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Adiós a Lauro Laiño

Murió parte de la Academia Nacional de Periodismo

Lauro Laiño
Lauro Laiño | Cedoc

Al ver el nombre de José Ignacio López en la pantalla del celular cuando anoche recibí su llamado supe que se trataba de una mala noticia. Por la edad de algunos de sus integrantes la Academia Nacional de Periodismo sufre la pérdida de sus miembros. Hace pocas semanas fue la de Daniel Muchnik, pocos meses antes la de Gregorio Badeni, el gran abogado defensor de la libertad de expresión, el año anterior la de Hugo Gambini y en 2018 la de Hermenegildo Sabat.

La Academia fue creada en 1987 y comenzó a funcionar plenamente en 1992 gracias al impulso de uno de su fundadores: el padre de Lauro Laiño, Félix, célebre director del diario la Razón, durante décadas el de mayor circulación del país. Laiño padre consiguió que un decreto de Carlos Menem incorporada a la Academia de Periodismo al régimen de las academias nacionales y que el Ministerio de Cultura y Educación fijará su sede en el edificio de la Biblioteca Nacional.

Félix Laiño murió en 1999, su hijo Lauro se incorporó a la Academia en 2001 y continuó el legado de padre cuidando a esta institución como una de sus mayores obras. Lauro antes de presidir la Academia había presidido la Asociación de Empresas Periodísticas Argentinas (ADEPA) y la Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires (AEDBA). En la actividad privada fue director del diario La Razón, subdirector del diario La Prensa, gerente del diario La Nación, presidente de Radio del Plata, de la Agencia United Press International Latinoamérica y de la agencia Diarios y Noticias.

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Lauro Laino y José Ignacio López fueron los presentadores de la ceremonia de mi ingreso a la Academia Nacional Periodismo hace una década en 2012. En estos diez años Lauro fue presidente de la Academia Nacional de Periodismo en dos oportunidades y, más que eso, fue su alma mater y hasta se podría decir que dedicó los últimos años de su vida a la Academia Nacional de Periodismo. El y previamente Claudio Escribano, quien también la presidió antes que Lauro, fueron los artífices de esta institución que a las nuevas generaciones nos cabe la responsabilidad de engrandecer.

Despido a Lauro Laiño dirigiendo a él las palabras con las que me recibió en su discurso de iniciación: “un conservador anárquico, esa es la sabiduría y la grandeza de un periodista, a quien nada de lo humano le es ajeno, y a quien le interesa solo una cosa: todo”.

Hasta siempre querido Lauro.