasaban por el costado. Otro amigo de la calle le sugirió usar tiza, algo más original. En tres meses sacó la técnica. Con el paso del tiempo y gracias a volverse cada vez más popular pudo sentirse mejor y salir un poco de la precariedad.
En la peatonal Corrientes, sobre la calle Lavalle y sobre el Parque Centenario, hoy no sólo tiene un oficio sino también un techo. Con lo que gana de propinas o por la venta de sus obras – que también digitaliza y vende en redes- no solo el hambre ya es cosa del pasado sino también la manta de cartones. Su trabajo intenso le permite comer todos los días y alquilar un cuarto digno en un albergue del Centro.
Con 47 años y una voluntad que inspira, Gastón Giráldez nunca baja los brazos. No abdica ante las adversidades ni los imprevistos. Sus problemas no se llaman Arba o dólar blue sino “la lluvia repentina que le borra en minutos” o “la cana” que le reprocha que dibuje sobre el piso, mientras no controla la higiene o la seguridad.
“Yo soy feliz, hago lo que me gusta”, se excusa El Buda a cualquier oficinista que se le acerca a hablar.
De Buda a Justin Bieber
El Buda Gastón muchas veces se dibuja a sí mismo como un caracol, Tadeo. Y reflexiona sobre el mundo, los chicos de la calle, la gente sola, el hambre, todas las cosas que ya conoció. Lo suyo, en verdad, es la crítica social. “En la calle ves de todo. El humor político y el crossover [entrecruzar dibujos, historias y personajes] es lo que más me gusta hacer y más me divierte. Quiero hacer un dibujo social que haga pensar, algo como lo de Quino. Hay dos artistas que son mi mayor influencia, Alberto Montt y el brasilero Butcher Billy, que también hacen crossover”.
Y de a poco, lo suyo lo convierte en una celebridad. Hice un Batman de los 60 con Silvio Soldán y el periodista Antonio Laje se enteró una vez que le había hecho un muñequito de plastilina y mandó a alguien de su producción para que lo llevara al canal de América y mostrara su arte.
El Buda es metódico para trabajar, siempre lo fue, aun cuando tenía menos recursos que ahora: “No es sencillo. En la calle todo es cuesta arriba. En general, busco un local de comidas rápidas o algún bar que me permita pasar un rato sentado. Si es necesario consumir, consumo algo. Sino donde me conocen, paso y me siento directo y me pongo a dibujar”, recuenta.
“Mi método es simple. Hago el dibujo de forma artesanal, como en la vieja escuela, con papel y lápiz o lapicera. Una vez que el dibujo está terminado, le saco una foto con el celular. Tengo uno viejito, pero que me sirve todavía para poder hacer esto. Una vez que tengo la foto, abro una aplicación muy sencilla, que me permite pintarlo digitalmente. Ahí sí, está listo para ser subido a la red”, detalla.
Y al estar en la calle, el boca en boca lo hace aún más popular. Cuenta que también diseña remeras para algunas marcas conocidas, que le hicieron un video para Estados Unidos y que Justin Bieber tiene una marca de ropa urbana que lo sigue a él en su Instagram. Asegura que, cuando aún vivía en la calle, una agencia de publicidad con oficinas en Puerto Madero le ofreció trabajar con ellos como pasante, pero a los tres meses por la pandemia tuvo que dejar.
Llegó incluso a grabar sus propios podcasts con personajes que veía por la calle y a los que corría “para charlar”; luego subía ese material. Asegura incluso que había armado un libro con sus dibujos y que tenía en una computadora que le robaron y nunca pudo recuperar.
Ahora sólo los dibujos de tiza, los digitales y algunas acuarelas le permiten vivir bien. O como dice uno de sus autorretratos de Tadeo, sentado en la calle y sosteniendo un cartel con su mochilita verde detrás: “No seré cool, pero tengo dignidad”.
Quienes quieran conocer todo lo que hizo El Buda, pueden buscarlo en Instagram: https://www.instagram.com/budatomarte/?hl=es-la
Quienes quieren ver en vivo y en directo cómo lo hace, pueden ir a Parque Centenario, los sábados y domingos de 11 a 18 hs. O darse una vuelta por la peatonal Corrientes, los viernes, sábados y domingos de 19 hs a dos de la madrugada.