Esa noche Diana de Gales y Lady Di se sacaron la tiara. Ambas confluyeron en el cuerpo de carne y hueso de Diana Frances Spencer. La mujer de la leyenda, amada por todos, se despojó de lo que le quedaba de la corona. ¿De qué le servía la investidura pasada? Dos años atrás el primer ministro John Major le habló al pueblo británico para decir que la pareja real estaba disuelta tras su viaje a Corea del Sur. El sueño de Diana y Carlos se hizo trizas. Esa día de 1994, luego de su doloroso camino recorrido, su príncipe azul se convertiría en sapo. En un documental él iba a confrontar los rumores y a dejar en claro que Camila Parker Bowles era su amante, la mujer que lo había acompañado durante años (incluso durante su matrimonio).
Este gran golpe transformaría a Diana en una esposa engañada. Y mucho más que eso, demostraba el fracaso de la pareja real ante la mirada atenta de millones de personas. Por eso, Diana, quien en principio no pensaba asistir al evento de Vanity Fair (que ocurría el mismo día que la confesión) tomó una decisión arriesgada. Dejó las paredes donde se encontraba humillada, abrió su placard junto a su mayordomo y se puso un vestido que le costó sólo 900 euros y que rompía con todos los protocolos reales.
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Conocido como el "vestido de la venganza" tenía un tono negro, color que la realeza sólo puede llevar en el caso de un duelo. ¿No estaba acaso ella enterrando por última vez a su matrimonio? Pero hay más, sus hombros descubiertos y el largo de su falda "destruían" por completo los protocolos impuestos para su figura. Vestida así, en crépe de seda, con sus medias transparentes negras y sus siete hileras de perlas, enfrentó a su destino.
La gala se desarrolló en la galería Serpentine de Londres. Un evento benéfico que acaparó las cámaras de todo el planeta. El vestido fue confeccionado por Christina Stambolian. Diana lo había comprado tres años atrás pero lo dejó guardado en su armario por ser considerado demasiado "atrevido". Tenía el destino una fecha especial para semejante prenda.
Tiempo después su estilista Anna Harvey aseguró que "la princesa quería verse como un millón de dólares". Era su clara manera para enfrentar la humillación. Cuando Lady Di salió de su auto, Peter Palumbo, barón Palumbo, la recibió.
"Parecía que hubiera descendido a la Tierra desde otro planeta. Estaba sensacional con su modelo de hombros descubiertos y todos a su lado parecíamos grises y anticuados", dijo Dame Julia Peyton-Jones, una de las asistentes al evento.
La maquilladora de Diana también habló sobre ese doloroso momento. "Simplemente quería verse genial y tenía un cuerpo increíble para lucirse con un gran vestido, eso era todo", aclaró Mary Greenwell.
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Fue la casa de subastas Kerry Taylor Auctions la que terminó de imponer el nombre de este diseño que luego fue usado por muchas famosas más. El diseñador David Sassoon explicó que este vestido marcó un punto de inflexión en la manera de vestir de Diana. "Sus faldas se acortaron, su ropa comenzó a ser cada vez más sexy y Diana se convirtió en la rutilante y glamurosa princesa que hoy recordamos", explicó.
Stambolian, la diseñadora griega que la princesa inmortalizó, se animó a comparar la elección de Lady Di con el cisne negro del ballet de Tchaikovsky "El lago de los cisnes". En sus palabras: "Escogió (Diana) no interpretar la escena como Odette, inocente de blanco. La interpretó como Odile, estaba claramente enfadada".
Se trató sin lugar a dudas de una obra del diseño usada con estrategia y elegancia en un momento personal donde el cuento de la princesa y el príncipe había finalizado.
Camila Parker Bowles
Con 75 años y un largo camino recorrido, la ex "tercera en discordia" y actual futura reina del Reino Unido se anima a referirse a ese complejo momento de su vida cuando el destino la llevó a compartir camino junto a Lady Di y el príncipe Carlos.
“No es fácil. He sido juzgada durante tanto tiempo que solo queda encontrar la manera de vivir con eso. A nadie le gusta que lo miren todo el tiempo y lo critiquen. Pero creo que, al final, lo superé y me pongo manos a la obra” , explicó Camila, la actual esposa de Carlos a Vogue.
Su vida dista mucho de la que supo llevar en el pasado. Ahora estamos: "siempre tratamos de tener un punto en el día para reunirnos. A veces es como si fuéramos dos barcos que se cruzan en la noche, pero al final siempre nos sentamos juntos, tomamos una taza de té y hablamos sobre nuestro día. Es encantador ponerse al día cuando tenemos un poco de tiempo. Cuando nos vamos, lo mejor es que nos sentamos y leemos nuestros libros en diferentes rincones de la misma habitación. Es muy relajante porque sabes que no tienes que entablar una conversación. Solo tenemos que sentirnos y estar juntos”.
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Camila y Carlos se conocieron en 1970 en un partido de polo. Ella acababa de terminar con su novio, Andrew Parker Bowles. Fue en ese momento cuando el príncipe y Camila se enamoraron. El romance finalizó cuando él se tuvo que ir lejos por su carrera naval. Mientras, Camila volvió con su ex, se casó y tuvo dos hijos.
Fue en 1981 cuando Carlos y Lady Di dieron el sí. Sin embargo, en 1986 Diana comenzó a sospechar que su esposo tenía un romance. El tiempo pasó hasta que la princesa se sentó cara a cara con Camila en 1989. Tres años después se anunció la separación de Diana y Carlos.