ACTUALIDAD
Crisis en la ciencia

Ministerio de Modernización y ajuste en el Conicet

El recorte se implementa con la reducción de ingresos a la carrera de científico, la limitación de becas y la prioridad de temas propios al sector privado.

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Banderas. Contra el ajuste y la precarización laboral. | Juan Obregón.

El miércoles 16 de mayo, mientras escribía esta nota, una misión del Ministerio de Modernización inspeccionaba el Centro Nacional Patagónico de Puerto Madryn (CENPAT), uno de los centros científicos tecnológicos del CONICET con más de 40 años de tradición en la región. El objetivo declarado de la visita fue determinar la “Dotación de Planta Óptima” del personal administrativo, y quienes prestan servicios de vinculación a la comunidad, varios de ellos y ellas bajo modalidades contractuales precarias como el conocido “artículo 9” del Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP).

Durante la reunión previa que sostuvo esa misma mañana el ferente de Recursos Humanos del CONICET con el personal, las autoridades del CCT-CONICET CENPAT y los institutos de investigación que lo componen, no se logró explicar qué significa la “Dotación de Planta Óptima”. Pero quienes estuvimos escuchando entendimosque ese rótulo es un eufemismo. Es decir, atrás de ese término -más acorde con la tripulación de una embarcación o una unidad militar que a un centro de investigación- está el recorte y ajuste fiscal, que se evidencia en otros organismos como INTA, INTI y SENASA que ya han sido visitados por el Ministerio de Modernización, dejando a su paso un reguero de despidos. Todo ello en el marco de recortes presupuestarios, la aplicación de criterios neoliberales de gestión institucional, y la ignorancia de la profunda experiencia que tiene el CONICET para evaluar la actividad y la metodología científica.

La tarea principal de los funcionarios enviados desde Buenos Aires, que también inspeccionaron otros centros del CONICET del país, consiste en completar planillas que le permitirían al Ministerio de Modernización calcular la relación entre tareas y cantidad de empleados. Esto se realiza sobre la base de criterios abstractos como el cociente “producto-horas hombre”, mercantilizando los resultados de la actividad científica, desconociendo el tipo de práctica que se desarrolla en un centro de investigación y en la actividad científica y tecnológica, imposible de evaluar en esos términos.

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Para justificar su misión, los visitantes recurrieron a la figura del “trabajo de campo”. El uso de este término puso en evidencia un segundo eufemismo y en este el sarcasmo: usaron una noción muy cara para quienes practican la Antropología, la Arqueología, la Biología o la Geología (como ciencias que requieren de un contacto directo con el terreno donde se producen los fenómenos que se investigan) para intervenir de un modo que desconoce el sentido de dicha noción y de las actividades que involucra: el conocimiento científico. De allí que el trabajo de campo sea el corazón de la actividad cotidiana de los institutos del CONICET en regiones como la Patagonia, ya sea para enfrentar y estudiar las causas de un varamiento de delfines en Península Valdés, los efectos del cambio climático y la desertificación, las inundaciones de la cuenca del río Chico y Chubut, o la problemática mapuche. Es decir, el trabajo de campo que realizamos los investigadores e investigadoras, y quienes nos asisten en estas tareas, se encuentra siempre vinculado a la construcción de conocimiento y nunca a su destrucción.

La injerencia de Modernización, especie de supra-ministerio enquistado en las demás reparticiones que dependen de Jefatura de Gabinete de Presidencia de la Nación, se ha hecho sentir directamente en el Ministerio de Ciencia y Tecnología del que forma parte el CONICET, reduciendo los ingresos a la Carrera del Investigador Científico, limitando las becas y la continuidad de quienes se han formado en posgrados, alterando las reglas democráticas de funcionamiento del organismo, y estableciendo temas prioritarios de investigación que responden a las estrategias del sector privado, antes que a una genuina planificación de objetivos queincluya la opinión de cada disciplina.

Como historiador regional que también incursiona el terreno practicando una “ciencia de zapatillas y borceguí”, y como directivo de un instituto de Ciencias Sociales, considero que los y las trabajadoras del país no hablamos el mismo idioma que se habla en ese Ministerio. Lo que ahí se entiende por “Dotación de Planta Óptima” no es lo mismo que entendemos quienes diariamente nos dedicamos a producir saberen laboratorios, bibliotecas y en el campo,o combinando estas metodologías al apostar por un CONICET que apunte a mejorar la calidad de vida de las personas, y profundice el conocimiento científico dando respuesta a las demandas que recibimos día a día.

Sin utilizar eufemismo alguno, hago mías las palabrasdel personal del INTI luego de haber sido visitado por Modernización,para afirmar que “en el CONICET no sobra nadie”.


*Vicedirector del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH-CONICET)