Un 4 de noviembre, pero de 1995, fue asesinado en Tel Aviv el primer ministro Isaac Rabin, a manos de un judío extremista llamado Yigal Amir.
Hace 26 años, el crimen ocurrió al final de una concentración de apoyo al proceso de paz que él había empezado luego de la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993.
A principios de los 90, los líderes de Israel y Palestina comenzaron conversaciones secretas en Noruega. Esto propició la creación de la Autoridad Palestina, un gobierno provisional que administraba los territorios que ocupaba Israel entonces. Luego de la firma, esos territorios fueron desalojados. Justamente este hecho y la misma firma de los acuerdos, fue la mecha que encendió la furia de una parte del pueblo judío quién reclamaba los territorios como suyos.
A 25 años del magnicidio de Isaac Rabin
El asesino era un estudiante de derecho y tenía solo 25 años. Desde el principio Yigal Amir se opuso rotundamente a la firma de los Acuerdos porque creía que una retirada israelí de Cisjordania, anularía la herencia bíblica reclamada a través de los asentamientos.
Los Acuerdos reconocían a los estados de Israel y Palestina. En ellos se preveían 5 años de autonomía para Cisjordania y la Franja de Gaza, tiempo suficiente para establecer un estatuto definitivo de los dos territorios.
Lo que Isaac Rabin dejó al morir asesinado
Como un hito en la historia de la paz árabe-Israelí, los Acuerdos de Oslo fueron firmados por Isaac Rabin y Yasser Arafat y un año después, en 1994, los dos líderes junto a Simón Pérez, recibieron el Premio Nobel de la Paz.
Los detalles previos y los que sucedieron durante la firma pueden recordarse con la película OSLO de Steven Spielberg, que se estrenó por HBO hace algunos meses.
En 1994, Benjamín Netanyahu, sucesor de Rabin, anuló los Acuerdos de Oslo al asumir el poder y la pugna continuó. El conflicto entre árabes y judíos tiene fechas bíblicas indescifrables, pero la guerra declarada comenzó en mayo de 1948 con la proclama del Estado de Israel por parte de la ONU.
Inmediatamente después, los ejércitos de la Alianza Árabe invadieron los territorios ocupados por los judíos y así comenzó una guerra que continúa hasta hoy.
El político y diplomático Jan Egeland fue el promotor de los Acuerdos de Oslo. Como Secretario de Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, se le encomendó en 1990 la tarea de propiciar diálogos de paz entre representantes del gobierno Israelí y del gobierno de la OLP, en Oslo.
Como jefes negociadores del estado de Israel estuvieron el primer ministro Isaac Rabin y Uri Savir (hoy Jefe Honorario del Centro Peres por la Paz en Telaviv). Del otro lado estuvieron Yaser Arafat y Ahmed Qurei quien luego fue Primer Ministro de Palestina entre 2003 y 2006.
Luego de la terminación de los Acuerdos de Oslo, en una entrevista, Jan Egeland respondió que fue mejor haber llegado a un acuerdo que no haberlo hecho. “Una paz con defectos es mejor que una guerra perfecta”, concluyó.
Hoy las principales disputas continúan siendo la soberanía de la Franja de Gaza y Cisjordania, el estatus de la parte oriental de Jerusalén, el destino de los asentamientos israelíes y de los refugiados palestinos, entre otros.
Paz Imperfecta
Amenazados de expulsión definitiva, esta semana 4 familias palestinas rechazaron un acuerdo que les permitiría permanecer 15 años más en Jerusalén, sin ser echados por los colonos judios del vecindario Sheikh Jarrah. Estas protestas y enfrentamientos previos, desataron la guerra de 11 días en Franja de Gaza durante el mes de mayo.
“Una paz con defectos es mejor que una guerra perfecta” (Jan Egeland, negociador de los Acuerdos de Oslo)
La propuesta fue presentada por el Tribunal Supremo y hubiera convertido a los palestinos en inquilinos protegidos para no poder ser desalojados durante ese tiempo. Sin embargo, los palestinos quieren permanecer en Jerusalén por justicia y no por la firma del convenio que podría debilitar la situación de sus familias en el futuro y forzarlas a pagar un alquiler.
Cuando creemos que algo nos pertenece y lo quieren arrebatar, tenemos dos salidas: Ceder para vivir en paz o luchar por mantenerlo. Esa dualidad envolvió y envuelve a la opinión pública en torno al tema de la guerra entre Palestina y el estado de Israel.
Isaac Rabin, el primer ministro israelí de los años 90, optó por ceder y le costó la vida.
MM/FL