La publicidad siempre se ha caracterizado por dejar de lado los aspectos menos ventajosos de un producto y el "Titanic" no fue la excepción a la regla. A 110 años del naufragio, se conoció un folleto que promocionaba una gran mentira de la embarcación; lamentablemente, nadie lo supo hasta después del trágico final del crucero trasatlántico.
El folleto denominaba al gran barco como un “epitome de la seguridad”, es decir el ejemplo ideal de una cosa. Sin embargo, los diseñadores no barajaron la posibilidad de un iceberg terminaría con la embarcación “más segura del mundo”.
La publicidad destacaba el alto nivel de “prestigio y belleza” que alcanzaba el Titanic a principios del siglo XX, algo que no estaba tan lejos de la realidad, ya que la embarcación estaba pensada para recibir a las personas más ricas e influyentes de esa época.
En ese sentido, el volante vendía el alojamiento en la primera clase del Titanic, por lo que algunas personas podrían haber sacado su pasaje en el barco para disfrutar de los prestigiosos escenarios, sin saber que estaban comprando un boleto a una de las peores tragedias del siglo pasado.
El folleto se publicó un año antes de que el Titanic zarpara desde Inglaterra el 10 de abril de 1912 e iniciara su viaje inaugural con más de 2 mil personas a bordo. Por esto mismo, el panfleto es considerado como un “reliquia” de aquella época, razón por la cual será subastado por unos 6 mil euros a través de la casa de subastas Henry Aldridge and Son.
El fatídico final del Titanic
El volante no estaba del todo equivocado, ya que, pese a que el 14 de abril de 1912 el Titanic encontró su peor final en las aguas del Atlántico Norte, los pasajeros de primera clase vivieron unos momentos a puro lujo durante cuatro días.
Ni bien comenzaron a embarcar, las personas que viajaban en primera clase lograron comprobar la majestuosidad del crucero trasatlántico. Mientras tanto, las demás clases aguardaban llegar a su destino sanos y salvos.
Luego de almuerzos, cenas de diversión y haber probado los mejores vinos, la elite que viajaba en el Titanic se vio despojada de toda riqueza cuando la punta de un iceberg destrozó al “impenetrable” hierro del buque.
De las 2.300 personas que se encontraban a bordo, 1.522 perdieron la vida en el hundimiento. El gran tamaño de la embarcación solo sirvió para ahorrar un poco tiempo y permitir que algunos pasajeros evacúen correctamente la embarcación.
Así, el Titanic de 270 metros de largo faltó a su principio fundamental: la seguridad y tardó tan solo tres horas en quedar cubierto de agua y pasar a ser solo un trágico recuerdo.
RdC / ds